tag:blogger.com,1999:blog-91894197711536718232024-03-13T21:59:29.441+01:00Derry, 1957Literatura de terror y fantástica.David A.http://www.blogger.com/profile/17012896445858273776noreply@blogger.comBlogger39125tag:blogger.com,1999:blog-9189419771153671823.post-65615219015591174252017-11-28T11:19:00.003+01:002017-11-28T11:21:40.692+01:00El síncope blanco, de Horacio Quiroga<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://3.bp.blogspot.com/-j4v9r0nIi4w/Wh0wzesjZAI/AAAAAAAAAhw/8Pc5u_MnmCUtg7wOvvQnUtFb-OA_UcNEgCLcBGAs/s1600/51UGSizNZVL._SX313_BO1%252C204%252C203%252C200_.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="499" data-original-width="315" height="320" src="https://3.bp.blogspot.com/-j4v9r0nIi4w/Wh0wzesjZAI/AAAAAAAAAhw/8Pc5u_MnmCUtg7wOvvQnUtFb-OA_UcNEgCLcBGAs/s320/51UGSizNZVL._SX313_BO1%252C204%252C203%252C200_.jpg" width="202" /></a></div>
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Érase una vez Horacio Quiroga, uruguayo que soñaba con las luces, las sombras y el espléndido decadentismo de la París de finales de siglo XIX. Aquella imagen lo llevaría a hacer las maletas y trasladarse a la ciudad del Sena, donde acabaría decepcionado por el hallazgo de algo que probablemente se quedaba corto ante sus proyecciones y expectaciones; quizá fuese a partir de ese viaje cuando su vida dio un vuelco, con una espiral de locura, emociones extremas y eventos desdichados. Vuelco que acabaría cristalizando en el asesinato (accidental, todo sea dicho) de su mejor amigo, algo que lo marcaría hasta la fecha de su muerte, que forzaría prematuramente con un trago de cianuro.</div>
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Con semejante escenario, lo esperable es que la obra de cualquier artista se vea deformada, oscurecida, reducida a un guiño grotesco capaz de poner los pelos de punta y hacernos sentir minúsculos; algo así me ocurre leyendo a Cormack McCarthy, por ejemplo, aunque no me consta que su biografía sea tan oscura. En el caso de Quiroga, sorprendentemente, nos encontramos ante un crisol de terrores, una variedad significativa de acercamientos a lo sobrenatural, que imagino coincidirá con los distintos momentos de la montaña rusa que fue su vida. A veces nos hará pensar en un anticipado realismo mágico, mientras que hay momentos en que recuerda incluso a escritores más modernos del género. Sirve como ejemplo <i>La gallina degollada</i>, un relato tan sencillo como efectivo y capaz de tocar diferentes puntos sensibles, yendo mucho más allá de lo desagradable o terrorífico y permitiéndose una crítica demoledora de ciertos comportamientos que nuestra sociedad sigue padeciendo a día de hoy.</div>
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Quizá, en ocasiones, Quiroga se deje llevar por cierto barroquismo que lastra de alguna manera la potencia de todo cuanto relata. Precisamente, cuanto más sencillo se muestra, más intenso e incisivo es el resultado. Para mí el recorrido ha sido un poco de altibajos sobre todo por este detalle, y debo admitir que aquellos relatos en que se desprendía de la crudeza y apostaba por un trato más cercano, más colorido y un dramatismo más convencional no los he disfrutado de la misma manera que el resto. </div>
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A pesar de esto, es una lectura muy recomendable. Los relatos de Quiroga están empapados de la cotidianidad de su tierra, y esto es algo que hace de <i>El síncope blanco</i> una opción más que interesante si buscáis nuevas sensaciones dentro del género, ya que no deja de ser una mirada condicionada no solo por una vida muy turbia y marcada por el desengaño sino por unas raíces distintas. Siempre viene bien explorar la visión de los distintos géneros en otros contextos culturales (si bien el de Quiroga, cierto eso, no dejaba de estar occidentalizado de una manera u otra), y en este caso, a pesar de ciertos dejes estilísticos que pueden convencer más o menos, se está ante un autor excepcional y cuya trayectoria repleta de sinsabores empuja a sumergirse en su obra, tan ecléctica y a veces tan oscura.</div>
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<br />David A.http://www.blogger.com/profile/17012896445858273776noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-9189419771153671823.post-66327726329650494382017-09-17T10:44:00.000+02:002017-09-17T10:51:04.745+02:00El bazar de los malos sueños (V): Bad Little Kid<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://2.bp.blogspot.com/-W5mr0z0csCQ/WLmOCjXflZI/AAAAAAAAAbo/eDieAsk9VnsSvbcmVrx_DTMGzoGM5VoHQCPcBGAYYCw/s1600/51mF8vekKWL.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="500" data-original-width="326" height="400" src="https://2.bp.blogspot.com/-W5mr0z0csCQ/WLmOCjXflZI/AAAAAAAAAbo/eDieAsk9VnsSvbcmVrx_DTMGzoGM5VoHQCPcBGAYYCw/s400/51mF8vekKWL.jpg" width="260" /></a></div>
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Es un niño de barrio, estúpido, intrascendente, insoportable; te sigue con la mirada dondequiera que vayas, porque en su cabeza no hay otra cosa que el deseo, el impulso irrefrenable de hacerte pedazos, aunque sea emocionalmente, porque, como bien dicen, el mal siempre está ahí. ¿Quién no ha tenido alguna experiencia de este tipo en su niñez? Los años pasan, pero siempre recuerdas a aquel mequetrefe de ojillos insidiosos y sonrisa excesivamente torcida, que nunca viene a significar nada bueno.</div>
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Probablemente Stephen King no se librara de algún contacto con un muchacho irreverente de este tipo, e imagino que semejante experiencia debió activar o apretar el gatillo en su subconsciente para que este relato viese la luz. <i>Bad Little Kid</i> sí nos muestra la vertiente más clásica, si queremos decirlo así, del King más clásico; si hasta ahora ha habido relatos en que el componente terrorífico brillaba por su ausencia aunque esto no significase nada malo en absoluto, pues también brillaban la calidad literaria, la definición de los personajes y la profundidad con que unos temas trascendentales y reales como la vida misma eran tratados en unas pocas páginas, lo paranormal regresa aquí con una historia competente, regular, pero que de todas todas logra enganchar como la que más. Ya lo dijo King en una ocasión, que su literatura era el equivalente a una buena hamburguesa; buena, pero comida rápida al fin y al cabo.</div>
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No es que yo secunde esa afirmación, por mucho que fuese el mismo autor quien la pronunciase (creo que en un arrebato de sarcasmo más que de condescendencia), pero es verdad que existe algo de cierto en ello y más en relatos de este tipo. <i>Bad Little Kid</i> es la historia de un niño misterioso, que no envejece, que en cierto modo preconiza la muerte de personas cercanas al protagonista, quien enloquece a medida que se ve incapaz de parar los pies a aquel diablillo pelirrojo y de gorro con hélice siempre bien calado en su cabezota. Es el niño irritante, pesado y maltratador que todos conocemos llevado al extremo, convertido en una pesadilla que este buen hombre de Maine sabe exprimir hasta el punto de dejarnos un mal sabor de boca, por lo incómodo, por lo doloroso de la pérdida, por la impotencia ante la imposibilidad de acabar con él.</div>
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De lejos, uno de los enganches más tradicionales, menos arriesgados y más marca de la casa de la recopilación, y que, por eso mismo, se lee no solo del tirón (no tengo claro que eso sea algo necesariamente positivo, pero también juega a su favor), sino con un constante pálpito en el estómago cada vez que aquel mal bicho saca la cabeza en una esquina, o entre unos arbustos, o dondequiera que le dé la gana aparecer para echar por los suelos la vida de un desdichado protagonista que, al final, ofrece una de las escenas más catárticas que uno es capaz de recordar. Lástima que, como podáis imaginar, no acabe sirviendo de nada.</div>
David A.http://www.blogger.com/profile/17012896445858273776noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-9189419771153671823.post-84431855651348173392017-09-08T20:48:00.001+02:002017-09-17T10:51:35.804+02:00It (Eso), de Stephen King<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://2.bp.blogspot.com/-rObHySWlriw/WbLIDwyibtI/AAAAAAAAAhg/zC_KW7k-RZ0AMpPpttOzmn3vhhw_okdUgCLcBGAs/s1600/1FE.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1032" height="400" src="https://2.bp.blogspot.com/-rObHySWlriw/WbLIDwyibtI/AAAAAAAAAhg/zC_KW7k-RZ0AMpPpttOzmn3vhhw_okdUgCLcBGAs/s400/1FE.jpg" width="257" /></a></div>
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<i>Y entonces George vio cómo la cara del payaso se convertía en algo tan horripilante que lo peor que había imaginado sobre la cosa del sótano parecía un dulce sueño</i></div>
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Una risa perdida en la lejanía. Un grito de ayuda enturbiado y enmudecido por las gotas de lluvia que se estampan como un suicida en el cristal de las ventanas. El reflejo de una basura al atardecer, que preconizará una unión trascendental contra el peor de los horrores imaginables. ¿El peor o los peores? Quién sabe. Ahí lo encontraréis, reptando entre la abulia, el realismo excesivo y la inocencia perdida; su destino no es otro que saciarse, llenar su estómago de sangre y músculo y pervertir todo cuanto es blanco, virgen y destinado a la eternidad.</div>
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Stephen King publicó su obra maestra en 1986, tras numerosos éxitos así como ciertos descalabros que habían contribuido a perfilar la imagen de un escritor <i>pop</i>, un fenómeno de masas de calidad cuestionable; no pocos puristas se frotaban las manos ante cada lanzamiento, puesto que se abría la veda y se daba el tiro de salida a un <i>vale tudo</i> de tinta y papel capaz de hacer salivar al más reservado de los críticos. Jugar al tiro al blanco con el señor de Maine era ya por entonces una constante, un placer sádico normalizado; se movía en el género del terror, era leído por decenas de miles de personas de toda condición y además sus bolsillos debían de estar rebosantes de millones de dólares entre los <i>best-seller</i> y la venta de derechos que derivaron en películas tan exitosas, que no acertadas, como <i>Carrie </i>(1976) o <i>El resplandor</i> (1980).</div>
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Pero pasó que, con <i>It</i>, King no solo se reafirmó en su manera de entender el terror sino que dio un paso adelante pariendo la que ha sido su obra más rica, más compleja y más trascendental. Un golpe sobre la mesa, de autoridad, pero con cierto recochineo; el de quien se sabe vencedor, de quien se debe a sus maestros (Machen, Lovecraft, Bloch) y ha tomado lo mejor de ellos. Por supuesto, quien quiera criticarla lo hará sin ambages y tampoco cabe duda de que no puede ser del gusto de todos. Pero hay una diferencia más que notable entre quien critica con ojo y de manera constructiva y quien lo hace condicionado por factores extra-literarios. Remarcar esto es importante, transcurridos más de treinta años desde la publicación de la novela, porque el tiempo no solamente la ha puesto en su sitio sino que apenas le ha hecho mella el paso de los años; es una lectura ajena a modas, atemporal y capaz de atrapar a lectores de las generaciones más variopintas a pesar de la ambientación y la cantidad de referencias específicas de las distintas épocas que abarca, para muchos lejanas e irreconocibles. Y aun así, el poder de atracción sigue ahí, con una narrativa dotada de una fuerza centrífuga que desde los primeros capítulos sigue siendo capaz de arrastrarnos al ojo de la pesadilla. </div>
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Y es que <i>It</i> es un viaje, se mire por donde se mire. Una obra de cerca de 1500 páginas tiene que serlo; tiene que atrapar, coger al lector por el gaznate y arrastrarlo quiera o no al mundo que alberga en su interior; como <i>Crónica del pájaro que da cuerda al mundo</i>, por ejemplo. E <i>It</i>, repito, sin duda es un viaje. Un viaje al miedo, sí, pero también una escapada a un mundo que bien podría ser real, donde se mezcla indistintamente lo bueno y lo malo, la esperanza y el desasosiego; un refugio, incluso, para el lector que desea abstraerse de verdad, aunque sea trasladándose a una ciudad cuya podredumbre asoma entre los resquicios de su superficie. Hay algo en esas páginas, sobre todo al principio, que logra asentarse en la imaginación del lector. Cuál fue mi sorpresa al leerlo por primera vez en diez años al recordar todas las localizaciones y las escenas tal y como las imaginé en aquel entonces tan lejano, en que yo mismo era completamente diferente. Pero las imágenes, a pesar de haberlas capturado una sola vez, se habían generado y afianzado con tanta fuerza en mi memoria que aquella relectura fue como regresar a esa ciudad, ese pueblo, ese lugar familiar que hace años que no se pisa; y entonces los recuerdos afloran, y se sienten intensos, verdaderos, vivos. La capacidad de inmersión es absoluta, siempre y cuando se quiera entrar en el juego, y esto acaba convirtiendo la novela en una candidata ideal a la hora de leerla más de una vez (algo que en mi caso, lo digo con mucha sinceridad, no suele darse casi nunca).</div>
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Así, más temprano que tarde, el lector hará migas con personajes inolvidables; porque todos hemos sido aquel raro, aquel gordo, aquel empollón, aquel listillo o aquel mequetrefe. A poco que hayamos fallado en la dura tarea de encajar en un escenario hostil, encontraremos un hueco entre los Perdedores; un hueco que, a pesar del horror presente, nunca dejará de sentirse cálido, sincero y real. Con eso, el bueno de King se desmarca de tópicos modernos del género, ofreciendo un elenco de personalidades complejas, creíbles y que brillan con luz propia. Un tartamudo, un obeso, una maltratada, un judío, un enfermizo, un negro y un hiperactivo incapaz de morderse la lengua aunque le cueste la vida. Y no, no es un elenco <i>à la</i> Benetton basado en el "porque sí", como cabría esperar en nuestros días, en que los criterios de selección y creación de personajes parecen estar condicionados a obligaciones pseudoideológicas, clichés o supeditados a la absurda necesidad de superar tests de inclusión. La buena literatura no tiene como objetivo contentar a todo el mundo, y no hay nada de malo en que sea incómoda. Aquí todos y cada uno de ellos son conscientes de sus defectos, problemas o bien los dolores de muelas que se ven obligados a experimentar a raíz de su condición, pero saben reírse de ello. Aquí no hay victimismo ni lecciones de moral, ni moralinas disfrazadas de proclamas ideológicas y desconcertantes trasuntos movidos únicamente por el deseo de alimentar el ego. Aquí todos y cada uno de los personajes tienen algo que ofrecer, y King sabe explotar la variedad de sus raíces, complejos o naturalezas para que cada uno no se convierta en un hatajo de tópicos sino en alguien real, demostrando que en esto de la literatura el señor es poco menos que un genio. Y así, uno puede sentirse fácilmente identificado con Beverly y su brutal vida familiar, o con la lucha de Mike en su necesidad de imponerse frente a quienes lo consideran poco menos que un primate por su origen afroamericano; da igual que no seas mujer, ni negro, ni que necesariamente encajes o no con alguno de los rasgos de los protagonistas, porque los miedos de la infancia y los temores de la edad adulta suelen ser siempre los mismos. Los retratos son reales, esquivan cualquier arquetipo y devienen la gran fortaleza de la novela; un baluarte, el bastión de la pureza, el presente y el futuro, la esperanza.</div>
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Y luego está la oscuridad. El mal, el rojo de la sangre, el olor de hojas podridas y de agua turbia. Pennywise, la bestia que ha logrado que una obra maestra de múltiples tramas como <i>It</i> sea conocida alrededor del mundo como "el libro del payaso"; y, ciertamente, no le falta razón a este apelativo risible y de andar por casa. Toca leerlo para estar de acuerdo o no con esta afirmación. Y aun así, el mal que pulula en Derry sabe jugar muchas cartas, no siempre previsibles y sí furtivas, siniestras, tenebrosas. Difícil es que, tras leer esta novela, no sintamos cierta tirantez en los paseos bajo la lluvia, que no nos detengamos en objetos mundanos y veamos en ellos algo más, la posibilidad de que alberguen un horror indescriptible. La tapa de una alcantarilla, una casa vieja al otro lado de una valla oxidada, el agujero en una tabla de madera que tapia una propiedad en ruinas, los cristales sucios de un negocio abandonado, una feria a rebosar de gente, con sus luces estridentes, su música chabacana y, por qué no, sus payasos haciendo muecas mientras regalan globos con formas de animales; todo adquiere un significado distinto tras <i>It</i>, y es algo que uno acaba aceptando porque la experiencia ha merecido la pena. Los defectos están ahí, por supuesto, como el ritmo tan caótico como soporífero del tramo final, las sosas versiones adultas de los protagonistas y ciertos personajes y situaciones que podrían haber dando un poco más de sí; y no, no incluyo la escena innombrable. King sigue siendo King, escriba una obra trascendental en su biografía o bien una porquería que la manche irremediablemente, y esto implica ciertos detalles, ciertos ramalazos, ciertos dejes merecedores de una boca torcida, un ceño fruncido (que debe ser el gesto más genérico y sobreutilizado en la literatura de masas) o, sencillamente, las ganas de cerrar el libro y dejarlo a un lado por un rato. Mientras haya luz, habrá sombras. </div>
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Porque el corazón de esta historia de tantos colores y matices es, en el fondo, la eterna lucha entre la luz y la oscuridad, el bien y el mal; en definitiva, el enfrentamiento entre dos nociones arcanas, antitéticas y quizá destinado a no terminar jamás. En <i>It</i>, a pesar de la sangre, las extremidades seccionadas, las pesadillas y las escenas escabrosas, siempre hay lugar para la esperanza; esto no es <i>El cazador de sueños</i>, esa suerte de "hermana espiritual" en que toda luz se esfuma y no es el vitalismo quién toma el volante, sino una inercia adulta, depresiva y desconcertante. A pesar de todo, el humor hace su aparición de vez en cuando aunque jamás rompiendo ni siquiera afectando el tono oscuro de la novela; a pesar de todo, uno sabe que aquellos chavales fueron vencedores y que lo que pase con sus contrapartidas adultas es lo de menos, porque el fuego no está en aquellos individuos acomodados, desarraigados y desmemoriados sino en unos niños que, aun con el corazón en un puño, deciden enfrentarse a sus peores miedos. A priori, todo se reduce al caso de unos brutales asesinatos, el miedo más tangible y el temor a la muerte; más adelante, <i>It</i> despliega las alas hasta convertirse en algo que está por encima, la historia de un conflicto eterno, el miedo más abstracto y variopinto y la lucha por la supervivencia. </div>
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Toda una oda a la infancia y a la madurez anquilosada: del azul del cielo al negro de la nada.</div>
David A.http://www.blogger.com/profile/17012896445858273776noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-9189419771153671823.post-63569587161368401852017-09-04T18:51:00.000+02:002017-09-04T18:51:19.454+02:00El monstruo de Florencia, de Douglas Preston y Mario Spezi<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://3.bp.blogspot.com/-PrTAb5zZJlQ/WafIoZ42Z-I/AAAAAAAAAhI/7D3jkB8Wcf4aBE7rUya8QH0FZiCZTWeKwCLcBGAs/s1600/9788401337512.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="768" data-original-width="501" height="400" src="https://3.bp.blogspot.com/-PrTAb5zZJlQ/WafIoZ42Z-I/AAAAAAAAAhI/7D3jkB8Wcf4aBE7rUya8QH0FZiCZTWeKwCLcBGAs/s400/9788401337512.jpg" width="260" /></a></div>
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Hay veces en que la realidad es suficiente para que uno lo pase mal. Veces en que espectros, recuerdos de otros mundos o visiones de un supuesto más allá se quedan en nada, empequeñecen, al compararse con hechos reales, con situaciones que han afectado a personas de carne y hueso. Se suele decir que la realidad supera la ficción, que los verdaderos monstruos no son entes etéreos o ectoplásmicos, y es cierto. Totalmente. En esas me encontraba yo, pegado a este libro, que se inmiscuyó en mi lista de lecturas pendientes casi sin esperarlo, haciendo que dejase de lado libros que hacía meses que esperaban su turno; hay ocasiones en que un libro aparece sin esperarlo y logra atraparte sin remedio, sea por lo que sea: estilo, argumento, planteamiento, etcétera. Pocas respuestas soy capaz de encontrar a semejante fenómeno, pero suele coincidir muy a menudo con esas lecturas que, por mucho que pasen los años, le quedan a uno grabadas a fuego en la memoria. </div>
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El <i>Monstruo</i> de Florencia fue un asesino en serie, real como la vida misma, que aterrorizó a toda la Toscana entre los años 70 y 80 y cuya identidad sigue siendo un misterio. El <i>modus operandi</i> era siempre el mismo, y se aprovechaba de lo que durante años venía siendo una costumbre en todo el país: ya que los jóvenes italianos no se emancipaban hasta el matrimonio, muchas parejas solían coger el coche para ir al campo con tal de mantener relaciones. Esto había generado toda una red de mirones, así como de "mirones de mirones", quienes chantajeaban a quienes perdían el tiempo espiando a los jóvenes (ignoraremos con qué propósitos, si aún cabe alguna duda). Sin embargo, la cosa cambió cuando una de estas parejas fue hallada muerta en extrañas circunstancias; él, muerto en el interior del coche con un balazo en la cabeza; ella, arrastrada al exterior y con los genitales mutilados. </div>
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La historia de este libro, sin embargo, no se remonta a tanto tiempo atrás. A principios del 2000, Douglas Preston, un escritor de novelas de misterio <i>à la</i> Dan Brown se trasladó a Florencia con el objetivo de escribir un libro que conectaba el misterio de la muerte de Masaccio, la inundación de 1966 y unos extraños asesinatos que el protagonista se vería obligado a resolver. Nada fuera de lo común, hay que decir. Sin embargo, durante el proceso de documentación Preston se cruzó con Mario Spezi, periodista que por pura casualidad se encontró inmerso en la investigación del caso del Monstruo. El escritor se dio cuenta de que tenía ante sus ojos algo mucho más interesante que otra novela de misterio más y pronto ambos se enfrascaron en la redacción de un libro que relatase el proceso de la investigación desde la aparición de las primeras víctimas.</div>
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Por lo tanto, no estamos ante una novela, pero <i>El monstruo de Florencia</i> se lee como si lo fuera. La mano de Preston es precisamente lo que le da al relato la fuerza necesaria para lograr atrapar al lector y hacer que no suelte el libro en ningún momento. El señor domina el ritmo y los tiempos como el que más, y es imposible no dejar de leer capítulo tras capítulo; no porque haya un misterio por desvelar, no porque deseemos conocer la identidad del asesino, sino porque es tal su dominio de la narrativa que logra mantenernos en vilo con cada descripción, sea de las escenas del crimen como de los distintos personajes que se entrecruzan y se enfrentan a lo largo de esta suerte de crónica novelada. El ritmo es ágil y toma prestado el estilo más o menos cinematográfico que este tipo de autores (Brown, el mismo Preston) suele dominar a la perfección, y en este caso al libro le sienta como un guante.</div>
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Dividido en dos partes, <i>El monstruo de Florencia</i> flaquea severamente en la segunda. Este es quizá su mayor problema. Si en la primera se relata la historia de los crímenes desde la perspectiva de Spezi, la segunda trata la llegada de Preston a la ciudad del Arno, su relación con el periodista, los avances en la investigación y sus problemas con la justicia. Sabemos de antemano que no habrá más crímenes ni más escenas truculentas, que la identidad del Monstruo seguirá siendo un enigma, y que, al no sacarse nada en claro del asunto, todo lo que viene a continuación se va a sentir prescindible si lo que estamos esperando es emoción o suspense. Por supuesto, es interesante a la hora de conocer los entresijos de la justicia italiana, aparentemente dada a fantasear con conspiraciones, sociedades secretas y ritos satánicos, y lo frustrante que llegó a ser la gestión del caso para quienes, como Preston y Spezi, mantenían una visión del caso mucho más certera, realista y con los suficientes indicios como para recuperar el cauce de la investigación. Lo peor, de todos modos, es que se desprende de la atmósfera truculenta, oscura e incómoda del relato de los crímenes y eso acaba jugando en su contra.</div>
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¿Recomendable? Desde luego. Porque no es un libro de terror al uso, pero es bien capaz de poneros los pelos como escarpias. No hay en él nada de sobrenatural (aunque ciertos fiscales se obsesionasen en demasía con hipótesis que rayaban lo fantástico), pero Preston saca a relucir su buen hacer para que el lector esté siempre alerta, incómodo, pero a la vez enganchado al desarrollo de un relato tan macabro, indigesto y cuyas imágenes cuesta horrores sacar de la cabeza. </div>
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Florencia quizá sea una de las ciudades más bellas de Europa, y durante siglos ha sido relacionada constantemente con el gran arte, artistas trascendentales y un estilo de vida caro, lujoso y acomodado; pero el mal siempre está ahí, y manchó de una manera horrenda la imagen de uno de los destinos más valorados por cualquiera con un mínimo de sensibilidad artística y estética. Aunque bien, no seré yo quien niegue los ríos de sangre que atravesaron la ciudad del Arno a lo largo de su historia; conspiraciones, choques entre familias y sus partidarios, linchamientos populares y alguna que otra puñalada por la espalda atestiguan que, en el fondo, lo humano es de una dualidad extrema, capaz de lo mejor y de lo peor, de lo excelso y lo espeluznante. </div>
David A.http://www.blogger.com/profile/17012896445858273776noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-9189419771153671823.post-1042912723336845982017-08-31T08:59:00.000+02:002017-08-31T08:59:12.074+02:00Quién anda ahí...<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://3.bp.blogspot.com/-TIw89KF2Hw0/WaexgHxV5KI/AAAAAAAAAg4/Ob78wvHUZuU8HHgL_CTKzDTsjlshw-e3wCLcBGAs/s1600/Quien%2Banda%2Bah%25C3%25AD.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1017" height="400" src="https://3.bp.blogspot.com/-TIw89KF2Hw0/WaexgHxV5KI/AAAAAAAAAg4/Ob78wvHUZuU8HHgL_CTKzDTsjlshw-e3wCLcBGAs/s400/Quien%2Banda%2Bah%25C3%25AD.jpg" width="253" /></a></div>
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Que el terror tiene muchas caras es algo que todos hemos oído o leído varias veces; tantas, quizá, que ya se ha convertido en un cliché que apenas significa nada. No obstante, a una recopilación como la que encabeza esta entrada le va como anillo al dedo. Pocas cosas más interesantes hay en el género que la posibilidad de observar de una manera transversal o panorámica su desarrollo y evolución, así como muchas de las desviaciones que no han llegado a ningún sitio pero que han dejado experiencias para el recuerdo. La de terror es una literatura relativamente joven, pero aun así ha tenido el tiempo suficiente de presentarse bajo todo tipo de formas, algunas más originales que otras. <i>Quién anda ahí...</i> nos presenta precisamente esto: un recorrido por distintos relatos de miedo, arrancando en los albores del género en el siglo XVIII hasta llegar al XX.</div>
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Pasamos de un terror cándido y meramente testimonial a uno Romántico, que a su vez experimenta un desarrollo más que interesante a lo largo del siglo, desembocando en las corrientes oscuras, intimistas y eclécticas de principios del XX que remacharían la deriva más psicológica del género. El viaje es imprescindible, lo más parecido a una montaña rusa, y se aprende mucho. Ahora bien, si el potencial lector es de quienes identifica el terror con el "pasar miedo" (repito, no tiene por qué) entonces quizá se sienta decepcionado. El terror en literatura no es (solo) subirse a un tren de la bruja; el terror en literatura es ver cómo responden los personajes ante el miedo, cómo éste los lleva a actuar, cómo se manifiesta el horror y cómo lo representa el autor. Hay mucho que rascar, y precisamente, si de algo se ha visto afectado este género ha sido por nociones simplistas y que lo han acabado convirtiendo en el producto superficial y barato que durante tanto tiempo se había luchado por evitar.</div>
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Las impresiones han sido más que gratas, no solo por la calidad del contenido y su buena selección, sino porque aúna (y de qué manera) dos de las cosas que, juntas, mayor dificultad entrañan para el escritor: el relato y el terror. Los relatos, en sí mismos, son uno de los tipos de narración más complicados, pues el autor no puede perder el tiempo deambulando por la trama y en la relación entre personajes, sino que se ve obligado a ir al grano. Por otro lado, el terror no es algo en absoluto fácil de dominar; lo fácil es caer en clichés, y la necesidad de controlar bien los tiempos en las descripciones es vital para que, además, el lector se lleve algún que otro escalofrío. </div>
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Muchos de ellos, es verdad, caen en tópicos. Sin embargo, cómo no, los salva sobre todo la buena escritura. Y además, también es verdad que en el momento en que se publicaron (algunos de ellos cerca de doscientos años atrás) muchos debieron ser lo nunca visto. Más allá de esto, hay algunos que trascienden gracias a planteamientos muy particulares en que el componente fantasmagórico o sobrenatural es lo de menos. Ojo, con esto no quiero decir que esto no sea importante, pero sí es verdad que puede implementarse de maneras distintas y más o menos originales. Este es el caso de <i>La nieve</i> de Hugh Walpole, una verdadera maravilla de apenas veinte páginas que, con tan solo un detalle, pone patas arriba lo que parece ser un relato más bien genérico, abriendo la puerta a numerosas interpretaciones... no necesariamente sobrenaturales.</div>
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Otra mención especial se la lleva <i>La casa hambrienta</i>, de Robert Bloch. Quizá a algunos este nombre no os diga nada, pero se trata ni más ni menos que del autor de <i>Psicosis</i>, la novela que inspiraría, sí, lo habéis acertado, la célebre película de Hitchcock. Me atrevería a decir que es el relato más perturbador de toda la recopilación, pero eso queda al juicio de cada uno. Sin embargo, siendo el más cercano a nosotros no solo cronológicamente sino en el tipo de miedo que trata, tiene todos los números para haceros sentir incómodos. Toda una oportunidad para descubrir y revalorizar a un autor que no estuvo ni está en boca de todos cuando se habla del género, pero cuya huella ha marcado de una manera clarísima el terror moderno.</div>
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<i>Quién anda ahí...</i> es, de todas todas, una opción más que recomendable si sois aficionados a la literatura de terror y tenéis curiosidad por conocer sus orígenes, así como su evolución a lo largo de los siglos. Para mí ha sido una grata sorpresa por lo bien elegidos que están los relatos (no podía ser de otra manera viniendo de Valdemar, todo sea dicho), dando forma a un compendio ecléctico en la medida en que el género lo permite, así como por su admirable voluntad de hacer descubrir al lector autores que muy probablemente desconozca y a quienes la historia les debe algo más y mejor que un olvido inmerecido. </div>
<br />David A.http://www.blogger.com/profile/17012896445858273776noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-9189419771153671823.post-50477227719589383452017-07-16T15:04:00.002+02:002017-07-16T15:04:34.747+02:00El diario secreto de Laura Palmer, de Jennifer Lynch<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://cloud10.todocoleccion.online/libros-segunda-mano/tc/2016/03/20/17/55153303.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="800" data-original-width="495" height="400" src="https://cloud10.todocoleccion.online/libros-segunda-mano/tc/2016/03/20/17/55153303.jpg" width="247" /></a></div>
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Nadie se libró. Ni siquiera España, tierra de sangre caliente, de "nomevengascontonterías", caso perdido para las grandes marcas que apuestan por mil versiones de sus productos porque aquí, antes que unas novísimas y originales Lay's sabor frankfurt con chucrut, las que te pedirá el español medio serán siempre "las normales", y punto en boca. Pero ni siquiera España se libró. Como tantísimos otros países, fue presa del fenómeno Twin Peaks y con todo el viento en contra. Mi señora madre, sin ir más lejos, que detesta el terror y cualquier desviación narrativa de lo que ella considera normal, disfrutó con la serie hasta el punto de tener la caja dorada guardada como un tesoro. Hubo (y hay) algo en aquella ficción que cautiva, independientemente de los gustos de cada uno o de la idiosincrasia de su pueblo. Quizá una de las claves estuviera en la familiaridad que el pueblo transmitía, la sensación de estar ante algo orgánico, cálido, placentero; a pesar de los momentos de mayor congoja, claro, que lo pillaban a uno desprevenido. Pero precisamente esa dualidad entre frío y calor, horror y comedia, infierno y paraíso fue una de las razones por que Twin Peaks caló hondo en el corazón de los televidentes. Y, asegurado el gancho, no se tardó en explotarla, aunque de un modo más comedido del que se hubiese hecho a día de hoy.</div>
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<i>El diario secreto de Laura Palmer</i> es uno de los varios libros que se publicaron aprovechando el tirón de la serie, pero hay que decir, de antemano, que no se trata de un burdo ejercicio de <i>fanservice</i>. Podrá gustar más o menos, pero desde luego no estamos ante la clásica adaptación facilona de un producto cinematográfico ni de un lanzamiento cómodo y para todos los públicos. El <i>Diario</i> está ahí para relatarnos la infancia y adolescencia de Laura Palmer hasta la noche de su muerte, desde una primera persona que, sí, logra ser creíble a veces. Todo queda en casa, porque está escrito por Jennifer Lynch, hija del director y creador de la serie (junto a Mark Frost, no conviene olvidarse de él); esto, teniendo presentes las <a href="http://www.alternativenation.net/michael-j-anderson-accuses-twin-peaks-filmmaker-david-lynch-of-being-a-pedophile-rapist-murderer/" target="_blank">siniestras insinuaciones</a> de Michael J. Anderson (para entendernos, el enano del traje rojo), no hace sino cobrar un significado inquietante.</div>
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Sin embargo, y a pesar del esfuerzo, al libro le falta algo más para estar a la altura. Las primeras páginas, si uno está puesto en el argumento de la serie, atrapan y parecen prepararnos para algo grande. No es así. A pesar del formato, se acaba haciendo pesado en muchos tramos, reiterativo y a duras penas arroja luz sobre el misterio, que es lo que el lector acude a buscar en el libro. No tendría por qué, siempre y cuando ofreciese algo memorable, pero le bastan unas diez páginas para contarnos aquello que repetirá largo y tendido hasta la última página: Laura es una adolescente desquiciada (y ya sabemos por qué y por quién, pero en este caso me ahorro el destripe). Hay momentos que, desde luego, ahondan en la naturaleza de la muchacha y contribuyen a construir y definir el personaje que conoceríamos luego en la serie y, en mayor profundidad, <i>Fuego camina conmigo</i>; cierta escena que tiene lugar en un lago logra sintetizar con pocas palabras su personalidad, tan turbia, hipnótica y al mismo tiempo repulsiva. Aun así, la sensación de que se prolonga en exceso está ahí y lo más probable es que nos acompañe hasta el final.</div>
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El "problema", por así decirlo, está en que el libro se publicó meses antes de estrenarse la segunda temporada. Es decir, que aún no se había desvelado la identidad del asesino ni su naturaleza, por lo que se trata de un libro que tuvo sentido en su momento, cuando el público estaba expectante, con las uñas mordidas y el corazón en un puño. Desde luego, las ventas tuvieron que ser positivas por narices. Pero para quien ya conoce el desenlace y, además, está puesto con la tercera temporada tras más de un cuarto de siglo esperando, se queda muy a medias. Porque, claro, no toca según qué temas que hubiesen podido comprometer el desarrollo y las sorpresas que guardaba la reanudación de la serie. </div>
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En definitiva, leedlo si la serie os cautivó, si os tomó de la mano hasta lo más profundo de los bosques de abetos douglas y si os fascinó el personaje de Laura. Detalles interesantes los hay, referencias, recuerdos y conversaciones que se agradecen, aunque no revelen nada que no sepamos. Si uno hace el esfuerzo de contextualizarlo y no pedirle peras al olmo, probablemente sepa disfrutarlo, aunque a mí se me ocurren lecturas mejores a las que dedicar el tiempo.</div>
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David A.http://www.blogger.com/profile/17012896445858273776noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-9189419771153671823.post-65565308425084927642017-07-16T13:10:00.000+02:002017-07-16T13:10:00.856+02:00El bazar de los malos sueños (IV): The Dune<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://3.bp.blogspot.com/-0Hu7VhTPd54/WKq95EA0vRI/AAAAAAAAAaY/gvTd-xSZuKY64KfaN-g1Ml6iU84OU9rGwCPcBGAYYCw/s1600/51mF8vekKWL.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="500" data-original-width="326" height="400" src="https://3.bp.blogspot.com/-0Hu7VhTPd54/WKq95EA0vRI/AAAAAAAAAaY/gvTd-xSZuKY64KfaN-g1Ml6iU84OU9rGwCPcBGAYYCw/s400/51mF8vekKWL.jpg" width="260" /></a></div>
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Hay veces en que un buen final lo es todo. Bien llevado, puede salvar un desarrollo mediocre o que simplemente no está a la altura; es el poder un cierre potente e inteligente: te hace olvidar todo cuanto ha quedado atrás para hacerte esbozar una sonrisa, dar más importancia a los eventos que lo han precedido y quizá acabar sobrevalorando una historia que quizá no está por encima de la media.</div>
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<i>The Dune</i> es un buen ejemplo de ello. No es un relato particularmente bueno, lo que cuenta tampoco es especial y apenas impacta, no propone ningún dilema moral o espiritual porque no le conviene y tampoco lo necesita, y por su naturaleza no puede aportar conclusiones al misterio. Pero es que nada de esto importa, porque podría decirse que es una historia escrita desde el final, que le deja a uno con una sonrisa de esas que duran, y duran, y duran.</div>
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Un anciano con la habilidad o la condena, la suerte o la desgracia, de prever la muerte de gente que puede conocer o no. Nombres que aparecen escritos en la arena, y el más que posible temor de que uno de ellos sea conocido. Poco más que decir, la verdad, imposible ir más allá sin caer en destripes imperdonables. </div>
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<br />David A.http://www.blogger.com/profile/17012896445858273776noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-9189419771153671823.post-4310861865857693562017-06-20T19:57:00.001+02:002017-06-20T19:57:17.422+02:00La televisión jamás volvería a ser lo mismo...<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://3.bp.blogspot.com/-08N8leFTkwQ/WUlZWqXPSMI/AAAAAAAAAgg/-v42u9ok-iMtt_VrCplFrSgUdATkshXHgCLcBGAs/s1600/tuin.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="410" data-original-width="547" height="297" src="https://3.bp.blogspot.com/-08N8leFTkwQ/WUlZWqXPSMI/AAAAAAAAAgg/-v42u9ok-iMtt_VrCplFrSgUdATkshXHgCLcBGAs/s400/tuin.jpg" width="400" /></a></div>
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La imagen de un cálido salón de una casa de clase media vista desde un ángulo bajo. Nuestra visión está delimitada por una lámpara en un lado, una silla en el otro. Justo delante hay una mesilla de café, un cómodo sofá rosa y más allá, un comedor. De repente, un hombre desconocido de pelo largo y enmarañado y que viste una cazadora sucia aparece en el fondo del comedor, se gira y se acerca silenciosa y amenazante hacia nosotros. Con una sonrisa desquiciada se arrastra sobre el sofá y la mesilla de café, arroja la lámpara a un lado y entonces, en un escalofriante primer plano, inclina su cara en un intento de cruzar la pantalla y adentrarse en nuestras casas.</div>
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“¿Qué diablos está ocurriendo?”, exclamó una generación entera.</div>
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¿Qué te viene a la cabeza cuando piensas en <i>Twin Peaks</i>? “¡Este café es delicioso!”. Tarta de cerezas. Rosquillas. El agente Cooper hablando a Diane en su dictáfono. Quizá Lady Leño. Sin duda el enano que habla al revés. A todos aquellos que la vimos siendo niños la imagen mencionada anteriormente del desquiciado de Bob probablemente haya herido una parte de nuestra mente para siempre (y seguramente inspiró muchísimo a los responsables de <i>The Ring</i>). Tantas cosas de <i>Twin Peaks</i> se han hecho un hueco en la cultura popular que es difícil verla como algo que no sea una serie ciertamente extraña, pero irresistible.</div>
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Pero cuando vio la luz hace ya 20 años, fue algo totalmente revolucionario. Hizo trizas las reglas de la televisión y abrió las puertas a todas las grandes series de la televisión norteamericana. El presentador de la BBC Mark Lawson nos dice: “Dio un empujón de atrevimiento a la televisión convencional, algo que no había sucedido nunca antes. Si te fijas en cualquiera de las grandes series de los últimos 10 años (<i>Los Soprano</i>, <i>El ala oeste de la Casa Blanca</i>, <i>A dos metros bajo tierra</i>), todas ellas, de manera consciente o no, han bebido de <i>Twin Peaks</i>. Porque básicamente dio mucha libertad, tanto visual como narrativa, como nunca antes se había visto.”</div>
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Cambiando el status quo</h2>
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Cómo <i>Twin Peaks</i> fue permitida en televisión fue una mezcla tanto de suerte como de tiempo. En ese momento, las grandes cadenas de televisión tenían un grave problema con la televisión por cable y las cadenas independientes, ya que éstas les habían robado un considerado número de espectadores. Anteriormente sus series se basaban en buscar la aceptación, en formatos seguros, pero en ese momento necesitaron arriesgarse. Y entonces apareció David Lynch con una idea. El director de <i>Cabeza borradora</i> y <i>El hombre elefante</i> había tenido un gran éxito con el thriller surrealista que fue <i>Terciopelo azul</i> y, aconsejado por su agente, había empezado a trabajar en una idea para una serie de televisión junto al escritor de Hill Street Blues, Mark Frost. Ambos dejaron entrever la idea a la cadena ABC, que comenzaba con el cuerpo de la reina del instituto, Laura Palmer, en la orilla de un lago, envuelta en plástico. </div>
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Para asombro del dúo, la cadena no solo la comisionó sino que accedió a no inmiscuirse en su desarrollo. Para una cadena centrada en la publicidad y acostumbrada a ejercer un control total sobre todo, la situación no tenía precedentes. “Muchas de las series más atrevidas se han emitido en HBO, pero lo increíble de <i>Twin Peaks</i> es que ellos lo consiguieron en una cadena estadounidense convencional, y rompió todas las reglas”, dice Lawson.</div>
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<a href="https://3.bp.blogspot.com/-cawXV3dr0oo/WUlYshVb8AI/AAAAAAAAAgU/KbrxavrAi8wj8V5kgS6fP6xgh9Ukt-WqwCLcBGAs/s1600/coop.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="286" data-original-width="430" height="265" src="https://3.bp.blogspot.com/-cawXV3dr0oo/WUlYshVb8AI/AAAAAAAAAgU/KbrxavrAi8wj8V5kgS6fP6xgh9Ukt-WqwCLcBGAs/s400/coop.jpg" width="400" /></a></div>
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En los primeros momentos de vida de la serie, Lynch dijo, “Es muy importante para mí hacer algo de una manera concreta sin que otra persona venga a decirte, tras terminar tu trabajo, que tengas que cambiarlo todo. No ha pasado nada parecido a las historias de terror que ves en la serie… de momento.” Con todo el respeto a Frost, <i>Twin Peaks</i> fue la criatura de Lynch, en consonancia con el estilo, tema y obsesiones de su filmografía. Fue lo más cercano que la televisión pudo estar de la visión de un hombre, y allanó el terreno para el control que J.J. Abrams en <i>Perdidos</i> o David Simon en <i>The Wire</i> pudieran ejercer posteriormente. Además, aportó a la televisión un mayor respeto; había dejado de ser basura, podía ser arte, lo que abrió las puertas a todos, desde Oliver Stone (que creó la primera y peor imitación de T<i>win Peaks</i>, <i>Wild Palms</i>) hasta Martin Scorsese (cuya serie, <i>Boardwalk Empire</i>, empezará a emitirse muy pronto). “La televisión estaba considerada como algo muy inferior al cine”, explica Lawson, “y normalmente muchos actores y directores rechazaban trabajar en ella. El hecho de que Lynch trabajase en televisión resultó ser una gran influencia.” </div>
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Lynch hizo como con un chicle: masticó distintos géneros e hizo burbujas con ellos. <i>Twin Peaks</i> fue tanto una serie policíaca (un agente del FBI se une al sheriff de la localidad para dar caza a un asesino en serie), como un melodrama (las enrevesadas vidas amorosas de una pequeña comunidad), una comedia (“¿Viste un gigante?” “Sí.” “¿Tiene alguna relación con el enano?”), y también una historia de ciencia ficción (espíritus malignos en el bosque que habitan en humanos). Frost lo llamó “pila de abono cultural” y entre risas y asintiendo, Lawson cree que “probablemente la cosa más parecida a <i>Twin Peaks</i> que hay en televisión es <i>Los Simpson</i>. Ellos también han dejado de lado las reglas para conseguir distintos niveles de referencia y de género. Esas dos series están detrás de casi toda la ficción que vemos hoy en día en TV.” Podéis ver la influencia de ambas desde en <i>The Office</i> (a la vez sitcom, documental, romántica y la mezcla de estas tres), hasta las esperadísimas comedias estadounidenses como <i>Arrested Development</i> y <i>30 Rock</i>. </div>
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Un nuevo enfoque</h2>
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Pero al contrario de esas series <i>Twin Peaks </i>era algo realmente impredecible, porque fue creada en un entorno también impredecible. En otras palabras, los creadores no tenían ni idea de cómo iba a seguir. Lynch fue muy intuitivo durante el rodaje. Un ejemplo perfecto es que Bob, el villano principal, fue creado durante la marcha; Lynch vio al encargado de vestuario, Frank Silva, en el dormitorio de Laura Palmer e instintivamente grabó una toma de él agachado tras la cama. Después, mientras filmaban la escena de la madre de Laura gritando mientras se despierta de un sueño, se dieron cuenta de que Silva se reflejaba accidentalmente en el espejo situado justo detrás de ella. Lo dejaron ahí, y Bob, uno de los más terroríficos personajes de la historia de la televisión, había nacido. </div>
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Podéis ver este enfoque <i>ad-hoc</i> en las tramas en <i>Perdidos</i>, claro está, que casi parece estar desarrollándose sobre la marcha, pero la franqueza de Lynch en este tipo de desarrollo dio lugar a un enfoque más orgánico de hacer series de televisión, lo que se puede ver en <i>The Wire</i>, que usó actores amateurs en escenas de calle y cosechó las recompensas del realismo que supone la improvisación. </div>
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Kimmy Robertson, que interpretó a Lucy Moran en <i>Twin Peaks</i> recuerda el enfoque fuera de reglamento de Lynch: “Cuando él dirigía una escena, lo hacía a través de la ósmosis. Controlaba los sentimientos de todos en la habitación y luego nos preguntaba cómo diría algo nuestro personaje, cómo serían las cosas si la escena estuviese sucediendo de verdad. No sueles ver cosas así en televisión. Fue mágico.” </div>
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Este enfoque hizo que la serie entera pareciese un sueño. Daba lugar a que enanos que hablaban al revés dieran pistas al agente Cooper mientras dormía sin que pareciese una chifladura, aunque es fácil olvidar cómo esas escenas trastornaron al público en ese momento. Pero la atmósfera general de la serie era surrealista. Era original, extraña, sin una estructura lineal… el equivalente a un viaje de LSD en televisión, haciendo cosquillas a tu subconsciente.</div>
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<a href="https://2.bp.blogspot.com/-PTin-EdtJGQ/WUlY6z7HF9I/AAAAAAAAAgY/gN6Dge9VGyAdiLgotAzZ4FJmBi04fS1DwCLcBGAs/s1600/aud.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="267" data-original-width="400" height="266" src="https://2.bp.blogspot.com/-PTin-EdtJGQ/WUlY6z7HF9I/AAAAAAAAAgY/gN6Dge9VGyAdiLgotAzZ4FJmBi04fS1DwCLcBGAs/s400/aud.jpg" width="400" /></a></div>
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Esta sensación psicodélica fue reforzada por la maravillosa cinematografía, la inquietante banda sonora de Angelo Badalamenti y también por el ritmo narcótico de la acción. Twin Peaks avanza lentamente, cada escena se toma su tiempo, la cámara persiste sobre la acción, dando forma a expectación y tensión, algo muy notable en la primera escena de la segunda temporada, en que el agente Cooper está tumbado, herido en su habitación del hotel, y un hombre anciano encargado del servicio de habitaciones tarda cerca de 10 minutos en hacer algo al respecto. Es un ritmo hipnótico y tenso que han tomado prestado en <i>Mad Men</i>. </div>
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“Creo que el ritmo es la clave,” dice Lawson. “El aviso que más recibes en televisión es ‘¡Ritmo, ritmo, rimo!’, algo que viene dado por el miedo a que el espectador acabe cambiando de canal. En <i>Los Soprano</i> el ritmo fue prácticamente helado durante temporadas enteras, y esa es una de las cosas que se supone que no debes hacer en televisión. Esa fue precisamente una de las grandes innovaciones que aportó <i>Twin Peaks</i>.” </div>
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Robertson recuerda sentirse conmovida por ese rodaje tan atmosférico: “Cuando hicieron recorrer la cámara a lo largo del instituto vacío… No recuerdo haber visto algo parecido antes. A eso se le llamaba malgastar el rodaje.” Echad un vistazo a la nueva serie de Steve Coogan y Rob Brydon’s, <i>The Trip</i>. Es de una combustión tan lenta que casi parece que no esté sucediendo absolutamente nada. Este desafío a la supuesta impaciencia del espectador era algo impensable antes de <i>Twin Peaks</i>. </div>
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Esta atmósfera tan cargada permitió también dar lugar una serie de un erotismo único. Las mujeres ahí se movían lentamente, actuaban con chulería y eran muy atractivas y tentadoras. ¿Joan Holloway, de <i>Mad Men</i>? Ni hablar. Audrey Horne es la <i>sex symbol</i> por antonomasia de la historia de la televisión. Interpretada por Sherilyn Fenn, Audrey era la <i>femme-fatale</i> del instituto, vestida a la moda supuestamente inocente, propia de los años 50 (tobilleras, zapatos de montar, faldas escocesas, suéteres ajustados) que, por supuesto, como Joan Holloway, sirvió para destacar la sexualidad que rugía en su interior. La escena en que Audrey hace un nudo en un rabito de cereza usando solamente su lengua se convirtió en algo legendario.
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<br />Rompiendo las reglas</h2>
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Mientras que la mayor parte del melodrama tenía un carácter irónico, la atmósfera tensa de la serie hacía que cuando la trama avanzaba resultase devastadora. La escena en que los padres de Laura descubren que ha muerto es casi insoportable. Cuando la prima de Laura, Maddy, empieza a tener visiones de Bob, el terror que siente hiela la sangre. Este tipo de representaciones de emociones extremas fueron mucho más allá de lo que estaba establecido en televisión. En los distintos temas se encontraban la adicción a las drogas, el sexo adolescente, el abuso de menores, los asesinatos en serie, la tortura, el fetichismo, la locura, las enfermedades mentales… los límites extremos de la naturaleza humana. </div>
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Había una trama general y comprensible para mantener a la gente enganchada (¿Quién mató a Laura Palmer?) pero, a pesar de eso, no parecía que los creadores tuviesen en mente ofrecernos pronto la respuesta. “Lynch se tomó la libertad de poder desviarse mucho de la trama principal,” dice Lawson. “No habría sorpresa hoy día en una serie así, en la que nunca supiésemos la resolución, pero al mismo tiempo fue algo muy atrevido.” </div>
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Este enfoque despreocupado fue revolucionario. Como dice Lawson, “El productor de <i>Los Soprano</i>, David Chase, habla sobre las reglas del guión que se imponían a los escritores y productores, como tener personajes principales simpáticos, todo había que quedar resuelto y dejar al público sin ninguna duda. Y esto <i>Twin Peaks</i> lo ignoró o acabó con ello.” </div>
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Los trastornados personajes de <i>Twin Peaks</i> demostraron que elementos complejos e incluso antipáticos podían incluso ganarse el cariño del público, algo que se traslada también a los personajes de Tony Soprano y de Jimmy McNulty de <i>The Wire</i>. Por lo que respecta a las tramas intencionadamente enrevesadas sin rastro de una resolución rápida de <i>Twin Peaks</i> (¿recordáis cuando el comandante Briggs cuenta al agente Cooper que ha detectado una señal del espacio exterior diciendo que las lechuzas tienen algo que ver con el asesino?), bien, es imposible pensar en que las múltiples tramas de <i>El ala oeste de la Casa Blanca</i> pudiesen existir sin <i>Twin Peaks</i>, lo mismo para la sobrecarga de rarezas de <i>Doctor en Alaska</i> o de <i>Perdidos</i>. </div>
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Antes nadie había visto nada como <i>Twin Peaks</i>, y tampoco nadie tenía la más mínima idea de qué iba todo eso. O mejor dicho, no importaba. “Nos enseñó que al público no le importa no saber exactamente qué está ocurriendo”, añade Lawson. “En <i>Urgencias</i> había muchas referencias médicas que la gente no era capaz de entender, pero era una confusión agradable. En cosas como <i>El evento</i> no tienes idea de lo que está sucediendo, y esa es la clave.” </div>
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Al final, la serie empezó a restringirse. Mientras el deseo del público de saber quién era el asesino rozaba el límite, ABC ordenó a Lynch y a Frost desvelar el misterio durante la segunda temporada. Una vez se supo, la serie murió rápidamente. Lynch comentó, “Lo que le ocurrió a Laura Palmer era el ganso que escondía el huevo de oro. Y entonces, la ABC nos hizo cortarle la cabeza al ganso.” </div>
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<a href="https://4.bp.blogspot.com/-Rsx4Jntiia4/WUlZFEv-nLI/AAAAAAAAAgc/fb03UaAR6XwU5pHg3xWHpDNVoysY9UVkgCLcBGAs/s1600/yop.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="432" data-original-width="348" height="320" src="https://4.bp.blogspot.com/-Rsx4Jntiia4/WUlZFEv-nLI/AAAAAAAAAgc/fb03UaAR6XwU5pHg3xWHpDNVoysY9UVkgCLcBGAs/s320/yop.jpg" width="256" /></a></div>
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Pero el gran revuelo ya estaba montado. En <i>Twin Peaks</i> podía suceder cualquier cosa; esto fue muy importante a la hora de demostrar que las series de televisión podían ir más allá de lo convencional y seguir siendo un éxito. Al negarse a dárselo todo masticado a los espectadores, la gente acabó por engancharse más. Como comenta Robertson, “La gente solía ver la televisión para pasar el rato y, si no, cambiaba de canal. El público de <i>Twin Peaks </i>se tomó las cosas mucho más en serio.” </div>
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Verla a día de hoy sigue siendo una experiencia, más que algo para pasar el rato. Al igual que <i>The Wire</i>, obliga al público a involucrarse y no perderse ni un segundo. “Fue una cuestión de confianza,” dice Lawson, “Se trataba de confiar en el creador, y de confiar en el público para que éste le siguiera.” </div>
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La ficción televisiva jamás volvió a ser lo mismo, y viviendo en una época de series estadounidenses de alta calidad como las de hoy en día, hay mucho que agradecer a <i>Twin Peaks</i>. </div>
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<i>[Este artículo es una traducción del original, </i>"TV would never be the same again..." <i>escrito por David Dean y publicado en la revista Shortlist el 18 de noviembre de 2010]</i></div>
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David A.http://www.blogger.com/profile/17012896445858273776noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-9189419771153671823.post-16849639495639469602017-06-12T22:41:00.000+02:002017-06-12T22:41:47.005+02:00Hideout, de Masasumi Kakizaki<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://3.bp.blogspot.com/-8jTfq6S8ZtE/WTfCcLUPQWI/AAAAAAAAAfk/TqgnvysMblMMJbrRufnpIVLpJyv-P5rGACLcB/s1600/hideout.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="463" data-original-width="332" height="400" src="https://3.bp.blogspot.com/-8jTfq6S8ZtE/WTfCcLUPQWI/AAAAAAAAAfk/TqgnvysMblMMJbrRufnpIVLpJyv-P5rGACLcB/s400/hideout.jpg" width="286" /></a></div>
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<i>"Lo enterraré todo y volveré a empezar"</i></div>
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Del amor al odio. Del deseo al hartazgo. De la paciencia al desbordamiento. <i>Quien espera desespera</i>, decía Leopardi. Son muchas las cosas, los detalles, los guiños que se atisban en un contenido aparentemente tan sencillo, tan visto, tan manido en sus recursos. Pero eso deja de importar cuando, pese a todo, la huella que deja es profunda. Una cicatriz con historia, unas palabras pronunciadas al tuntún que devienen un mantra inolvidable a pesar de los años.</div>
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<i>Hideout</i> (Masasumi Kakizaki, 2010) es una obra de terror que se desenvuelve con comodidad en unos parámetros muy clásicos del género; ni es original en exceso ni mucho menos sorprendente, porque estamos muy familiarizados con aquello que propone; tampoco juega en la liga del terror oriental, pese a su origen, sino que responde más bien a los estándares occidentales. Un personaje con un pasado oscuro, un bosque espeso, una gruta aparecida de la nada, un ser vomitivo a la expectativa y con serios visos de llevarse el gato al agua, sangre, desmembramientos. Es la inocencia y la ignorancia contra lo maléfico y la perversión; nada que ganar, desde luego. Sin embargo, la apuesta de Kakizaki queda clara desde el principio y sin ambages, por lo que uno entiende que no pretende escurrir el bulto ni darnos gato por liebre: la premisa es cristalina, o lo tomamos o lo dejamos. </div>
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Una vez aceptado el reto, toca descender. Y cuando parece que hemos tocado fondo entre arranques de locura, seres infernales y violencia desatada, nos damos cuenta de que aún no tocamos el suelo. Que aún queda más por sufrir y que, como ya advirtió cierto poeta, el lugar más profundo del Infierno no quema, hiela. En <i>Hideout</i> el hielo quema más que el propio fuego, el que arde en las grutas laberínticas, los muñones gangrenados y el olor a sangre y fluidos hediondos. Precisamente, jugando con una dualidad intrigante, es cuando la oscuridad se disipa y la acción se traslada a la extraña calidez de la gran ciudad cuando peor nos hace sentir. Ahí entran en juego los personajes de verdad, no las caricaturas que luego sufrirán lo indecible, distorsionados y transformados en un monstruo más. No se trata de un drama blanco y relativista. A Seiichi, nuestro protagonista, lo descubrimos como un pobre desgraciado pisoteado y tratado injustamente por un error... ¿suyo, de verdad? Que cada uno decida lo que quiera. Es ahí donde Kakizaki se luce, en las relaciones entre los personajes, en intuir que hubo luz (esa mirada de Miki en el hospital, los momentos en familia) antes de que todo se torciese y también en otorgar una cierta complejidad a los individuos a base de pinceladas a priori superficiales y que pueden no convencer demasiado a algunos lectores. El autor no nos da nada masticado, algo que siempre es bueno, pero tampoco queda claro si es un recurso deliberado o un efecto secundario de la linealidad de la historia y el planteamiento.</div>
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<a href="https://4.bp.blogspot.com/-FVj8VPdntmg/WTz5dHIyCQI/AAAAAAAAAf4/3jY3VLlHRWQSHPtLQb5nMSEtZKpY2vAbwCLcB/s1600/hideout2.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="920" data-original-width="1280" height="287" src="https://4.bp.blogspot.com/-FVj8VPdntmg/WTz5dHIyCQI/AAAAAAAAAf4/3jY3VLlHRWQSHPtLQb5nMSEtZKpY2vAbwCLcB/s400/hideout2.png" width="400" /></a></div>
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Las comparaciones con los maestros del género son inevitables, y más viniendo de alguien que se ha pasado horas y horas leyendo a Junji Ito y compañía hasta la madrugada. En parte me gustaría decir que<i> Hideout</i> toma como referencia a los mejores... pero no, no lo hace. Y quizá sea esta su mejor baza. Junji Ito son palabras mayores, desde luego, y sus historias son mucho más retorcidas y sorprendentes aunque a veces las situaciones se le vayan de las manos (el Kurozu-Cho madmaxero del final de <i>Uzumaki</i> cuesta de olvidar). Aquí estamos ante algo distinto. Si los acontecimientos se agarran a lo sangriento y a lo decadente, su representación del horror también. Aquí no encontraremos transformaciones imposibles ni personajes surrealistas, pero aun así la incomodidad y la repulsa están ahí, solo que enfocados desde un punto de vista más visceral. </div>
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El dibujo es excelso, virtuoso, sin duda lo mejor de todo; los juegos de luces y (sobre todo) sombras impactan desde el principio y las composiciones son de sobresaliente. Tirando de sinceridad, no pocas veces salva el dibujo un resultado que, de sustentarse sólo en el guión, quedaría a medias. <i>Hideout </i>acaba pecando de previsible, y aun así es difícil no devorarlo, avanzar página tras página movido por la curiosidad. Pero el problema es siempre el mismo: no hubiese estado de más una mayor profundización en ciertos personajes de quienes no acabaremos sabiendo nada. Imaginar es estimulante y gratificante, sí, pero hay veces en que un producto debe ofrecer algo más o corre el peligro de no colmar las expectativas generadas por una premisa. A una historia como esta le sienta como un guante la simbología, los pequeños detalles, la capacidad de mover al lector a indagar entre líneas.</div>
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Sigo pensando que la marca que deja es profunda (que no trascendental) y más cuando uno juega a identificarse con los protagonistas y se siente partícipe de su desamparo, de su dolor y de la crudeza de los acontecimientos que transforman sus vidas para siempre. O que, visto de otra manera, desatan lo peor que hay en ellos, el mal latente en todos y cada uno de nosotros. Queramos o no, en ciertas edades, dejada atrás la adolescencia y en plena edad maldita, hay cosas que tocan mucho más la fibra.<br />
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En definitiva, que lo más fácil sería criticar esta obra por lo poco que innova, por no decir nada nuevo y por caer de una manera bastante ruda en los tópicos del <i>slasher</i>. Todo eso es verdad, para qué nos vamos a engañar. Pero siendo el dibujo tan excepcional, es imposible no sentir curiosidad por la obra de Kakizaki, y ahí están <i>Bestiarius</i>, <i>Green Blood</i> o <i>Rainbow </i>para seguir explorando este brutal estilo. ¿Y <i>Hideout</i>? Pues una lectura rápida, adictiva y, de ser un poco empático, capaz de sacar a flote sentimientos incómodos. Más que suficiente para unos, algo insuficiente para otros. Una obra más que correcta, pero que le falta algo más de empuje, algo más de atrevimiento, algo más de mala leche para ser redonda.<br />
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<a href="https://3.bp.blogspot.com/-p9MJZXqQies/WTz64dlrRgI/AAAAAAAAAgE/AGjUHTvDiXch7xSgWv9zccixbjqXxNVtgCLcB/s1600/Hideout%2BKakizaki%2Bviejo.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1044" data-original-width="1456" height="286" src="https://3.bp.blogspot.com/-p9MJZXqQies/WTz64dlrRgI/AAAAAAAAAgE/AGjUHTvDiXch7xSgWv9zccixbjqXxNVtgCLcB/s400/Hideout%2BKakizaki%2Bviejo.jpg" width="400" /></a></div>
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David A.http://www.blogger.com/profile/17012896445858273776noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-9189419771153671823.post-14048709197941384572017-05-29T12:18:00.000+02:002017-05-30T10:26:21.069+02:00El gran dios Pan, de Arthur Machen<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://3.bp.blogspot.com/-eSqLOvm8RXE/WQRcwC_oRNI/AAAAAAAAAfA/QFhM1T2e9X03wp8S_UPAf6IYomXHj2eqgCLcB/s1600/grandiospan.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="400" src="https://3.bp.blogspot.com/-eSqLOvm8RXE/WQRcwC_oRNI/AAAAAAAAAfA/QFhM1T2e9X03wp8S_UPAf6IYomXHj2eqgCLcB/s400/grandiospan.jpg" width="251" /></a></div>
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<i>"Y también olvidé que cuando las puertas del alma se abren de par en par puede entrar por ellas algo para lo que no tenemos nombre"</i></div>
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¿Existe Dios? ¿Hay algo más allá de los límites estipulados y convenidos por la racionalidad moderna? ¿Nos espera un mundo distinto una vez exhalemos patéticamente (o no) nuestro último aliento? Puede que la pregunta más interesante sea otra: ¿Convive algo de todo esto con nosotros? ¿Tendrá razón el folclore allende su habilidad de configurar metáforas más que acertadas? Lo fácil es correr un velo, dejar en el aire toda hipótesis para luego, lavarnos las manos y seguir confiando ciegamente en que el mundo, de millones de años de existencia, cabe en la palma de nuestras manos como mucho centenarias (porque no, ni somos romanos, ni medievales y tampoco renacentistas), que ningún misterio escapa al luminoso razonamiento del hombre occidental moderno.<br />
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Arthur Machen fue un hombre de fe; no solo la que todos damos por supuesta, sino también fe en esa realidad invisible y aparentemente imperceptible. Al igual que haría su más brillante sucesor, ese denominado maestro de Providence, este galés orgulloso de su condición articuló un imaginario apenas concreto pero sí poderoso, atractivo y atrayente, desquiciante y al mismo tiempo incluido con total naturalidad en su contexto, el de una Londres victoriana que ya empezaba a dejar de creer. O, mejor dicho, que empezaba a creer en otra cosa. El monstruo industrial, impulsado por la energía generada desde sus engranajes recién engrasados, se disponía a arrasar con todo. Y en medio de fútiles sacadas de pecho, autoproclamaciones de pseudo-divinidad y la seguridad de que el mundo y todas sus fuerzas se habían rendido al poder de la razón, humana y por lo tanto peligrosamente caduca, algo surge. Un poder arcano, un todo con la madre Naturaleza que ha sido negado por contradecir los convenios seculares. Pero ahí está, y no es vengativo, ni perseguidor. Simple y llanamente, está. Ahora bien, encontrarlo y resistir su influjo es harina de otro costal. Y esto nos lleva al principio: el hombre jugando a ser Dios, cruzando líneas indebidamente con el afán de ver más. Porque somos curiosos, naturalmente, y a veces esto puede jugar malas pasadas.<br />
<br />
<i>El gran dios Pan</i> es esto y mucho más. Pero, en esencia, es el relato de una lucha. Lucha que seguimos viviendo hoy, en este tan cacareado siglo XXI, y cuya victoria parece pertenecer al bando incrédulo, o crédulo según se mire, siempre necesitando reafirmarse y sacar pecho constantemente para reforzar su proclama. Mal asunto. Machen enfrenta aquí al hombre de su tiempo con un poder atemporal que ni siquiera él tiene interés en definir. Llamadlo Pan, llamadlo X, llamadlo Y. Es algo eterno, es el Bob que reptaba entre los sicomoros dando caza a reinas de instituto a principios de los 90, son los Antiguos estériles que a día de hoy nos hacen partícipes de cacerías interminables, es aquello que inspiró la melodía que haría enloquecer a Erich Zahn. Quizá lo más interesante, narrativamente hablando, sea la ausencia de protagonistas. Que confluyan las vidas de personajes lo suficientemente blancos como para no arrebatar el protagonismo a lo que de verdad importa. Machen, cualquiera lo diría, no siente un amor especial hacia ninguno de ellos, pero aun así se nos descubren como tipos con quienes no cuesta sentir empatía. Al fin y al cabo, a ellos nos liga la condición, la semejanza, la curiosidad y el impulso.<br />
<br />
Si estáis dispuestos a jugar, <i>El gran dios Pan</i> os espera con los brazos abiertos. No solo hace gala de una prosa limpia y refinada, sino que sus diálogos son creíbles, ágiles y llevan el peso del misterio. Es el boca a boca hecho relato, y lo críptico, lo oscuro y lo indescifrable vienen incluidos. Las piezas están ahí, y el trabajo del lector es encajarlas con el objetivo de saber más. De saberlo todo, diría, pero eso es imposible. Porque los misterios, y ahí toca tirar de diccionario y darnos un tirón de orejas, no tienen resolución, a diferencia de los enigmas. Uno puede divagar eternamente acerca de ellos, aproximárseles más o menos, pero una respuesta lógica y científica no es posible. Ahí reside el talón de Aquiles de los personajes, y también el nuestro. Acercarse a este relato con el objetivo de que se nos descubra el pastel es perder el tiempo; hacerlo con el deseo de disfrutar de un viaje intrincado, oscuro y adictivo sin dar demasiada importancia al destino es, en cambio, la mejor manera de dar la mano a Machen.<br />
<br />
Sí, se nota en Lovecraft su influencia. La idea de un horror total, de entidad propia, que se abre paso entre los resquicios de la cordura hasta desintegrarla por completo. Más allá de eso, las diferencias son reseñables. Aquí el horror no es cósmico, no viene de otro mundo, no es ajeno a nuestra naturaleza. Todo lo contrario: es parte inseparable de ella. ES ella. Quizá por eso esto puede resultar más familiar que, pongamos, <i>Hongos de Yuggoth </i>o <i>El color que cayó del cielo</i>. Porque, después de todo, en su carácter abierto y abstracto reside la posibilidad, que existe, de que en todo cuanto nos relata haya parte de verdad. Porque la razón quizá nos haya hecho olvidar a los monstruos, sí. O por lo menos lo intenta. Pero cuando aparecen tipos como Murakami, King o el mismo Machen nos damos cuenta de que basta con abrir un poco la mente (de verdad, no esas patrañas que nos vende la prensa, ya inherentemente sensacionalista) para ver que, más allá, hay toda una realidad por descubrir. Oscura, peligrosa, prohibida, reveladora. Bienvenida sea. </div>
David A.http://www.blogger.com/profile/17012896445858273776noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-9189419771153671823.post-63894729779936893652017-05-17T11:34:00.000+02:002017-05-18T20:59:46.975+02:00El cazador de sueños, de Stephen King<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://3.bp.blogspot.com/-G2_TSJHnGTE/WRwUp3Bm2oI/AAAAAAAAAfU/dhA9Hd6FZ2k_FskFjIRmBJ3VgRYqUG7TgCLcB/s1600/cazador.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="400" src="https://3.bp.blogspot.com/-G2_TSJHnGTE/WRwUp3Bm2oI/AAAAAAAAAfU/dhA9Hd6FZ2k_FskFjIRmBJ3VgRYqUG7TgCLcB/s400/cazador.jpg" width="262" /></a></div>
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<i>"A veces sólo se cree en la oscuridad. Entonces ¿cómo se sigue viviendo?"</i></div>
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Blanco y rojo combinan a la perfección. Que se lo digan a los sinestésicos. El primero es símbolo de pureza, y el segundo, entre otras cosas, de la pasión. Y la pasión, a pesar del daño que han hecho a nuestro inconsciente semántico los culebroneos mediáticos, no está exclusivamente ligada a la clásica imagen de los amantes dando vueltas en la cama; la pasión es algo más, y en el cristianismo, sin ir más lejos, encontramos un ejemplo bien claro de ello. La pasión puede ser también sufrimiento, algo muy sentido, algo doloroso. Algo que quiebra la calma, que viola la pureza y que pone los sentimientos al límite.</div>
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<i>El cazador de sueños</i> juega con esa dualidad, y ahí reside su grandeza. Porque la tiene, allende críticas y detractores que han cargado contra ella más por lo que no fue que por lo que realmente es. Se considera una novela menor, y sí, quizá lo sea. Por un desarrollo irregular, por premisas desaprovechadas, pero también porque con ella King se pone la máscara de hockey y dejar caer sobre su hombro el mango de un hacha que babea de ganas de cercenar extremidades. Porque aquí no hay ni cariño ni compasión; o sí, pero no son suficientes como para evitar que el buen hombre arrase con todo en la que es, desde luego, una de sus novelas más crueles. Crudas. Ásperas.</div>
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Blanco y rojo. O lo que es lo mismo: sangre y nieve. La combinación, poética como ella sola, guía la parte más sólida, consistente y brillante de todo el conjunto. Jonesy, Henry, Beaver y Pete, cuatro individuos unidos por una amistad íntima, representan esta pureza a pesar de pertenecer a un mundo donde priman las sombras sobre las luces. Sobrepasan la treintena, sus vidas rozan el desastre o, en el mejor de los casos, nadan en la mediocridad. Los sueños se rompen, las metas devienen imposibles, las aspiraciones se convierten en una broma, un chiste viejo y sin gracia como las bromas estúpidas de los programas de zapping. Sin embargo, los cuatro protagonistas mantienen viva la llama, el nexo con esas lejanas tardes jugando a cartas mientras la lluvia se estampa en las ventanas, las promesas para toda la eternidad, la sensación de que los lazos resistirán cualquier embate y que el futuro, que entonces pinta bien porque parece tener mucho que ofrecer (ese grupo de rock que montaremos en el instituto, el primer beso, los viajes sin los padres), todavía está por llegar. Y mientras no llegue, a disfrutar de ese tesoro que es la infancia y la pre-adolescencia. Es algo que quizá las generaciones más recientes no lleguen a entender, con ese afán enfermizo de crecer antes de tiempo y de ser objeto de atención permanente, pero para tipos como los protagonistas de este libro la cosa está muy clara. Una vez al año, tan solo una, se reúnen los cuatro en una cabaña en el bosque. Y ahí repetirán los mismos chascarrillos de hace veinte años, recordarán esos momentos que en la mente del niño son y seguirán siendo verdaderos hitos aunque en realidad no fueran nada del otro mundo. Esos momentos son el blanco, la permanencia de la pureza, lo inocente.</div>
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¿Y el rojo? ¿Qué es el rojo? Pues King, nada más y nada menos. Por primera vez, me atrevo a decir, King es el rojo. Escrita tras el tristemente célebre accidente que tanto marcaría su vida y sus obras, <i>El cazador de sueños</i> es una deriva cruda y fría de lo que hasta entonces había venido siendo "el modelo". Porque aquí a King le da igual matar al personaje más carismático y querido de todo el elenco mucho antes de llegar al ecuador de la historia; aquí a King le importa un pimiento que quienes acaben adoptando el rol protagonista sean dos personajes sombríos y anodinos con quienes el lector difícilmente logrará empatizar; aquí a King se la trae al pairo la fuerza de la verdadera amistad. No es <i>El cuerpo</i>, ni <i>It</i>, aunque pueda parecerlo y, en efecto, logre crear un vínculo igual de fuerte que aquel que unió en su día a los Perdedores. La diferencia, puede, es que en <i>El cazador de sueños</i> ya no creía en esa fortaleza. Y eso, ante el horror que en el libro se desata, tiene consecuencias fatales.</div>
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Quizá sea cierto que, alcanzado cierto punto, la novela se convierte en algo que roza lo soporífero. Lo gris. Lo innecesario. Realmente no importa qué sucede, porque cuando esa luz se apaga nos desconecta por completo de la trama, y seguiremos leyendo a lo mejor porque el señor escribe bien y, si somos curiosos, no podemos dejar de querer saber más. En el peor de los casos, lo haremos por inercia. Pero está claro que, roto el vínculo, uno podría cerrar el libro sin más, adiós muy buenas y a otra cosa, y olvidarse de lo que prosigue.</div>
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Es comprensible que <i>El cazador de sueños</i> no guste, aún más en el caso de los incondicionales de Stephen King. Leerla equivale a un sopapo inesperado, como cuando ese profesor tan bueno, generoso y comprensivo te clava un suspenso sin entender por qué. Se trata de la misma persona, faltaría más, pero hay algo distinto; y quizá el problema no sea de él sino de nosotros, por no haber sido realistas, por no contemplar la posibilidad de que esa magia, como en la vida real, se disipe frente a un frío muro de cemento.</div>
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King, a esta novela, quiso titularla <i>Cáncer</i>. Su esposa lo disuadió, pero en el fondo es el título ideal, el que mejor cuaja con aquello que nos narra. Y ese cáncer es rojo. Por el dolor, por la sangre, por el cuerpo extraño que inadvertidamente se abre paso en el terreno sagrado de los protagonistas para opacar la luz, la de la amistad, la que brilla con intensidad desde el pasado. Si en <i>It</i> esa luz servía a Bill, Ben, Richie y compañía para derrotar a Eso no una sino dos veces, en <i>El cazador de sueños</i> las cosas no van del todo así. Hay cierto éxito, pero lo empañan el dolor y la pérdida; parte de la luz llega a sobrevivir, pero ya únicamente como un recuerdo y no como un rescoldo del pasado.</div>
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Más allá de esto están el ruido, los artificios y los tipos duros al más puro estilo película de Michael Bay. También los dilemas internos de quienes, por suerte más que por fortuna, siguen siendo conscientes del desastre. Y por supuesto, están también las deliciosas referencias a un pasado todavía más lejano, con cierto mensaje que aún hoy es objeto de debate y que, sea cierto o no, confirma que al señor King, si algo lo movía cuando escribía esto, fue un pesimismo tan gris como el muro en que se estrellan los sueños. Misma mierda, diferente día.</div>
David A.http://www.blogger.com/profile/17012896445858273776noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-9189419771153671823.post-11255074830976553432017-04-13T22:59:00.002+02:002017-04-13T23:13:35.463+02:00Nocturna, de Guillermo del Toro y Chuck Hogan<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://4.bp.blogspot.com/-PRioH1RsxDU/WO_jwv3LeDI/AAAAAAAAAew/317Y76IyHl0_2q3tJz259jGebCF0isrBQCLcB/s1600/nocturna.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="400" src="https://4.bp.blogspot.com/-PRioH1RsxDU/WO_jwv3LeDI/AAAAAAAAAew/317Y76IyHl0_2q3tJz259jGebCF0isrBQCLcB/s400/nocturna.jpg" width="258" /></a></div>
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Tengo que comenzar dejando claro algo que, por supuesto, de bien seguro ha determinado mi experiencia: detesto las historias de "infectados", apocalipsis zombis, plagas y demás. Como excepción que confirma la regla, señalo los videojuegos de Resident Evil por ser mi primerísimo contacto con este mundo y la fantástica <i>28 días después</i> con que Danny Boyle dio una vuelta de tuerca al género y puso las bases, me atrevo a decir, de todo cuanto vino después. Que no ha sido poco, ni siempre bueno, precisamente. </div>
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Tampoco voy a mentir si digo que puse las manos sobre <i>Nocturna</i> motivado por <i>The Strain</i>, la serie que surgió de los libros y que aún hoy sigue en antena. No me fascinó, ni mucho menos, pero sí había algunas cosas que aunque solo estéticamente me acabaron llamando la atención. Eso, naturalmente, despertó un cierto chispazo de curiosidad hacia las novelas y, tras la experiencia con <i>Nocturna</i>, que se correspondería básicamente con los acontecimientos de la primera temporada de la serie, puedo decir que la curiosidad se ha esfumado sin muchos miramientos. Normal. Ya lo dicen: "Si no sabes torear...".</div>
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Soy consciente de que existe una gran aura divina alrededor de Guillermo del Toro. Una aura de genio intocable, de rey Midas. A mí, personalmente, jamás me ha conquistado. Visualmente sus películas me parecen estupendas, con unos diseños artísticos geniales y unos personajes que pasarán a la historia, qué duda cabe, del género de lo fantástico (el hombre pálido, de <i>El laberinto del fauno</i>). Ahora bien, a nivel narrativo sus historias se me hacen particularmente sonrojantes, y puedo apuntar, sin ir más lejos, a la misma historia de Ofelia. Su idea del bien contra el mal está muy verde, y buena muestra de ello es la caracterización, en esa película, de los hombres del bando nacional-franquista y la de los republicanos. No sé en qué se basó ni quién lo asesoró, pero no hubiese estado mal dejar a un lado ese maniqueísmo enfermizo que se viene sufriendo desde hace años y que, qué queréis que os diga, recuerda bastante a los panfletos audiovisuales de los 40/50 pero a la inversa. En otras palabras, su manera de narrar me recuerda demasiado a la de un niño pequeño, tanto para lo bueno (<i>Pacific Rim</i>) como para lo malo.</div>
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Pero esto es <i>Nocturna</i>, y de <i>Nocturna</i> toca hablar. </div>
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Quizá en más de una ocasión haya hecho alusión a lo mucho que desconfío de los libros publicados por autores que no son escritores o, dicho de otra manera, autores que se han acercado a la escritura motivados solo porque saben que con su posición social podrán publicar cuanto les venga en gana. El periodista que, por ser conocido, se anima a sacar un libro; el presentador de televisión que, por su cara bonita, sabe que su novela se publicará en lo que canta un gallo; el <i>youtuber</i> de turno que poniendo cuatro chorradas sobre el papel se asegura unos ingresos que echan para atrás. Con la connivencia de las editoriales, faltaría más, las mismas que afirman estar ahí para defender y promocionar la cultura. Las malas experiencias me han llevado a vomitar improperios sobre esta gente y estas políticas, y aunque seguramente generalice y tire por la borda a quien pueda no merecerlo, es algo que me resulta difícil de evitar. Lo más fácil hubiese sido pasar de largo, ignorar este <i>Nocturna</i> y evitar otro dolor de cabeza. Pero aquí uno es tozudo, como un burro. Quizá porque sabía qué me iba a encontrar, y en esto hay cierto masoquismo. </div>
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<i>Nocturna</i> no es una buena novela. En realidad, dista mucho de serlo. Es muy accesible, sin duda (tampoco es que eso la haga buena), pero aun así a veces peca de ser demasiado cinematográfica. En un mismo capítulo podemos llegar a encontrar varios subcapítulos, continuos saltos protagonizados por distintos personajes (algunos de ellos completamente intrascendentes, que solo aparecerán en esa ocasión, y aun así tenemos que tragarnos sus historias). Su estructura, efectivamente, recuerda más a la de un producto cinematográfico y encorsetada ahí una novela no va (y no puede ir) a ninguna parte. Ya se dice que "quien mucho abarca poco aprieta", y bien cierto que es. </div>
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Llegados a este punto, no puedo evitar pensar en lo infravalorado que está el proceso literario. Todo el mundo se anima a escribir aun sin saber, y eso está genial porque por algún sitio se empieza, pero que se publiquen libros que no están a la altura del nivel mínimamente exigido no hace más que normalizar la mediocridad. Parece que cualquiera sea capaz de ponerse a escribir algo de las dimensiones de una trilogía, o una novela coral con muchísimos personajes, cuando apenas se sabe definir a uno de ellos. Hay que ser muy bueno para lograr algo que esté por encima de la media, algo de notable, y no me parece ni medio normal que el debut literario de Del Toro sea precisamente esto. Es como si el primer trabajo de un aprendiz de escultor del siglo XV fuese el monumento funerario del señor de su ciudad. Mucho me temo que la mano de Chuck Hogan escribió más que la del mexicano (cuyo nombre está ahí como lo estuvo en la producción de <i>Mamá</i>), pero lo dejaremos ahí.</div>
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Si os gustó la primera temporada de <i>The Strain</i>, probablemente os guste saber que en la novela los autores se explayan en el desarrollo de la infección en los supervivientes, dando como resultado escenas verdaderamente crudas. Precisamente, de todo el volumen me quedo sin dudarlo con esos momentos. El proceso degenerativo de Ansel Barbour (si habéis visto la serie, es el tipo que más adelante encuentran encerrado en el cobertizo) está representado con mucho acierto, y lo mismo puede decirse, por ejemplo, del capítulo en que Emma, la niña, regresa a casa. Es en estos capítulos donde brilla <i>Nocturna</i>, aunque sea un brillo más bien tímido; ahí sabe jugar con la tensión, crea atmósferas desagradables y bastante opresivas. Son solo destellos, que si bien demuestran que las ideas, no demasiado originales, son bastante resultonas pero no dan para alrededor de 300 páginas.</div>
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A propósito de esto, en no pocas ocasiones (<i>Nocturna</i> es una de ellas), tengo la sensación de que se hinchan las dimensiones de los libros con contenido absolutamente insustancial. Sobra contenido insustancial que únicamente describe situaciones carentes de interés y que, si lo que buscan es servir de panorámica a las vidas de los personajes y profundizar en ellos, no lo consiguen. </div>
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Otro de los problemas del libro, como de tantos otros que inundan las librerías hoy en día, es que da más importancia al qué que al cómo. Es algo que va de la mano de esa falta de tablas que comentaba más arriba, y que pone en evidencia quién es buen escritor y quién no. Para mí, lo más esencial de un libro es que, una vez terminado, me invite a empezarlo de nuevo. O no, pero que me haya dejado huella, fragmentos que desee volver a leer una y otra vez. Para esto es necesario que el autor tenga gracia y estilo propio a la hora de narrar, que no se limite a describir. Es entonces cuando se desvela lo importante que es el cómo, y últimamente lo he apreciado muchísimo releyendo <i>It</i> o <i>Historia de dos ciudades</i>, dos novelas dispares pero que tienen en común haber sido confeccionadas por verdaderos artesanos de las letras.</div>
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Por último, me es imposible no aludir a la ya mencionada dicotomía entre el bien y el mal que expone Del Toro en sus creaciones. Una invasión vampírica que se extiende como un virus zombi y detrás... obviamente, los nazis. No es que sean el origen del mal que toma control de Manhattan pero, cómo no, por ahí tienen que estar para dar más peso al bando de los "malos". A estas alturas, con lo explotado que está el recurso, a mí esto me da muchísima pereza. Entiendo que el trasfondo de Abraham Setrakian lo requiere, pero me parece muy poco imaginativo, recurrente y cansino. Solo le falta poner a un grupo de supervivientes del bando nacional con el gusano dentro cantando el "Cara al Sol" para hacer el cupo. Por supuesto, ya que hablamos de malos inhumanos, cabe decir que la novela la encontraréis etiquetada como de terror, pero más bien por su planteamiento que porque sea capaz de acongojar. Salvo esas escenas incómodas que implican a los supervivientes, el resto no sabe cómo sobrevivir a la saturación de la temática y acaba conformándose con muy poco. Y por supuesto, que no mencione ni una sola vez a los protagonistas no es baladí.</div>
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En conclusión, yo jamás os diré que no leáis algo. Cada uno debe acercarse a las cosas por sí mismo, evaluarlas por sí mismo y finalmente formar su opinión más allá de cuanto digan los demás. Sin embargo, <i>Nocturna</i> no es lo que yo llamaría una novela recomendable. Por lo menos yo no la recomendaría a nadie, excepto a quien esté muy interesado en conocer los entresijos de lo visto en la serie de televisión. Ni siquiera a un fanático del género, porque probablemente no encontrase en ella ni nada nuevo ni nada sobresaliente que le mereciese el tiempo invertido en ella. Pero claro, ya he advertido de que mi relación con este subgénero (o lo que sea) es nula y, con semejantes productos, casi me alegro de que así sea.</div>
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David A.http://www.blogger.com/profile/17012896445858273776noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-9189419771153671823.post-30858117457904793522017-03-17T18:33:00.003+01:002017-04-13T23:08:36.406+02:00Los guerreros de Dios, de Andrzej Sapkowski<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://3.bp.blogspot.com/-uyNs9MkMsXc/WMwHpTirp2I/AAAAAAAAAeI/PhhdQf6mQXoPUXsMEhx2PoO3m30-znDOACLcB/s1600/guerrerosdios_gr.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="400" src="https://3.bp.blogspot.com/-uyNs9MkMsXc/WMwHpTirp2I/AAAAAAAAAeI/PhhdQf6mQXoPUXsMEhx2PoO3m30-znDOACLcB/s400/guerrerosdios_gr.jpg" width="268" /></a></div>
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<i>"Nos estamos quedando sin sueños. Y, cuando muere el sueño, la oscuridad se apodera del lugar que aquél ha dejado huérfano. Pero en la oscuridad, principalmente cuando la razón está dormida, enseguida se despiertan los monstruos"</i></div>
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Las campañas siguen, las batallas se recrudecen. Como bien se especifica en el prólogo, Praga huele a sangre, y sabemos que eso solo puede significar algo: que correrá mucha más. <i>Los guerreros de Dios</i> es la continuación de <i>Narrenturm</i> (que ya fue reseñada <a href="http://derry1957.blogspot.com.es/2017/01/resena-narrenturm-de-andrzej-sapkowski.html" target="_blank">aquí</a>), la primera parte de esta trilogía de iniciación que nos llevaba de la mano del joven Reinmar de Bielau, un joven estudiante, despreocupado, enamoradizo y también mago que se encontraba, sin comerlo ni beberlo, atrapado en un torbellino de dimensiones históricas, exactamente en el ojo de un huracán como fueron las constantes herejías (o mejor dicho, escisiones religiosas) que florecieron en los albores de la época Moderna. </div>
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Tras un primer volumen bastante introductorio (fue, precisamente, uno de los mayores "peros" que le encontré), era necesario que el segundo alzase el vuelo, concretase su trama, definiese mejor a determinados personajes. <i>Narrenturm</i> es una novela espléndida, por gentes como Scharley o el patriarca Sterz, el humor y la diversidad de situaciones y géneros que se entremezclan con bastante maestría; sin embargo, también es cierto que se resiente de algunas carencias que bien podrían quedar justificadas en su continuación. Y así es, efectivamente.</div>
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Desenmascarando fanatismos</h2>
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No es ni mucho menos mi intención analizar la novela bajo el prisma de lo político, pero sí me resulta imposible no entrar en aquello que considero uno de sus mayores aciertos narrativos y que, desde luego, ponen a Sapkowski en una posición bastante elevado en lo que a recreación y sobre todo rigor artístico se refiere. En los primeros compases de <i>Narrenturm</i>, los husitas apenas se daban a conocer. Se sabe, en efecto, que el hermano de Reinmar fue uno de ellos, y tanto el sentimentalismo del protagonista como las simpatías de aquellos con quienes se mueve hacen que en el lector se genere una idea positiva del movimiento. Un grupo perseguido, oprimido por esa Roma que parece encarnar todos los males, unos idealistas que luchan y se sacrifican por un supuesto mundo mejor. Hacia el final, a raíz del encuentro con Ambrós, intuimos que quizá todo eso no es más que un discurso edulcorado. En <i>Los guerreros de Dios</i>, directamente, descubrimos que son monsergas.</div>
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Sapkowski rehuye maniqueísmos infantiles y presenta ambos bandos con riqueza, con sus bondades y sus vicios, que no son pocos. Pronto nos damos cuenta de que los husitas, esos seres de luz, no se achantan a la hora de competir con los papistas a la hora de arrasar aldeas, violar mujeres, matar a niños y sembrar el pánico dondequiera que no se acate su visión de la fe.</div>
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Al fin y al cabo, en este sentido, el libro refleja con mucho acierto al ser humano. Sus necesidad de aferrarse a una única verdad, la locura a la que tantos se entregan a una causa embaucados por discursos que apenas comprenden... De todo esto se desprende algo muy cierto, y es que si algo articula los movimientos, de cualquier tipo (políticos, sociales, religiosos, ideológicos, etcétera), es el deseo de poder, estar el uno por encima del otro. Reconocerlo no debería ser un problema, salvo por el hecho de que echa por los suelos la excusa de ese mundo mejor, de ese bien común que el mismo Sapkowski pone en tela de juicio en diversas ocasiones, la más espléndida de todas un diálogo entre el protagonista y su (finalmente) estimado demérito en los primeros compases de la novela.<br />
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<h2>
Tiempo y cicatrices</h2>
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Uno de los aspectos que más me atraían de <i>Los guerreros de Dios</i> incluso antes de leerlo era la necesaria evolución de Reinmar desde lo visto en el primer tomo. Y digo necesaria porque, precisamente, en <i>Narrenturm</i> era de los personajes menos atractivos, muy por detrás de Scharley, Sansón o De Grellenort, y en absoluto a la altura del rol protagonista; necesitaba, desde luego, un empujón. Empujón que sí, en este segundo tomo recibe y aunque él no lo sepa, muy gustosamente. </div>
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La acción arranca un par de años después de los acontecimientos de la Torre de los Locos, lapso suficiente como para que todo lo vivido (y sufrido, sobre todo) haya arraigado en la personalidad de aquel muchacho soñador, algo bobalicón e incapaz de tomar una decisión que no lo traiga de cabeza (a él y a quienes lo acompañen). En cierto modo, quienes hayáis leído la novela lo estaréis pensando, sí, Reinmar no ha dejado atrás algunas de sus actitudes más reprobables. Su visión política sigue siendo infantil, incluso más que en el tomo anterior ahora que toma parte activamente en el conflicto, y no son pocas las veces en que tipos más curtidos como Scharley lo dejan en evidencia con no poca facilidad. Y sí, sigue tomando malas decisiones. Algunas verdaderamente malas. No obstante, el tipo ha madurado. No pierde tanto el culo (con perdón) por la primera muchacha que se cruza en su camino y algunas de sus acciones las origina un sentido del deber y de la coherencia impensables en el Reynevan que huyó como alma que lleva el diablo de los enloquecidos Sterz. Todo esto es una suerte, porque la historia no hubiese resistido una vez más a aquel mismo Reinmar de Bielau.</div>
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El gran reto, ahora, es ver qué le depara <i>Lux Perpetua</i>. Tengo muchas esperanzas puestas en el desenlace precisamente por cómo el personaje va a evolucionar. Si el salto ha sido evidente en este caso, con momentos en que Reynevan llega a ser irreconocible, lo que esté por venir puede ser verdaderamente grande.</div>
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<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://1.bp.blogspot.com/-rqo9aR-wM6s/WMwNsVKftXI/AAAAAAAAAeY/gjcV8a3I1U8YWVmwAqaW3_glxhe1hW_HQCLcB/s1600/Triunfo%2Bde%2Bla%2BMuerte.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="285" src="https://1.bp.blogspot.com/-rqo9aR-wM6s/WMwNsVKftXI/AAAAAAAAAeY/gjcV8a3I1U8YWVmwAqaW3_glxhe1hW_HQCLcB/s400/Triunfo%2Bde%2Bla%2BMuerte.jpg" width="400" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><i>El triunfo de la Muerte</i>, Pieter Brueghel el Viejo, 1562. ¿Encontráis las portadas<br />
de los libros?</td></tr>
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Por sus obras los conoceréis</h2>
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Respecto al plantel de secundarios, hay un poco de todo. Si Scharley era la estrella de <i>Narrenturm</i>, Sansón lo es de <i>Los guerreros de Dios</i>. No solo gana protagonismo (e irónicamente sin aparecer tanto como en el primer libro) sino que su personaje es llevado al límite, brindando algunas escenas y conversaciones que resultan difíciles de olvidar. Scharley, tristemente, aparece solo de vez en cuando; eso sí, cuando lo hace brilla. Regresan otros como Nicoletta (que, salvo cierto giro que la enriquece, no logra cautivarme) o Tybald Raabe. Del bando enemigo es de celebrar la brillante vuelta de un Birkart de Grellenort que nos muestra muchas de sus cartas, ganando en protagonismo y postulándose como uno de los mejores villanos de la trilogía y también como uno de los mejores del plantel en general. </div>
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También hay nuevas incorporaciones a la altura de las expectativas, como cierta abadesa de armas tomar, los líderes husitas de Bohemia o los nuevos compañeros de viaje de los protagonistas. De éstos no hay ninguno que sorprenda o haga méritos para ser recordado, pero sí que son lo suficientemente consistente y ricos como para evitar los continuos cambios de comitivas que tenían lugar en el primer tomo, que sí, se debían a "exigencias del guión", pero que tampoco daban mucho de sí en la mayoría de los casos.</div>
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Mención aparte merece un personaje que protagoniza un capítulo entero y autoconclusivo, pero que brinda uno de los episodios más completos, memorables e intrigantes de todo el libro. Por las situaciones, los individuos que aparecen, por la resolución de ciertas tramas que parecían olvidadas y por la riqueza con que está relatado. Puede entenderse, incluso, como un relato independiente de corte fantástico y aunque por supuesto está ligado a los acontecimientos principales, no me importaría en absoluto leerlo de vez en cuando por lo bueno e interesante que es.</div>
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Sangre ira y honor, lo que se dice honor, muy poco</h2>
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Si de algo me he alegrado sobremanera leyendo esta secuela ha sido de ver cómo Sapkowski prescinde de los numerosos <i>deus ex machina</i> que tanto de cabeza me trajeron en el primer tomo. Quizá las situaciones no sean tan extremas, pero de este modo las resoluciones ganan en credibilidad y el resultado, en conjunto, es mucho más sólido. En general, el tono del libro gana en seriedad (ya se nos advertía en <i>Narrenturm</i>: "Comienza esta historia de forma amena [...], que no os engañe") y algunos de los delirios del primero se han visto suprimidos en pos de un realismo que le sienta como un guante. No es que prescinda de los elementos fantásticos, ni mucho menos, pero sí que parecen encajar en la historia con mayor lógica. Sirve como ejemplo la maravillosamente macabra escena que abre el último capítulo, todo un homenaje a las Totentänz o danzas de la muerte, que en absoluto desentona como sí podían hacerlo las monstruosas habilidades mágicas de Huon von Sagar.</div>
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Algo que me veo obligado a mencionar pero que tiene más que ver conmigo que con el libro es que en ocasiones el ritmo se rompe. Quizá esto no sea bien recibido, pero no me suelen interesar las escenas de guerra. Me pasa con estos libros, los de <i>Canción de hielo y fuego</i> y con tantos otros del estilo; sencillamente, pierdo el interés en espadazos, batallas campales, escudos, estandartes y griterío constante. Me gusta la acción, los duelos y las sangrías, pero en los enfrentamientos multitudinarios me cuesta enteros seguir el hilo. <i>Mea culpa</i>, no digo que no. </div>
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En todo caso, este aspecto ha afectado sensiblemente mi ritmo de lectura; he adorado los momentos de intriga, las conversaciones, las puñaladas en la sombra, pero no he conectado con esos capítulos en que la acción más frenética toma el testigo. Por supuesto, esto no se lo achaco a Sapkowski, pero sí creo que hay momentos en que se extiende en demasía cuando la situación no necesariamente lo requiere y tampoco sirve enriquece a los personajes.</div>
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Ad finem belli, principium dubiorum</h2>
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Llama la atención, aprovechando el titulillo, la considerable reducción del apéndice en que aparecen anotadas las traducciones de los textos en latín, polaco, checo, alemán u otras lenguas extranjeras insertadas en la narración. Si en <i>Narrenturm</i> todas aparecían traducidas y, en caso de ser necesario, explicadas, aquí algunas brillan por su ausencia. No me parece grave en el caso de algunas expresiones en latín fácilmente deducibles, pero aun así creo que esto se podría haber trabajado más; no es pecado del autor, e imagino que es cosa de la traducción. Traducción, por otro lado, que sigue siendo sensacional a pesar de la ausencia de José María Faraldo. Traducir no es fácil, porque desde luego no consiste en transcribir un texto literalmente sino en hacerlo sentir nuestro cuando lo leemos, y lo aquí logrado por Fernando Otero Macías con una lengua como la polaca es digno de reconocimiento. Salvo algunos anecdóticos y puntuales errores tipográficos, es impecable y sigue lidiando con bastante éxito la gravosa tarea de sacar a relucir el efecto de las variedades dialectales y regionales del idioma original en su adaptación al lector hispanohablante. </div>
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Si ya conocíais la trilogía, probasteis suerte y por alguna razón no terminasteis de congeniar con la propuesta de <i>Narrenturm</i>, merece la pena que le sigáis dando una oportunidad. <i>Los guerreros de Dios</i> es un claro más y mejor, que ya no se siente como un prólogo demasiado extenso sino como una historia madura capaz de plantearnos situaciones realmente peliagudas. Sobre todo para Reynevan, cuya situación personal de cara al siguiente y último volumen hace augurar otro empujón decisivo y me atrevo a decir que radical, que lo exprimirá definitivamente.<br />
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En resumen, la apuesta de Sapkowski por la recreación de ese convulso período que fueron las Guerras Husitas Sigue siendo una curiosa mezcla de géneros histórica y fantástico, pero eso no quita que desde Flaubert y su encomiable <i>Salambó</i> sea una de las más fascinantes aproximaciones a la novela histórica. No por parecido (no tienen nada que ver), sino por el rigor, la originalidad y su riqueza literaria; por la habilidad, por supuesto, de lograr que el lector aprenda y descubra el pasado sin tenerle que vomitar encima el contenido de un manual, simplemente disfrutando de tramas, personajes, giros y puñaladas por la espalda. Todo esto me gustaría ratificarlo con propiedad una vez leída la trilogía completa, pero ahí lo dejo; lo apunto, para ver si luego debo comerme las palabras cuando nos volvamos a leer a propósito de <i>Lux Perpetua</i>. </div>
David A.http://www.blogger.com/profile/17012896445858273776noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-9189419771153671823.post-25509351403340896612017-03-13T13:01:00.000+01:002017-03-13T13:01:05.638+01:00El exorcista, de William Peter Blatty<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://3.bp.blogspot.com/-XpgUO6P7hCw/WMZ3aC52PCI/AAAAAAAAAd4/2FiQF6fxf9YV1Q_Duug6Na0jN8JfdVVPQCLcB/s1600/elexorcista.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="400" src="https://3.bp.blogspot.com/-XpgUO6P7hCw/WMZ3aC52PCI/AAAAAAAAAd4/2FiQF6fxf9YV1Q_Duug6Na0jN8JfdVVPQCLcB/s400/elexorcista.jpg" width="248" /></a></div>
<blockquote class="tr_bq" style="text-align: justify;">
<i>"De vez en cuando se detenía a oír el canto de un petirrojo, a ver revolotear sobre una rama alguna brillante mariposa. No abrió ni leyó el telegrama. Sabía lo que decía. Lo había leído en el polvo de los templos de Nínive. Y estaba preparado."</i></blockquote>
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Existe un fenómeno bastante particular que, según he podido ver, ha sido incluso objeto de estudio. Y no es para menos. Por alguna razón, hay libros que nos atrapan al momento de leer tan solo las primeras líneas; es curioso, extraño y creo que tiene poca explicación más allá de nuestra predisposición a la hora de sumergirnos en ellos. Podríamos hablar de un aura, de un halo, pero no sería más que palabrería. Me ocurrió en su momento con el maravilloso <i>Crónica del pájaro que da cuerda al mundo</i> de Murakami y, como habréis imaginado, también con la novela que da título a esta entrada.</div>
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Los pasos me llevaron a <i>El exorcista</i> por el interés que había despertado en mí la película, aun sin haberla visto. Creo que para muchos, el film de William Friedkin ha sido un elemento tabú de la cultura popular cuando éramos unos niños; en mi caso, por lo menos, oía siempre a los mayores referirse a ella con desdén, si había que mencionarla se hacía muy de pasada y, ante las preguntas de los niños, siempre tan curiosos y a veces impertinentes, resolvían la duda con un "nada, algo que da mucho miedo". </div>
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Es natural que ese misterio despertase en nosotros una actitud de asombro hacia esa historia de la que no sabíamos nada y que, aun así, había logrado captar nuestra atención con una fuerza mayúscula. No sabíamos qué era <i>El exorcista</i>, ni siquiera qué demonios significaba esa palabra, pero tan solo de oírla nos recorría un escalofrío porque, por supuesto, el recelo de los adultos habían puesto en nosotros los huevos del miedo, que eclosionan pronto y a algunos aún nos traen de cabeza a estas alturas. Quizá esté ahí la respuesta a esa fuerza con que la novela me atrajo con sus primeras palabras años después, siendo un adolescente en pleno proceso de exploración del mundo del terror. También hay que reconocer que ver o leer <i>El exorcista</i> en aquel momento era como escuchar a Marilyn Manson: un gesto de disidencia, un puñetazo sobre la mesa con que uno cree decirle al mundo que ya no es un chiquillo y que, además, no se deja asustar por tonterías. Cosas de chavales. Luego uno se da cuenta de que no había para tanto, y que nuestros miedos, los bichejos que aterrorizan a nuestra generación, están por encima de una niña haciendo el puente, como ésta misma lo estuvo de esos Frankensteins, Dráculas u hombres lobo que horrorizaron a los niños de los años cincuenta.</div>
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Pero yendo al trapo, ¿qué tiene el libro que no tenga la película? ¿Merece la pena leerlo si uno ya conoce al dedillo las tensiones internas del padre Karras y las idas de pelota de la pequeña Regan? En este caso es difícil dar una respuesta, ya que ambas versiones son un calco.</div>
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Es ni más ni menos que una buena novela que funciona mejor como un drama que como una historia de terror, y es que los personajes dan mucho de sí y se imponen claramente a las escenas que en la película se sobredimensionaron para convertirla en un producto deliberadamente encajado en el género. Porque la vendieron y la siguen vendiendo como una cinta de miedo, y quién va a negar el mal rollo de ciertas escenas, pero su baza está en cómo gestiona su carga dramática. Lo bueno de <i>El exorcista</i> es que funcionaría perfectamente sin los momentos más locos de la niña. No es que intente quitar peso al componente terrorífico, no es ni mucho menos mi intención, pero personajes como Karras, la madre de Regan o el padre Merrin son lo suficientemente profundos como para que nos interesemos de veras en su progresión o en aquello que acontece a su alrededor; en ningún momento tuve la sensación de querer pasar página hasta encontrar uno de los momentos en que la pequeña aparece mutilándose o vomitando improperios, porque es imposible no dejar de interesarse por quienes sufren las consecuencias de su posesión.</div>
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Chris MacNeil es una actriz a quien el oficio la devora, una <i>baby boomer</i> que siente estar descuidando a los suyos y que tiene la cabeza llena de los pájaros que sobrevolaron Woodstock en el 69. Karras un sacerdote con una profunda crisis de fe que lo convierte en un tipo taciturno, sacudido por el drama familiar. Merrin un anciano jesuita que sabe que algo monstruoso está por llegar, y que se conciencia, férreo, de que pronto deberá librar una batalla decisiva. Hay bastante donde rascar, y a mi parecer el autor lo aprovecha exprimiéndolos de una manera bastante convincente.</div>
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Quizá otro de los puntos a tener en cuenta es que William Peter Blatty va al grano desde el principio. El prólogo ya nos pone en situación, pero es que en la primera página del primer capítulo ya se nos introduce, aunque sea de una manera necesariamente taimada, la influencia del demonio; dicho de otra manera, el ritmo es bueno, desde luego, sin sentirse apresurado o forzado. Todo esto se corresponde lógicamente con un estilo sobrio, sin florituras, que casa bien con lo que uno espera de la novela. En este sentido se nota el contagio del lenguaje cinematográfico (Blatty había ejercido de guionista años antes de escribir <i>El exorcista</i> y, además, redactó el guión de la misma), aun sin caer en las vaguedades estilísticas de muchos compañeros de oficio cuando se lanzan a la aventura literaria.</div>
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Si algo eché en falta, y me parece importante, es un mayor esmero en las descripciones. Algunas escenas, recreadas con algo más de atención y de chispa, hubiesen gozado de un impacto mayor y nuestra memoria las retendría con la misma fiereza que lo hace la película. No soy partidario de establecer comparaciones entre distintos formatos, pero si en algo la versión de Friedkin está por encima de la fuente original es precisamente en la manera en que trataron las escenas más cruentas y controvertidas, dando un paso al frente y llevando al género por un camino que luego otros explotarían, por supuesto, pero del que la película fue pionera.</div>
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Como iba diciendo al principio, la predisposición es la clave en muchas lecturas. Y creo que es algo contra lo que los escritores no tienen nada que hacer, una fuerza irracional y que bebe de recuerdos, sensaciones e impresiones pasadas que se acaban manifestando en forma de una curiosidad, en el mejor de los sentidos, puramente infantil. Bien podría ese interés haberme guiado hacia otro libro, pero aun con sus carencias <i>El exorcista</i> fue un buen acompañante de unas largas y lluviosas tardes de otoño.</div>
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David A.http://www.blogger.com/profile/17012896445858273776noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-9189419771153671823.post-27257259423686849702017-03-11T22:55:00.000+01:002017-03-12T19:10:32.228+01:00Conociendo a E.T.A. Hoffmann<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://3.bp.blogspot.com/-Ho8b78owLhg/WMLqE7EwA6I/AAAAAAAAAdE/_k1_G78W1D0_mY9zW3CHNNFXRa9KahVOQCLcB/s1600/E.T.A._Hoffmann_Selbstportrait.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="400" src="https://3.bp.blogspot.com/-Ho8b78owLhg/WMLqE7EwA6I/AAAAAAAAAdE/_k1_G78W1D0_mY9zW3CHNNFXRa9KahVOQCLcB/s400/E.T.A._Hoffmann_Selbstportrait.jpg" width="292" /></a></div>
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Dilucidar quién puso la primera piedra en el desarrollo del terror en literatura es una tarea poco menos que gravosa, aunque afortunadamente gozamos de suficientes referencias como para esquematizar, aun por encima, la gestación del género. Ernst Theodor Amadeus Hoffmann (1776-1822) es una de esas piezas clave, una de esas referencias que de no haber existido impedirían que hablásemos del terror tal y como lo hacemos hoy en día. Escribí sobre él en la reseña dedicada a <i><a href="http://derry1957.blogspot.com.es/2017/01/resena-los-elixires-del-diablo.html" target="_blank">Los elixires del diablo</a></i>, pero ya entonces me quedé con las ganas de sacar a la palestra aquello en que más sobresalía y donde más relucían sus virtudes, que son los relatos. En ellos el autor se permite ir más al grano, y es precisamente en esas historias donde uno entrevé uno de los primeros acercamientos al terror psicológico. Se suele considerar <i>El castillo de Otranto</i> (1764) la primera novela "gótica", pero el prusiano fue más allá de los cuentos de espectros para perfilar un tipo de horror que acabaría ejerciendo una influencia crucial en posteriores autores consagrados.<br />
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Cuando hablamos del venerado terror psicológico, uno de sus antecedentes más claros es este señor. No centra sus historias en la presencia de monstruos imposibles (algo hay, por supuesto, pero lo consideraría anecdótico) sino en la pérdida de cordura de sus personajes. Y de esa pérdida emergen todos los monstruos, espantajos y por supuesto situaciones capaces de encogernos el corazón por su crudeza.</div>
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Lo más interesante es que tampoco podemos reducir a Hoffmann al género como sí podríamos hacerlo (y aun así con reservas) con Lovecraft, Poe o tantos otros; estamos ante un tipo que tocó muchos campos y cuya trayectoria refleja en cierto modo el eclecticismo que marcó el siglo XIX en la cultura popular. Para muestra un botón: Si relacionáis el "Amadeus" de sus siglas con Mozart no andáis equivocados; este señor no solo era un melómano sino que su mayor sueño y ambición fue la música. Llegó a componer algunas piezas y sinfonías (<a href="https://www.youtube.com/watch?v=8JWOZP8QjGY" target="_blank">aquí</a> podéis escuchar una, y a partir de ahí, si os interesa, seguir indagando sobre esta faceta suya), aunque no logró destacar de la misma manera que sí hizo con su literatura. Según parece, su admiración por el niño prodigio de Salzburgo lo llevó a querer copiarlo sin dar rienda suelta a su personalidad, y el producto resultante no es que fuese malo, pero sí que carecía de algo más que lo hiciese trascender. Como curiosidad, Mozart murió cuando Hoffmann tenía unos quince años, así que probablemente fuese un ídolo de adolescencia. </div>
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Siempre según quienes han tratado su persona, si su literatura despuntó fue porque jamás se la tomó como algo serio. Escribiendo, Hoffmann jugaba dando rienda suelta a su imaginación sin descanso, mezclando elementos, moldeando personajes estrambóticos y sacando a relucir lo más pintoresco de una personalidad que en absoluto podríamos considerar estable (sufría de alcoholismo, no tenía control alguno sobre su vida y perdió la cabeza con la desaparición de su gato, que precisamente dio título a su segunda y última novela, <i>Opiniones del gato Murr</i>, de hacia 1822; lo más curioso, teniendo esto en cuenta, es que ejerció de jurista hasta prácticamente sus últimos días).</div>
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Por esta razón os traigo algunas recomendaciones que, además, pueden servir de introducción a la obra de un autor que en ocasiones tiene fama de inaccesible, principalmente por la locura que es su primera novela. En realidad, sus relatos no son en absoluto complicados ni enrevesados; por supuesto, no escapaban de la hipérbole y el dramatismo exacerbado tan propio de la narrativa decimonónica, que en ocasiones puede llegar a saturar al lector acostumbrado a un ritmo distinto y propio de la literatura actual. De todos modos, nada de esto debería ser un problema.<br />
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Disfrutadlo, y no dejéis de darle una oportunidad.</div>
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<h2>
El hombre de arena (1817)</h2>
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<table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em; text-align: left;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://2.bp.blogspot.com/-kqGBd_Xh9_Y/WMLmk74MbeI/AAAAAAAAAc4/mg4JTvWDtOkN6bdXUHPp27iPUCMWR6S6QCEw/s1600/olympia.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="320" src="https://2.bp.blogspot.com/-kqGBd_Xh9_Y/WMLmk74MbeI/AAAAAAAAAc4/mg4JTvWDtOkN6bdXUHPp27iPUCMWR6S6QCEw/s320/olympia.jpg" width="208" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><i>Olimpia</i>, ilustración de Veit Schmitt.</td></tr>
</tbody></table>
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Un recuerdo de infancia grabado a fuego en la memoria, una visita que convierte aquella pesadilla oculta en el tiempo en una realidad, una amenaza que atenaza el corazón de un joven mordisqueando su cordura. Es difícil hablar de <i>El hombre de arena</i> sin destripar la historia e intentar mantener la sorpresa en el futuro lector. Basta con decir que probablemente sea el paradigma de lo <i>hoffmanniano</i>, y que pese a su corta duración pone sobre la mesa una amplia diversidad de temas que darían para varios ensayos (la relación afectiva con los autómatas, los terrores de infancia, el doppelgänger, etcétera) y que, de hecho, despertaron el interés de individuos como Freud y a día de hoy siguen siendo objeto de estudio.</div>
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¿Y por qué es paradigmático? Principalmente por ser una de las demostraciones más concisas de lo que es el terror en Hoffmann. Ese germen que se introduce en un entorno apacible, pervirtiéndolo progresivamente y sacando a relucir fantasmas personales de todo tipo, difuminando la línea que separa lo real de lo irreal, llevando a los personajes al límite, haciendo añicos su estabilidad mental. La imagen del protagonista bailando con una muñeca ante las miradas burlonas de los presentes ilustra a la perfección el sinsentido.</div>
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Poniéndonos algo más rigurosos, cabe señalar que el cuento original del hombre de arena forma parte del folclore alemán y, salvando las distancias, viene a ser una versión teutona del Ratoncito Pérez. A grandes rasgos, se trata de un personaje que echa arena a los ojos de los niños para ayudarlos a dormir (lo cual, ciertamente, carece de lógica aun en el contexto de un cuento). Curiosamente, Hoffmann le dio la vuelta a la tortilla presentando a ese <i>Sandmann</i> como un monstruo terrorífico, un coco, un <i>boogeyman</i> que arranca los ojos a los pequeños que a partir de determinada hora no están durmiendo. No puedo evitar compartir con vosotros una de sus descripciones:</div>
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<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://3.bp.blogspot.com/-vLY2cNmV0Lk/WMLmHTKuGWI/AAAAAAAAAc0/1Rgw5eFpr3kZ0l2MnlUCgRBlztYfGenOACLcB/s1600/coppelius.png" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="400" src="https://3.bp.blogspot.com/-vLY2cNmV0Lk/WMLmHTKuGWI/AAAAAAAAAc0/1Rgw5eFpr3kZ0l2MnlUCgRBlztYfGenOACLcB/s400/coppelius.png" width="391" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Descripción de Coppelius/el hombre de arena.</td></tr>
</tbody></table>
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En realidad, este hombre de arena no es ni siquiera el eje central del relato pero sí aquello que acaba articulando los temores y el desquicio de Nathanael, el joven protagonista; un terror de infancia que se convierte en la columna vertebral de todos los hechos acaecidos años después. Sin duda alguna, es el relato que recomendaría a cualquier interesado en la obra de Hoffmann, cuya esencia en mi opinión se reduce a <i>Los elixires...</i> y a este extraño cuento que sí, parece tocar temas de lo más variopintos, pero que terminan confluyendo en un final espléndido. Lo podéis leer <a href="https://literaturaalemanaunlp.files.wordpress.com/2011/08/coppelius.pdf" target="_blank">aquí</a>. </div>
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<h2>
El caldero de oro (1814)</h2>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://4.bp.blogspot.com/-J3X8A2R7ukY/WMLkG3hBBiI/AAAAAAAAAco/SQ5YzdzA1V0JifpaKYQBAVO-kPNZR5P_ACLcB/s1600/caldero%2Bde%2Boro.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="400" src="https://4.bp.blogspot.com/-J3X8A2R7ukY/WMLkG3hBBiI/AAAAAAAAAco/SQ5YzdzA1V0JifpaKYQBAVO-kPNZR5P_ACLcB/s400/caldero%2Bde%2Boro.jpg" width="251" /></a></div>
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Existe una frase hecha en inglés que quizá algunos conoceréis y que es <i>the Devil is in the detail</i>. Viene a decir que quizá algo se nos antoje simple o inocuo a primera vista, pero que observado en profundidad y con un poco de minuciosidad uno halla en él algo verdaderamente valioso; sin embargo, si la saco a colación en este momento no es por su significado sino porque entendida literalmente le va a este relato como anillo al dedo. </div>
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<i>El caldero de oro</i> no es un relato de terror. Va más allá de lo siniestro y lo oscuro para tomar al lector de la mano e introducirlo en un mundo de fantasía tal que no en pocas ocasiones uno se ve superado por todo lo que ahí se le describe. En esta ocasión el protagonista vuelve a ser un estudiante, de nombre Anselmo, y que casi sin comerlo ni beberlo se encontrará atrapado en un torbellino de excentricidades, colores vivos, hadas, dragones y situaciones imposibles que lo llevarán al límite. Como digo, no es un cuento de miedo, pero sí hay ciertas cosillas que merece la pena remarcar y que son esenciales. Echándole un vistazo superficial puede parecer una verdadera locura... y sí, lo es. De hecho, Hoffmann se va por las ramas y acaba rompiendo con la siniestra aura de misterio de los primeros compases; y ahí, precisamente, está lo mejor. Ese es el demonio escondido en el detalle, el demonio que se te aparece por la espalda y de cuya visión a duras penas uno se puede librar.</div>
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Prácticamente toda la paranoia que traerá de cabeza al pobre de Anselmo tiene en su origen en unas palabras <i>a priori</i> incomprensibles que le dedica una vieja vendedora de manzanas, cual maldición gitana. La escena genera tal desconcierto que prácticamente todos los presentes detienen sus actividades y se sienten cohibidos por lo que acaban de ver. Eso truncará la hasta entonces feliz existencia del protagonista y marcará el primer paso hacia los despropósitos que se sucederán a partir de entonces. De nuevo, merece la pena reproducirlo tal cual: </div>
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<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://3.bp.blogspot.com/-A-UtR9o5LdM/WMLRFeUruII/AAAAAAAAAcM/EPIe8QEdQj0Cp_aXlwqA2lUfg-Y8zrQ6gCLcB/s1600/anselmo.png" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="400" src="https://3.bp.blogspot.com/-A-UtR9o5LdM/WMLRFeUruII/AAAAAAAAAcM/EPIe8QEdQj0Cp_aXlwqA2lUfg-Y8zrQ6gCLcB/s400/anselmo.png" width="325" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">El encuentro con la vendedora de manzanas.</td></tr>
</tbody></table>
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<br /></div>
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Quizá no sea el relato más interesante de Hoffmann; no alcanza la genialidad de <i>El hombre de arena </i>y en ocasiones es víctima del eclecticismo del autor, yéndose por derroteros que quizá nos parezcan demasiado fuera de lugar. Todo esto es cierto, pero incluso si acabáis abandonando la lectura antes de tiempo creo que algunas de sus escenas os quedarán para el recuerdo. <a href="http://banrepcultural.org/sites/default/files/91260/brblaa192659.pdf" target="_blank">Comprobadlo vosotros mismos</a>.</div>
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<h2>
Vampirismo (1821)</h2>
</div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://3.bp.blogspot.com/-RDVptvzwZYA/WMLsLBuwYbI/AAAAAAAAAdQ/lXzYyh8Q0OMfMpAbzDmoo7n7YqbdKTbSwCLcB/s1600/vampiresuccubus.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://3.bp.blogspot.com/-RDVptvzwZYA/WMLsLBuwYbI/AAAAAAAAAdQ/lXzYyh8Q0OMfMpAbzDmoo7n7YqbdKTbSwCLcB/s320/vampiresuccubus.jpg" width="232" /></a></div>
<div>
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Cómo no, Hoffmann no dejó escapar la oportunidad de abordar (y más de setenta años que Stoker) una de las temáticas que más entusiasmaron a los literatos del XIX. Antes de todo, debo admitir que no estoy muy puesto en la literatura vampírica, de modo que mi desconocimiento puede condicionar seriamente mi comentario sobre este relato. </div>
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Puedo decir sin ambages que <i>Vampirismo</i> no me entusiasmó, pero he considerado adecuado meterlo aquí tanto por lo directo que es como porque el tema puede ser un atractivo para quienes se estén planteando dar una oportunidad al singular abogado de Konigsberg. Básicamente se trata de una de esas historias alrededor de una hoguera en que, habiendo sacado en este caso el tema de los chupasangres, uno de los presentes dice conocer una historia cierta, nada de habladurías superfluas, y que acabará helando la sangre a todos.</div>
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En esencia es un cuento muy ilustrativo de la época, sea en las formas, el desarrollo y el desenlace. Algo tiene, desde luego, y más teniendo en cuenta que es un habitual de las recopilaciones del género. Además, como curiosidad, el vampiro es en este caso una mujer y su actitud es bastante peculiar; no esperéis un ser sentimental en su acepción más ñoña, sino feroz, irracional, poseído por una sed de sangre irrefrenable.<br />
<br />
Más allá de esto lo más interesante, quizá, sea cómo la relación entre dos personajes es el eje central de la historia, siendo en ocasiones bastante minimalista en los cambios que acaban corrompiendo la convivencia; la imagen de lo apacible degenerando progresivamente en lo enfermizo se me antoja clave en este caso, y no deja de ser un acercamiento ciertamente peculiar para el subgénero, aunque ya os digo que no tengáis demasiado en cuenta la opinión de este neófito en lo que a temática vampírica se refiere. Difícil decir más de un relato tan breve, que podéis leer siguiendo <a href="https://literaturaalemanaunlp.files.wordpress.com/2010/04/vampirismo.pdf" target="_blank">este enlace</a>.</div>
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<h2>
El huésped siniestro (1819) </h2>
</div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://4.bp.blogspot.com/-imoAqQEzJrc/WMOzK_N42jI/AAAAAAAAAdk/Hgtd9-Zo8i8hIg7Y5dEpbyGujMWw2RA-gCLcB/s1600/hueesped2.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://4.bp.blogspot.com/-imoAqQEzJrc/WMOzK_N42jI/AAAAAAAAAdk/Hgtd9-Zo8i8hIg7Y5dEpbyGujMWw2RA-gCLcB/s320/hueesped2.jpg" width="218" /></a></div>
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Para terminar, una reunión a oscuras. Una casa vieja, la tormenta y el granizo golpeando con violencia las ventanas y haciendo temblar los postigos. Un invitado con quien nadie cuenta y que por alguna razón, más allá de su extraño aspecto, hace que al resto de presentes les recorra un escalofrío de la cabeza a los pies. </div>
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Aquí Hoffmann no sólo se saca de la manga una genial historia de fantasmas, sino que se permite dedicar varias líneas al terror, como concepto que aún entonces era objeto de debate. Es interesante leer cómo el autor relaciona el horror con el desconocimiento, con la imposibilidad de dilucidar de dónde vienen los tiros, cómo la Naturaleza juega un papel esencial en la concepción del miedo. Verdaderamente hay mucho que rascar en ese fragmento, así que <a href="https://literaturaalemanaunlp.files.wordpress.com/2010/04/el-huesped-siniestro.pdf" target="_blank">lo dejo en vuestras manos</a> y quizá más adelante le dedique una entrada en profundidad.</div>
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Más allá de esto, <i>El huésped siniestro</i> es un relato bastante clásico que, a mi parecer, despunta en la manera de tratar a los personajes, en especial el tipo que da título al cuento. Ese mismo huésped, cuya naturaleza podréis intuir fácilmente, no es en absoluto alguien plano, sino que en las líneas finales nos hará plantear serias dudas acerca de qué opinión tenemos acerca de su dramática y oscura persona. Quizá aquí lo horrendo se refleje más en una personalidad obsesiva, en la opresión resultante y en un dolor que trasciende el tiempo. Interesante, cuanto menos; no es de lo mejor del autor, pero para iniciarse no está nada mal.</div>
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David A.http://www.blogger.com/profile/17012896445858273776noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-9189419771153671823.post-31202482766871073122017-03-05T12:23:00.000+01:002017-03-05T12:23:40.492+01:00La mujer de negro, de Susan Hill<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://3.bp.blogspot.com/-Wqh6P6-VrXg/WLvl785hF4I/AAAAAAAAAb8/pm6yDJOGJ74-mxRrtilnVUzIaXOrZQWqQCLcB/s1600/black2.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="400" src="https://3.bp.blogspot.com/-Wqh6P6-VrXg/WLvl785hF4I/AAAAAAAAAb8/pm6yDJOGJ74-mxRrtilnVUzIaXOrZQWqQCLcB/s400/black2.jpg" width="272" /></a></div>
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Estáis en casa, haciendo vuestro trabajo; nada importante, puede que tan solo estéis ordenando, haciendo la comida o cambiando las sábanas. Tareas rutinarias, que se hacen con los ojos cerrados y si ocupan un buen rato éste lo pasamos pensando en qué haremos después. Son momentos de calma, de esos que sirven para poner un poco de orden también en la cabeza. Hasta que sentimos que alguien nos observa. La impresión de que a nuestras espaldas hay alguien con la mirada fija en nosotros. Y si nos giramos, no encontraremos a nadie. Pero la sensación de que algo ha pervertido nuestra intimidad con una presencia imposible sigue ahí.</div>
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Quizá éste sea uno de los miedos más vivos, abstractos y desconcertantes, porque nos puede asaltar en cualquier momento sin necesidad de sugestión. Simplemente aparece de repente, ese frío, esa presencia extraña. Y nos hace estremecer.</div>
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De todos los libros "de terror" que he leído hasta ahora, y no son precisamente pocos, uno de los más acertados a la hora de representar esa incomodidad ha sido, sin duda alguna, <i>La mujer de negro</i>. Susan Hill escribió una historia de fantasmas a la vieja usanza, que es imposible no relacionar con la literatura gótica del siglo XIX, aunque sea más directa, entrando al trapo sin ambages. Una novela que puede postularse sin demasiados problemas como una de las mejores referencias del género de finales del siglo pasado (fue publicada en 1983). Y no es una exageración a ciegas, sino una conclusión extraída de las numerosas veces que sentí un escalofrío recorrerme la espalda, unos dedos fríos y pegajosos rozarme la nuca en plena noche... y en pleno día. Habrá que empezar a reconocer que ser fanático del género no implica que me haya inmunizado. Quizá por eso lo disfrute tanto.</div>
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Imagino que es imposible no hablar de la película, pero procuraré pasar por encima bastante de puntillas. El libro tiene todo lo bueno de la película y lo malo de ésta no tiene nada que ver con el libro. Me explico: en la versión cinematográfica de James Watkins (no olvidemos tampoco que hay <a href="https://www.youtube.com/watch?v=XFWgz4nRe0Q" target="_blank">una</a> anterior, de 1989 y dirigida por Herbert Wise), el arranque es fenomenal. La introducción, los primeros momentos de Arthur en la casa, etcétera. El problema es que rápidamente deriva en un frenético tren de la bruja que sí, hace que uno salte del asiento, pero más allá de eso hay poco más. No es una mala película, la fotografía es espectacular y me parece más digna que otras encumbradas por la crítica como la primera <i>Expediente Warren</i> (que está genial, pero el reciclaje a veces es descarado). </div>
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La novela, por su parte, no puede ni quiere ser una sucesión de sobresaltos encadenados ni de golpes de efecto. Tanto su fortaleza como su virtud estriban en un uso bastante acertado (espléndido en ocasiones puntuales) del recurso de la presencia por ausencia, y sin necesidad de ponernos al fantasma ante los morros cada dos por tres logra crear cierta incomodidad, dar forma a un impulso que sale de lo más profundo de nosotros y que nos hace gritar mentalmente al protagonista que no cruce esa puerta o que no enfile ese pasillo. Y lograr esto es tan difícil como admirable.</div>
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Hablando del protagonista, sí hay que destacar que los personajes no son una maravilla ni tienen demasiada profundidad. Ya se sabe cómo se suele proceder en las historias de terror, salvo excepciones; no debería ser excusa, y quizá peque de condescendiente restándole importancia, pero se me ocurren defectos peores en una novela del género. De todos modos Arthur Kipps es un tipo algo anodino, con quien se empatiza más por su drama personal que por cualidades o rasgos concretos que hagan de él alguien único o interesante. Como podéis imaginar, quien aquí se lleva el gato al agua es la dama que da título al libro. Alice Darablow, esa mujer que se va descubriendo paulatinamente a medida que los personajes logran hacerse paso entre los resquicios de la oscuridad bajo la que se oculta, ese fantasma que no necesita de formas corpóreas para verlo en nuestra cabeza y empujarnos a seguir leyendo con el corazón en un puño. </div>
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Por supuesto, la impresión que deje en otros lectores puede ser totalmente distinta. A pesar de no creer demasiado en el relativismo solución a todos los conflictos, soy el primero en reconocer que el miedo es subjetivo. Decir lo contrario sería hacer el ridículo, aunque a veces cueste entender que aquello que nos perturba a otros les resbala. Hay quien sus nervios no aguantan el visionado de una película como <i>Ju-on</i> y otros lo que no aguantan es la risa porque sus fantasmas no les despiertan pavor alguno, más bien lo contrario. Y ante esto no hace falta pelearse como chiquillos de parvulario, faltaría más. Pero que esta, la novela más exitosa de Susan Hill (tampoco es que su obra sea muy vasta), es bien capaz de hacer sentir incómodo a más de uno creo que puede generar consenso.</div>
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En resumen, <i>La mujer de negro</i> es una novela bien escrita (al fin y al cabo es lo más importante), que podría pasar por una historia sacada de la Inglaterra victoriana de no carecer de los manierismos de la época. Se palpa el frío, el olor a humedad, uno cree estar oyendo el crujido de la madera por encima de su cabeza. Es esa oscuridad palpitante, presente aunque invisible que logra poner los pelos como escarpias; lo mismo que sucedía con <i><a href="http://derry1957.blogspot.com.es/2017/02/ring-de-koji-suzuki.html" target="_blank">Ring</a></i> pero en un ambiente que ya de por sí predispone a la congoja. Es verdad que podría ser más rica, más profunda, más compleja, pero eso no quita que se esté ante una lectura que a ratos puede llegar a ser fascinante. </div>
David A.http://www.blogger.com/profile/17012896445858273776noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-9189419771153671823.post-27096524243810088772017-03-03T17:04:00.002+01:002017-03-03T17:04:21.683+01:00El bazar de los malos sueños (III): Batman and Robin Have an Altercation<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://3.bp.blogspot.com/-W5mr0z0csCQ/WLmOCjXflZI/AAAAAAAAAbg/un5ERy8pkxskqW2QrxpcUbkK9nFv9O5FACLcB/s1600/51mF8vekKWL.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="400" src="https://3.bp.blogspot.com/-W5mr0z0csCQ/WLmOCjXflZI/AAAAAAAAAbg/un5ERy8pkxskqW2QrxpcUbkK9nFv9O5FACLcB/s400/51mF8vekKWL.jpg" width="260" /></a></div>
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Siempre he estado convencido de que el mayor mérito de un escritor, lo que lo hace verdaderamente bueno, es lograr que todo aquello que moldea sea creíble, cautivador. Que los lugares que describa uno pueda respirarlos, olerlos, y que sus personajes los sintamos tan cerca como si fuesen reales, individuos de carne y hueso que están ahí, a nuestro lado, sea para bien o para mal. Será un gaje del oficio (o mejor dicho, de la afición), pero detesto los personajes de cartón piedra, algo que quizá debamos achacar a las pocas tablas o a la abulia de algunos escritores. Y Stephen King no solo tiene muchas tablas sino que parece que se deje la vida pariendo hombres, mujeres, niños e incluso seres de ultratumba que si no sentimos respirar junto a nosotros es porque es físicamente imposible. Pero en el fondo, sabemos que lo hacen.</div>
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<i>Batman and Robin Have an Altercation</i> es una historia que no lleva a ningún sitio, que carece de una conclusión clara, precisamente porque el peso no recae sobre el argumento ni sobre su desarrollo sino sobre nada más que la pareja protagonista. Que no, no son Batman y Robin, pero casi. Tras <i>Premium Harmony</i> volvemos a estar ante un relato de corte costumbrista, en que lo más interesante son los personajes, en este caso un anciano con Alzheimer y su hijo, un hombre que sobrepasa ya los sesenta y que se las ve y se las desea para no sentirse superado por la situación. Con el más absoluto respeto pero sin dejar de ser mordaz, King clava la enfermedad del primero y da a luz a una genial relación entre ambos. Hay lugar para los momentos en que la lagrimilla cae inevitablemente, sí, pero el propósito no parece ser un mero sentimentalismo sino evidenciar la fuerza de los momentos de lucidez llevada extremo, con una hipérbole en los últimos compases que es imposible que no nos cale hondo. En caso de que conviváis o hayáis convivido con alguien afectado por el Alzheimer probablemente no solo lo entenderéis sino que os sentiréis más que familiarizados con las situaciones que con mucho tiento pone sobre la mesa.</div>
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Todo esto me conduce a una reflexión, y es que aunque a King se lo juzgue siempre desde el prisma de lo terrorífico, me pregunto en qué quedarían sus historias sin su habilidad a la hora de perfilar personajes de toda condición, de insuflarles vida con resultados pasmosos. De hecho, en los relatos en que ha descuidado ese apartado (<i>La balsa </i>o <i>El mono </i>podrían ser buenos ejemplos) lo que nos queda entre manos son historias de terror resultonas, con escenas que sí, quizá pongan los pelos de punta, pero en las que se echa de menos una mayor profundidad. Quizá de ahí mi recelo inicial hacia este libro, que me ha acabado demostrando que aquello no fue más que un prejuicio fruto de la casualidad.</div>
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Dice el autor, en el prólogo, que de todos los relatos compilados, "los mejores tienen dientes". En realidad, aunque no sea mi intención contradecirlo, me atrevería a decir que, visto lo visto, los mejores son los que tienen corazón.</div>
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David A.http://www.blogger.com/profile/17012896445858273776noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-9189419771153671823.post-36224313448886279462017-02-26T12:38:00.001+01:002017-02-26T12:38:06.907+01:00Terror, monstruos de infancia y el resurgir del pensamiento mítico<div style="text-align: justify;">
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<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://1.bp.blogspot.com/-XJH7pf7s8oI/WLKsLCCLkYI/AAAAAAAAAbQ/GdI3D-YjMacWBt_12FIb-zDzIusgsgLUQCLcB/s1600/tumblr_miu681Dmy01r3wk1zo5_r1_1280.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="300" src="https://1.bp.blogspot.com/-XJH7pf7s8oI/WLKsLCCLkYI/AAAAAAAAAbQ/GdI3D-YjMacWBt_12FIb-zDzIusgsgLUQCLcB/s400/tumblr_miu681Dmy01r3wk1zo5_r1_1280.jpg" width="400" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Ilustración de David Lupton (david-lupton.com)</td></tr>
</tbody></table>
<i><span style="font-size: x-small;"><br /></span></i>
<i><span style="font-size: x-small;">Pero lo que permanece, lo fundan los poetas </span></i><span style="font-size: x-small;">(Friedrich Hölderlin, "Andenken", 1803)</span></div>
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Que vivimos en una sociedad formada por individuos o grupúsculos que constantemente vilipendian todo cuanto no se adscribe estéticamente a sus ideas o convicciones es un hecho. Tantas veces nos quejamos en el campo de las humanidades del desprecio sufrido por otras ramas de conocimiento, pero en realidad en los mismos estudios humanísticos se dan todo tipo de enfrentamientos, acusaciones y rivalidades absurdas. Tristemente célebres son las diatribas entre lingüistas y literatos dentro de Filología que he tenido el ¿placer? de conocer y los infantiles tira y afloja entre historiadores de distintas especializaciones, aun dentro del mismo campo.<br />
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Lo que me lleva a escribir esto es precisamente la infravaloración académica y el prejuicio hacia el tema que articula en líneas generales este blog: el terror, no solo como género sino también como concepto que sintetiza lo que el ser humano una vez fue. Este menosprecio no es nuevo, sino que se remonta a sus primeras manifestaciones literarias, pero sigue dando pie a un discurso que lo considera algo de menor nivel, un pasatiempo barato, una brasa de las cenizas de la infancia que debería estar ya apagada. Es cierto que en la actualidad las cosas están cambiando, y hay quienes se atreven a ensanchar las fronteras de lo académico, pero queda mucho camino por recorrer, muchos autores por rescatar y mucho por reflexionar acerca de aquello que está más allá, que es parte de la naturaleza humana y que probablemente sea clave de cara al futuro. Precisamente, si este menosprecio o prejuicio se sostiene sobre algo es sobre la concepción más estrictamente positivista del mundo, y de ahí pueden extraerse cosas interesantes. Cosas que, para entender mejor, implican un inexorable viaje al pasado.<br />
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Es curioso echar la vista atrás y darse cuenta de que, de nuestra infancia, conservamos más imágenes que recuerdos estrictamente fehacientes. Que mucho de cuanto nos viene a la cabeza no sucedió punto por punto, sino que es fruto de un conglomerado de situaciones, percepciones y sí, también recuerdos, pero demasiado lejanos como para evocarlos con precisión; de ahí se forjan imágenes que probablemente nos acompañen hasta el final de nuestros días. Y quizá no serán un fiel reflejo de lo que realmente ocurrió, pero sí nos harán retumbar el corazón como en aquellos precisos momentos en que los vivimos.</div>
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En mi caso una de ellas, viva como una llama, es la del niño que fui huyendo de un monstruo. No estaba solo. Junto a mí hay tanto niños como niñas, corriendo como alma que lleva el diablo, sujetando ramas que ahí eran espadas y pedazos de corteza que para otros eran el más resistente de todos los escudos. En las excursiones al bosque, durante aquellas correrías, siempre había lugar para la idea de un monstruo acechando entre los árboles y los arbustos, un ser de aspecto indefinido e imbatible a punto de echársenos encima. En realidad, podía ser tanto ahí como en medio del patio del colegio; la idea de un ser reptando sobre el cemento oculto tras los cubos de basura, sediento de sangre, también tenía su qué. Quizá nada de esto sucediese así, pero la excitación, el subidón de adrenalina, eso sí era real. Hay algo que, aun siendo unos chiquillos, nos empuja a disfrutar de esto. De imaginar que pueda haber algo horrible ahí detrás, y echar a correr como si realmente nos persiguiera, porque nos lo creemos; la infancia tiene esto de bueno: si lo imaginas, existe. Ahí reside un placer extraño que nos conecta con aquello que una vez fuimos. Y uno no lo evita fácilmente.</div>
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Para muestra, un botón: en una casa de colonias, dos amigos (cuando uno es pequeño llama a todos "amigos"; es más adelante cuando se empieza a priorizar y a poner otras etiquetas), en plena noche, asegurando haber visto un animal imposible en una colina por encima del albergue. Casi todos se rieron de ellos, casi nadie se lo quiso creer. Pero todos, sin apenas excepción, cogieron las linternas y se dedicaron a buscar a esa bestia. No lo creían, la lógica (que en aquel entonces, algo más creciditos, empezaba a tirar del carro con más fuerza y también con más solvencia) les decía que era imposible; pero ahí estaban, paladeando el regusto de lo incómodo, de lo sublime. Sabían que ahí nada los heriría, porque creían firmemente que los monstruos no existen, pero no renunciaron a recorrer el bosque linterna en mano. Porque ahí residía un extraño placer.</div>
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Por alguna razón, quiero identificar este impulso, esta pasión por lo oculto, con lo que debía sentir el marino de épocas antiguas al zarpar, con la vista fija en el mapa repleto de monstruosidades dibujadas en él. Dudo que creyese fervientemente en ellas, pero seguro que en su seguridad adulta y racional había un pequeño resquicio para un "¿Y sí...?".</div>
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Esto podría considerarse una actitud infantil, y lo es, pero no entendida como algo peyorativo. Hay mucho del niño, ese que todos hemos sido, que debería recuperarse y conservarse. Ese pensamiento mítico que nos hacía entender el mundo cuando íbamos arriba y abajo con la bici, jugando a ser héroes y creyendo que en ese bosque o edificio abandonado había algo más, es aniquilado cuando uno cruza la línea de la pubertad, o lo que es lo mismo, cuando la racionalidad del mundo que nos aguarda con las puertas abiertas se encarga de diluir todo misterio en las turbias aguas de la realidad asumida en nuestras sociedades. Como muy acertadamente expone Andrzej Sapkowski en la introducción de <i>Los guerreros de Dios</i>, "nos estamos quedando sin sueños. Y, cuando muere el sueño, la oscuridad se apodera del lugar que aquél ha dejado huérfano. Pero en la oscuridad, principalmente cuando la razón está dormida, enseguida se despiertan los monstruos".<br />
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<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://2.bp.blogspot.com/-KVBS4qbPdC4/WLKsJEfzwrI/AAAAAAAAAbU/x5b5eQy-v4wNpJJWPUnSwu9Bajf3EP6nQCEw/s1600/tumblr_miu681Dmy01r3wk1zo2_r1_1280.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="311" src="https://2.bp.blogspot.com/-KVBS4qbPdC4/WLKsJEfzwrI/AAAAAAAAAbU/x5b5eQy-v4wNpJJWPUnSwu9Bajf3EP6nQCEw/s400/tumblr_miu681Dmy01r3wk1zo2_r1_1280.jpg" width="400" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Ilustración de David Lupton (david-lupton.com)</td></tr>
</tbody></table>
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El terror, a día de hoy, es el único clavo ardiendo del pensamiento mítico. El único enlace que le queda al ser humano con ese marino a quien la idea de las monstruosidades abisales lo empujaba aún más a llegar a los confines del mundo, con ese niño que se maravilla cuando siente el corazón palpitar jugando a escapar del hombre lobo. Es el rastro de aquello que generó todas las grandes historias que conocemos, sean de miedo o no. Los fabulosos mitos clásicos surgieron de ahí, del desconocimiento, de la desconfianza, de la oscuridad, y no es que ejercieran como dogmas en la sociedad griega o romana más desarrollada (cuesta imaginar a Ovidio creyendo a rajatabla lo contado en sus <i>Metamorfosis</i>), sino que simplemente enriquecían su imaginario y su idea de lo desconocido de un modo, por qué no, maravilloso; hipnótico, si uno se lo para a pensar. Entremezclado con la realidad tangible que era el trabajo, la familia o la guerra estaba el convencimiento de que más allá, en lo más alto de la montaña o en lo más profundo de los mares, había algo. Algo con nombres y apellidos, algo que mantenía encendida una llama que daba lugar a imágenes de todo tipo.<br />
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No, no podemos regresar a esa época pretendiendo de ella un calco. Pero en lugar de desecharla, de arrojarla al cubo de los desperdicios que somos demasiado "adultos" para creer, actualizar dicho pensamiento a algo real, que conecte con eso que aún sentimos cuando nos acercamos a las sombras por voluntad propia. Quien crea que el ser humano de los dos últimos siglos no necesita del mito o bien no se ha detenido a pensarlo o bien se engaña a sí mismo en pos de esa imagen de estricta racionalidad científica en que han derivado las sociedades contemporáneas. Que no es más que eso, una imagen, una convención que no tiene por qué responder a la realidad natural. Basta con observar la religiosidad con que se siguen algunos deportes, cómo se idolizan a ciertos futbolistas, el dogmatismo que despiertan en la masa los partidos políticos o la ceguera con que tantos se aferran a las ideologías. Esa necesidad imperiosa de un líder en quien proyectar la voluntad popular no es más que un tibio rescoldo, actualizado, viciado y modelado por el tiempo y las corrientes filosóficas y estéticas, de ese mismo pensamiento mítico que forjó a dioses y héroes.<br />
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Y en el miedo está la respuesta. </div>
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David A.http://www.blogger.com/profile/17012896445858273776noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-9189419771153671823.post-68894311633136702792017-02-23T12:11:00.002+01:002017-02-23T12:11:18.541+01:00El bazar de los malos sueños (II): Premium Harmony<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://3.bp.blogspot.com/-0Hu7VhTPd54/WKq95EA0vRI/AAAAAAAAAaY/gvTd-xSZuKYffGq05UvIdw396y6wmeRzQCPcB/s1600/51mF8vekKWL.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="400" src="https://3.bp.blogspot.com/-0Hu7VhTPd54/WKq95EA0vRI/AAAAAAAAAaY/gvTd-xSZuKYffGq05UvIdw396y6wmeRzQCPcB/s400/51mF8vekKWL.jpg" width="260" /></a></div>
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¿Qué nos hace humanos? La pregunta debería entrañar una respuesta simple, pero hay mucha tela que cortar, los debates están abiertos y difícilmente nadie quiera dar el brazo a torcer. Viviendo en tiempos convulsos (aunque, seamos sinceros, siempre lo han sido por una razón u otra), vemos como continuamente se apela a lo humano, a la humanidad no solo como un todo cuantitativo sino también como a una cualidad más del ser humano, dando a entender que puede haber seres humanos que NO sean humanos. Rocambolesco, cuanto menos.</div>
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Mi opinión al respecto es clara, aunque quizá no del gusto de todos: la humanidad y lo humano no son conceptos necesariamente subyugados a actitudes, acciones o posturas moralmente buenas. Que la humanidad (concepto que debe cogerse con pintas y replantearse, Spengler lo tenía claro) es un conglomerado de aspectos y rasgos tanto positivos como negativos. Lo que nos hace humanos no es ser solidarios, ni atentos, ni empáticos; nos hacen humanos nuestros defectos, nuestras contradicciones, la posibilidad de elección entre lo luminoso y lo oscuro. En resumen: nuestra naturaleza, que nos hace únicos entre el resto de especies tanto en lo positivo como en lo negativo.</div>
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Es algo que me hace pensar en la idea que se tiene del arte, quienes hayan tratado el tema lo entenderán. Siempre hay quien, ante una obra mala, de dudosa calidad o que simplemente no es de su agrado concluye que eso "no es arte". Como si el arte más, que un concepto, fuese un adjetivo que implica brillantez o excelencia. La realidad es que hay arte bueno como hay arte malo, excelso o pésimo. Al igual que lo humano puede ser despreciable o encomiable, o nadar entre ambas aguas, que suele ser lo habitual. </div>
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Este retrato de lo humano, porque no creáis que me he marcado semejante soliloquio sólo para dormir a las fieras, es precisamente la esencia de <i>Premium Harmony</i>. Se trata de un relato bastante corto (unas trece páginas) en que se nos presenta a un matrimonio, formado por Ray y Mary, lejos de pasar por su mejor momento. Es un retrato realista que con pocas palabras nos desnuda a los personajes y nos los muestra tal y como son, como cuando en los canales HD uno puede verle hasta los poros al presentador o a la estrella de turno, que luego no parece tan perfecta, ni divina, ni inalcanzable. Todos tenemos manchas, arrugas, aunque no sean visibles, y en el defecto y la irregularidad está lo que más nos caracteriza.</div>
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No, <i>Premium Harmony</i> no es una historia de miedo, ni intervienen en ella fenómenos extraños o paranormales; tampoco hacen acto de presencia coches asesinos, por supuesto. Sí aparece, no obstante, ese King que te aguijona sin necesidad de criaturas. Pero eso no significa que no sea incómoda, porque lo es, y mucho. La reacción casi inmediata de Ray ante un episodio que debería marcar su vida puede llegar a revolver el estómago, así como el final de cierto personaje por quien nosotros no podremos evitar preocuparnos mientras el protagonista se olvida de él por completo. Son un par de ejemplos de una retahíla de acciones y reacciones que nos muestran la cara más cruda, más humana, del hombre. Es lo más parecido a un retrato de Rockwell en movimiento, pero con un plus de aspereza.</div>
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El registro es completamente distinto al de <i>Mile 81</i> y me atrevo a decir que para bien. Sí, el relato que abre la lata en este <i>Bazar</i> me gustó, pero aquí vemos a un King algo más maduro, más sutil, que recurre a detalles que quizá puedan pasar por alto en una primera lectura o que solo saltan a la vista cuando por alguna razón u otra empatizas con alguno de los personajes. No es de terror, repito, pero eso no significa que no sea turbador. Quizá ahí, en esa turbación, resida el misterio de lo humano, capaz de lo mejor y de lo peor, de los más actos más refinados y los más atroces, de las decisiones más inspiradas y también de las más nefastas. </div>
David A.http://www.blogger.com/profile/17012896445858273776noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-9189419771153671823.post-50807119004585725512017-02-20T11:56:00.002+01:002017-02-20T11:56:22.068+01:00El bazar de los malos sueños (I): Mile 81<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://4.bp.blogspot.com/-0Hu7VhTPd54/WKq95EA0vRI/AAAAAAAAAaU/ILdHP8DaTGwPj3oebWvhU1hY6TL3ppsBACLcB/s1600/51mF8vekKWL.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="400" src="https://4.bp.blogspot.com/-0Hu7VhTPd54/WKq95EA0vRI/AAAAAAAAAaU/ILdHP8DaTGwPj3oebWvhU1hY6TL3ppsBACLcB/s400/51mF8vekKWL.jpg" width="260" /></a></div>
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El miedo, en ocasiones, surge no solo de cualquier cosa sino también de cualquier lugar. Su sombra alargada y su poder es tal que lo más anodino deviene monstruoso y el lugar más apacible puede llegar a ser escenario de las peores pesadillas. De Stephen King siempre me ha fascinado su capacidad de pervertir objetos, personajes o situaciones aparentemente normales, cotidianas, afables; ahora un payaso, ahora un teléfono, ahora la compra de cada día en el supermercado. Lo interesante, en todo caso, sería analizar la realidad subyacente a estos miedos, y qué duda cabe de que podrían salir conclusiones tan interesantes como enriquecedoras de cara a una mejor comprensión del tema. Pero no querría desviarme del tema, no en exceso. </div>
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El miedo manifestándose bajo distintas formas, y King como maestro de la perversión. Por ahí iba. No obstante, siempre ha habido uno de sus espantajos incapaz de despertar en mí un escalofrío ni, de hecho, el menor interés: los coches o vehículos de naturaleza maligna cuya génesis se remonta, imaginaba, al accidente sufrido por King en 1999. Pero erré. Para mí sorpresa, <i>Mile 81</i> fue escrita cuando el escritor no tenía ni veinte años. Ya entonces le circulaba la idea en la cabeza, que había surgido con un chispazo, y quizá este relato sea el verdadero precedente de novelas como <i>Buick 8</i>. Reescrito recientemente, como nos cuenta en la introducción, pero el origen sigue estando ahí, en un King adolescente.</div>
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<i>Mile 81</i>, como relato, es de notable alto. Por su estructura, dividida en personajes, por el manejo de los tiempos (reconozco que insisto mucho en esto, pero para mí es esencial en cualquier narración, ya no solo literaria sino de cualquier tipo) y sobre todo por cómo logra que el lector empatice con los protagonistas de cada capítulo con apenas unas pocas páginas. Es difícil no sentir simpatía (y lástima, cómo no) por Julianne o los Lussier, es difícil no encontrarte gritando mentalmente "¡Pero huid, idiotas!" a cualquiera de quienes se acercan al horror.</div>
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Y éste, el verdadero protagonista, qué duda cabe, no tiene rasgos humanos: un vehículo familiar de marca desconocida y cubierto de barro donde convergen los viajes (fatales en la mayoría de ocasiones) de aquellos personajes variopintos, individuos de buenas intenciones, de buen corazón, a quienes le está reservado un final indigno de sus actos. Jamás salió tan caro ser un buen samaritano, porque este coche es descorazonador. Literalmente, se podría decir. Sigo pensando que un vehículo que devora es la antítesis de lo que me aterra, pero su letalidad es tal y sus comilonas están descritas con tanta crudeza que es imposible no leer con cierta mueca de disgusto.</div>
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Quiero destacar, sin embargo, un capítulo en particular: el primero, en que Pete Simmons, un chavalillo de diez años, se mete en un restaurante de la estación de servicio abandonada donde tendrá lugar la historia y donde coincidirán todos los personajes. Hay algo en ese capítulo que, irónicamente, lo hace terrorífico a pesar de no presenciar ninguna muerte ni ninguna escena macabra. Y digo irónicamente, pero ahí está la clave de lo que he sugerido en las primeras líneas. En este primer capítulo es la propia estación de servicio, ese Burger King abandonado, lo que articula el recelo del lector. Si éste es virgen, desconociendo qué sucederá después, presiente una amenaza indefinida, algo en la atmósfera del lugar que pone los pelos de punta. Quizá porque en las sombras puede haber siempre todo tipo de horrores agazapados, incluso en el rellano de nuestro piso o en un rincón del dormitorio, y ese miedo al desconocimiento (más que a lo desconocido) King logra transmitirlo al lector sin necesidad de hacer al personaje, a Pete, partícipe de ello.</div>
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Sin embargo, donde patina el relato es en su desenlace, en la resolución del problema, que para mi gusto coquetea demasiado con la serie B. Es poco creíble, algo artificioso y no creo que logre cerrar la historia como debería. Podría haber sido mejor, sí. No está mal escrito, ni mal desarrollado, faltaría más, pero uno imaginaría otra cosa en la derrota de aquella entidad que pese a ser un misterio nos deja entrever parcialmente su naturaleza. </div>
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Quizá lo más curioso de todo esto sea que, de un modo u otro, esta lectura me haya despertado un gusanillo, ese maravilloso gusanillo de la curiosidad, y me haya encontrado buscando información sobre <i>Buick 8.</i> Sí, ese libro que despertaba mi recelo e incluso alguna burlilla en conversaciones entre seguidores de King. Lo admito sin rubor: ya lo estoy considerando una de mis próximas adquisiciones. </div>
<br />David A.http://www.blogger.com/profile/17012896445858273776noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-9189419771153671823.post-4286601555376487492017-02-20T11:39:00.000+01:002017-09-17T10:45:16.943+02:00El bazar de los malos sueños: Introducción e índice<div style="text-align: justify;">
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<a href="https://4.bp.blogspot.com/-0Hu7VhTPd54/WKq95EA0vRI/AAAAAAAAAaY/JH3Ws6GlA00JVgF9E21kM6yYBCs7PB5ewCEw/s1600/51mF8vekKWL.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://4.bp.blogspot.com/-0Hu7VhTPd54/WKq95EA0vRI/AAAAAAAAAaY/JH3Ws6GlA00JVgF9E21kM6yYBCs7PB5ewCEw/s320/51mF8vekKWL.jpg" width="208" /></a></div>
Cayó en mis manos <i>El bazar de los malos sueños</i>, la última recolección de relatos de Stephen King, y mi intención inicial fue reseñarlo una vez terminado. No obstante, a medida que he avanzado relato tras relato me he percatado de que así no le haría justicia alguna. Que cada historia exige detenerse en ella con cuidado, porque ofrece detalles que merece la pena comentar y porque estilísticamente cada una baila su propio vals. Por lo tanto, he decidido reseñar los relatos individualmente en lugar de hablar del libro en su conjunto. </div>
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Si buscáis una opinión rápida, deciros que es muy recomendable si soléis seguir a King para verlo abordar nuevos registros y temas. Para un neófito no tengo tan claro que guarde el mismo atractivo, y está claro que cualquiera de sus clásicos es mucho más recomendable; por lo menos para empezar a conocerlo. Es más, en algunos casos deja a un lado el terror por el que es conocido y aborda temáticas costumbristas, desde una perspectiva realista que puede dejar muy buen sabor de boca pero que, está claro, desencaja con la idea que se tiene de él. Planteado de otra manera, podría decirse que este es un buen libro para aquellos interesados en el de Portland a quienes el terror los echa atrás. Pero bueno, aun así no se librarán de un buen par de colmillos de vez en cuando. </div>
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Aclaro, por otro lado, que como la edición que estoy leyendo es en inglés, los títulos los pondré sin traducir. Así evitaré inventos o traducciones libres que luego no coincidan con la castellana, lo cual podría llevar a confusiones o a imprecisiones no deseadas. <br />
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Por último, como más adelante (cuando haya un mayor número de publicaciones y el blog haya madurado un poco) tengo previsto ir organizando las reseñas por autores, emplearé esta entrada como índice de las entradas pertenecientes a este <i>Bazar</i>, no sé si de malos sueños pero sí de situaciones, escenas y personajes memorables, muy reales, capaces de tocarnos la fibra sensible. <br />
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1. <a href="http://derry1957.blogspot.com.es/2017/02/el-bazar-de-los-malos-suenos-i-mile-81.html" target="_blank">Mile 81</a><br />
2. <a href="http://derry1957.blogspot.com.es/2017/02/el-bazar-de-los-malos-suenos-ii-premium.html" target="_blank">Premium Harmony</a><br />
3. <a href="http://derry1957.blogspot.com.es/2017/03/el-bazar-de-los-malos-suenos-iii-batman.html" target="_blank">Batman and Robin Have an Altercation</a><br />
4. <a href="http://derry1957.blogspot.com.es/2017/07/el-bazar-de-los-malos-suenos-iv-dune.html" target="_blank">The Dune</a><br />
5. <a href="http://derry1957.blogspot.com.es/2017/09/el-bazar-de-los-malos-suenos-v-bad.html" target="_blank">Bad Little Kid</a></div>
David A.http://www.blogger.com/profile/17012896445858273776noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-9189419771153671823.post-7669219725841145802017-02-16T12:37:00.001+01:002017-03-17T22:44:00.804+01:00It. Diseccionando el guión de Fukunaga y Palmer<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
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<a href="https://1.bp.blogspot.com/-cYW9nCqRpBE/WKOSuNRTAzI/AAAAAAAAAX8/b-H0k8O12eEtZwnuR2eEFbo-SPzWkt5WQCLcB/s1600/Script.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="270" src="https://1.bp.blogspot.com/-cYW9nCqRpBE/WKOSuNRTAzI/AAAAAAAAAX8/b-H0k8O12eEtZwnuR2eEFbo-SPzWkt5WQCLcB/s400/Script.png" width="400" /></a></div>
<span style="font-size: x-small;"><b>AVISO</b>: Esta entrada os puede destripar seriamente la novela, por lo que si no la habéis leído es recomendable que paséis de largo. Y a quienes no queráis saber nada de la película os digo lo mismo, pues este es el guión sobre el cual se ha trabajado, y algunas de las escenas se han conservado. Si seguís leyendo, que sea bajo vuestra responsabilidad.</span><br />
<span style="font-size: x-small;"><br /></span></div>
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No me cabe duda de que la mayoría de seguidores de Stephen King tendrán presente que este año, además del estreno de la primera entrega de <i>La torre oscura</i>, en otoño llega una película de <i>It </i>tras años de tira y afloja, choques creativos entre los responsables y la idea de que, con toda seguridad, todo quedaría en agua de borrajas. Al final, sin embargo, la cosa salió adelante y ahora solo hace falta esperar para ver si se cumplen las expectativas (que no son pocas, precisamente).</div>
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Y no, en este blog no se hablará de cine <i>stricto sensu</i>, pero la ocasión lo merece. Hace unos pocos meses se filtró uno de los guiones en que trabajó Cary Fukunaga, que conoceréis bien por su espléndido trabajo en <i>True Detective</i> y que estuvo al frente de esta nueva adaptación de las correrías de los Perdedores hasta que tras varios choques con la Warner el proyecto se acabó quebrando, pasando éste a manos de Andrés Muschietti, quien llevó al cine una desmejorada y algo descafeinada <i>Mamá</i>, basada en un buen cortometraje suyo. </div>
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El guión filtrado (que Fukunaga escribió codo a codo con Chase Palmer) no acabó siendo material desechado en su totalidad, sino que Muschietti y su equipo han trabajado sobre él, manteniendo algunas cosas y cambiando otras. Por eso, quizá valga la pena despedazarlo en el mejor de los sentidos, puesto que es el mejor indicador a día de hoy para ver por dónde irán los tiros de una adaptación esperada por muchos, y más a sabiendas del cuestionable nivel de la célebre miniserie, salvada por Tim Curry y la trama de los niños, y sus numerosos claroscuros.</div>
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Antes de nada querría comentar que, como seguramente muchos pensaréis, la mejor manera de llevar <i>It</i> al formato cinematográfico es en forma de serie de televisión Un libro de 1500 páginas, multitud de tramas centradas en cada uno de los protagonistas, así como en algunos secundarios, e incluso capítulos enteros dedicados a la historia de la ciudad donde transcurre, se queda en nada en una película de, a lo sumo, dos horas y media. Sobre todo cuando paja, lo que se dice paja, no hay. Quienes lo hayan leído lo sabrán. ¿Son innecesarios los interludios? Todo lo contrario, pues resultan esenciales para entender la historia y el mal endémico de Derry, además de gozar de una potencia visual increíble. ¿La persecución de Eddie Corcoran? Es una de las partes más crudas y brillantes de la novela. La estructura de <i>It</i>, ciertamente, exige a gritos una adaptación en formato episódico, pudiendo dedicar así capítulos enteros a aquellos momentos determinantes que, en una película, deberían ser recortados inexorablemente.</div>
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De todos modos, todo esto sería lo ideal si lo pretendido fuese una adaptación literal. Y es ahí hacia donde me encamino con tanta cháchara: el formato película exige una adaptación, cuanto menos, libre. Y esto, en realidad, es lo más difícil. Mucho más que hacer una traslación milimétrica de lo descrito en el libro. Y esto, precisamente, es lo que lograron Fukunaga y Palmer con este guión. ¿Con defectos? Por supuesto. ¿Con imprecisiones? Aún más. Pero, como película, hubiese superado de largo a lo visto en 1990 y, en esencia, hubiese hecho mucha más justicia a la novela.</div>
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1. Aspectos positivos</h2>
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<b>Derry, 1988</b></h2>
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<a href="https://1.bp.blogspot.com/-Cv8an5cyxsY/WKOQdt1T8LI/AAAAAAAAAXw/tAhj6Hj3MKYV6_y5pQfvaqxtOfmTaQ_fgCLcB/s1600/derry.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="228" src="https://1.bp.blogspot.com/-Cv8an5cyxsY/WKOQdt1T8LI/AAAAAAAAAXw/tAhj6Hj3MKYV6_y5pQfvaqxtOfmTaQ_fgCLcB/s320/derry.jpg" width="320" /></a></div>
Uno de los cambios que, al parecer, dinamitaron la relación entre el director anterior y la productora fue la idea de trasladar la acción unas tres décadas hacia delante. Sea como sea, al fin y al cabo se le ha dado luz verde. De 1958 se pasa a 1988 y, de rodarse una segunda parte (aún hay ciertas dudas al respecto, habrá que ver cómo responde la película en taquilla), de 1985 a 2015.</div>
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Esto, al darse a conocer, fue recibido con mucho recelo. Quienes esperaban una adaptación al pie de la letra se encontraron de buenas a primeras con un cambio radical que afecta claramente tanto la estética de la película con las referencias al género del terror que tanto caracterizaban la novela. Personalmente, lo que muchos puristas han visto como un sacrilegio para mí es un acierto. No creo que una ambientación sea mejor o peor que la otra, y seguro que leer <i>It</i> debió ser una maravilla para quienes crecieron, como el mismo King, en los años cincuenta. No obstante, mucho me temo que al público esto le quedará muy lejos. Los ochenta/noventa son un contexto lógicamente mucho más cercano e identificable para muchos, y permiten muchas referencias reconocibles (una de ellas, por ejemplo, a la película de <i>El resplandor</i>). </div>
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Más que peor o mejor decisión, este cambio es algo lógico atendiendo a la edad del público potencial y a la voluntad de "actualizar" la historia, que no siempre es necesario pero habiendo un precedente que ya recreó la década de los cincuenta no parece ser tan sacrílego. Por supuesto, la sombra de <i>Stranger Things</i> será alargada (y más estando Finn Wolfhard entre los protagonistas) y ya podemos prepararnos para comparaciones de todo tipo, máxime cuando tengo entendido que la serie tiene mucho fan mojabragas, así que a saber la de cosas que se llegarán a leer (¿nadie recuerda a quienes decían que Guns 'n' Roses eran un plagio de Tokio Hotel?).<br />
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<b style="text-align: center;"><br /></b></div>
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<b style="text-align: center;"><br /></b></div>
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<h2>
<b style="text-align: center;"> Pennywise</b></h2>
</div>
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<table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em; text-align: left;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://3.bp.blogspot.com/-q5tarFcSC8w/WKOPnMvLcWI/AAAAAAAAAXs/iSpX2hjGPSY_DjdeFXyoleOJ7GRXweyRgCLcB/s1600/pennywise%2Bdisse86.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="400" src="https://3.bp.blogspot.com/-q5tarFcSC8w/WKOPnMvLcWI/AAAAAAAAAXs/iSpX2hjGPSY_DjdeFXyoleOJ7GRXweyRgCLcB/s400/pennywise%2Bdisse86.jpg" width="282" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Bestial ilustración de Disse86 (deviantart).</td></tr>
</tbody></table>
Efectivamente, entender <i>It</i> como "el libro del payaso" equivale prácticamente a no entender nada. Y no quiero sonar petulante ni dármelas de entendido, pero basta leer la novela para comprenderlo. Pennywise es solo una forma más de un ser que se manifiesta de distintas maneras en función de los temores más arraigados de cada uno, siendo este el punto de partida de muchas escenas para el recuerdo. Cuando los protagonistas no son más que niños, como será el caso de la película, esos temores se manifiestan como los personajes de las películas de terror que los hacían saltar del susto en el cine. El hombre lobo, la momia, el monstruo de Frankenstein... Este era el imaginario del terror de los niños de los cincuenta, pero mucho me temo que una representación literal a día de hoy resultaría en algo muy descafeinado. Por supuesto, con una revisión estética bien sería posible ponernos los pelos de punta a quienes hemos crecido con otros seres de naturaleza y aspecto más retorcido.</div>
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Aun así, en el guión de Fukunaga y Palmer se optó por la eliminación de todas estas formas alternativas, con alguna que otra excepción bastante resultona; en otras palabras, Eso se manifiesta siempre como Pennywise. Y lo hace en escenas de cosecha propia bastante inspiradas en el terror oriental (imposible no acordarse de <i>Ju-on</i> en algunas de ellas) donde al mismo tiempo se incide en algo presente en el libro, que es la omnipresencia de Eso en las vidas de los muchachos aunque ellos no sean capaces de verlo. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
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Este cambio implica dejar de lado muchísimas escenas bastante memorables de la novela, pero en este caso no debería ser un inconveniente si los reemplazos merecen la pena. En el guión filtrado, escenas como la muerte de Patrick Hockstetter no tienen absolutamente nada que ver con lo que uno encuentra en el libro, pero aun así son lo suficientemente efectivas como para no echar de menos una copia literal del texto. El Pennywise de Fukunaga y Palmer es más cercano al depredador de Stephen King que al payaso del tren de la bruja encarnado por Tim Curry; un ser que acecha en las sombras, que juega a esconderse y a pasar luego al ataque como una fiera de instintos desatados. </div>
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<br /></div>
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<br />
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<h2 style="text-align: left;">
<b>Unos nuevos Perdedores</b></h2>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em; text-align: left;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://2.bp.blogspot.com/-wZAx_EZR8Vc/WKST_o1zniI/AAAAAAAAAYg/wJKgaRyK2Kw2kK-D0L18NRqgy5lMwy5GQCLcB/s1600/jsmillos.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="320" src="https://2.bp.blogspot.com/-wZAx_EZR8Vc/WKST_o1zniI/AAAAAAAAAYg/wJKgaRyK2Kw2kK-D0L18NRqgy5lMwy5GQCLcB/s320/jsmillos.jpg" width="284" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Ilustración de Joey Schichtel.</td></tr>
</tbody></table>
Sea en los cincuenta, en los ochenta o en la década actual, siempre puede haber un Richie Tozier. Siempre puede haber un Bill Denbrough, un Ben, o un Mike. Sin embargo, la clave está en lograr trasladar esos personajes a otro contexto, y Fukunaga y Palmer lo lograron con bastante acierto. Quizá los Perdedores ya no sean unos fanáticos de Chuck Berry, pero sí están enganchados a la NES y a The Clash. Quizá consideren al monstruo de Frankenstein un bichejo ridículo, pero no pensarán lo mismo de Freddy Krueger. No todos están retratados con el mismo acierto, y Bill probablemente sea uno de los más perjudicados, necesitando de un mayor trabajo para forjar al líder que es casi desde el principio, pero otros como Richie o Beverly sí están a la altura de lo esperado. </div>
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<div style="text-align: justify;">
Merece la pena destacar la atención puesta a las escenas familiares: la fría relación de Bill con sus padres tras el asesinato de Georgie, el irrespirable clima del hogar de los Marsh, la obsesión enfermiza de Sonia Kaspbrak, etcétera. Es algo que en la miniserie de 1990 no existía, y se perdía algo tan esencial en el libro como es la sensación de alienación (¿inducida por Eso?) que sufren los protagonistas, entendiendo que no pueden contar con nadie en su lucha por la supervivencia. Habrá que ver si la inclusión de otras tramas en la versión final acaban por desplazar estas escenas, pero teniendo en cuenta lo necesario que es profundizar en el trasfondo para empatizar con los personajes ojalá siga habiendo sitio para todo.<br />
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<h2>
<br /><b>Interludios</b></h2>
</div>
<div style="text-align: justify;">
<table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em; text-align: left;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://4.bp.blogspot.com/-3TCTMJyLHBE/WKORxqUbqtI/AAAAAAAAAX4/ghSlZFn39hQB8M3wzVohdQoEiCG3tvihwCLcB/s1600/o.silverdollar.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="320" src="https://4.bp.blogspot.com/-3TCTMJyLHBE/WKORxqUbqtI/AAAAAAAAAX4/ghSlZFn39hQB8M3wzVohdQoEiCG3tvihwCLcB/s320/o.silverdollar.jpg" width="220" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">La matanza del <i>Silver Dollar</i>, por Alan<br />
M. Clark</td></tr>
</tbody></table>
<br />
La inclusión de los interludios me sorprendió por lo bien resuelta que estaba y, de veras, espero que sigan manteniéndose en la versión final. No se plantearon como las investigaciones de Mike que son en la novela (además, el rol de "historiador" recae en Ben), sino como recuerdos o transiciones entre las distintas partes de la película. Aparecen tanto el incendio del <i>Black Spot </i>como la matanza en el <i>Silver Dollar</i>, quedando fuera el tiroteo de la banda de Bradley, aunque éste es mencionado en algún momento entre los chavales.<i> </i><br />
<br />
En especial, la segunda contaba con un ritmo aparentemente muy cuidado y, además, servía para introducir el tramo final de la película. Esto le daba un empujón interesante, mostrando hasta qué punto Eso era capaz de manifestar su influencia antes de que se alcanzase el clímax, y no en ámbitos cerrados a espaldas de todo el mundo sino ante una multitud ciega que no ve o no quiere ver absolutamente nada, que puede oler la sangre pero sigue riendo, degustando el bourbon, respondiendo a los chascarrillos de quienes tienen al lado y moviendo los pies al ritmo de la cancioncilla que sale de las manos del pianista, cuya identidad ya podéis imaginar.<br />
<br />
<br />
<h2>
Henry Bowers</h2>
</div>
<div style="text-align: justify;">
<table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em; text-align: left;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://1.bp.blogspot.com/-HEVpaRyRjD8/WKV937Asn_I/AAAAAAAAAZo/mBTi_xERj0YKmDfC0EEqMGDQDtlkWjarwCLcB/s1600/henry_bowers_by_kvezal-d9ifo3t.png" imageanchor="1" style="clear: left; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="200" src="https://1.bp.blogspot.com/-HEVpaRyRjD8/WKV937Asn_I/AAAAAAAAAZo/mBTi_xERj0YKmDfC0EEqMGDQDtlkWjarwCLcB/s200/henry_bowers_by_kvezal-d9ifo3t.png" width="200" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Ilustración de Kvezal (deviantart).</td></tr>
</tbody></table>
Chapó. Genial. No sé cómo acabará siendo el chaval en la versión de Muschietti, pero el Henry Bowers de Palmer y Fukunaga es una pasada, eléctrico, una amenaza seria, alguien que de verdad canaliza la influencia de Eso, un personaje que evoluciona de una manera creíble, pasando del típico chulo acosador a un psicópata demente que de verdad hace creer que matará a los niños en cuanto se tope con ellos. Al fin y al cabo, en el libro es detenido y posteriormente acusado de las desapariciones de 1957 y 1958. Seamos sinceros, el Bowers de la miniserie todos lo recordamos, con su tupé, el <i>leitmotiv</i> de Richard Bellis que parecía sacado de un western de Leone y su persistente cara de asco, pero jamás pasaba de ser el típico malote de instituto. Por supuesto, el de la novela sí experimenta esa progresión que lo acaba llevando a lo más bajo, por lo que en este guión está representado de maravilla.<br />
<br />
Sí, corren rumores de que en otras versiones más tardías Fukunaga lo hacía violar una oveja y cosas similares, quizá pasándose un poco con el rollo paleto-psicópata, pero salvando estas cosas y ciñéndome al guión que ha corrido por la red, me sigue pareciendo uno de los personajes mejor retratados.<br />
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<h2 style="text-align: center;">
2. Aspectos negativos</h2>
<br />
<h2>
¿Leroy?</h2>
No soy un purista, por lo menos no en materia de adaptaciones. Pero hay cosas que, sinceramente, no comprendo ni con una pistola en la cabeza; una de ellas, el cambio de nombres o alteraciones en personajes que ya están definidos. Digo yo que si amas aquello que trabajas (y era el caso de Fukunaga, según parece) los datos se conservan si no hay necesidad de alterarlos. Sin embargo, aquí Bill es Will; Will, el padre de Mike, es Leroy. Y Henry es Travis. De acuerdo, esto influye cero, nada, en la calidad del guión, pero estas libertades son incomprensibles. Sobre todo cuando, como se puede ver, el cambio de nombre de un personaje afecta al de otro.<br />
Me hace pensar en el guión que George A. Romero escribió para la película de <i>Resident Evil</i> con algunas idas de olla verdaderamente innecesarias. Imagino que era una franquicia destinada a hacer el ridículo de todos modos. En fin, es más bien una rabieta mía que un defecto en sí, pero que alguien me explique qué sentido tienen estos cambios.<br />
<br />
<br />
<h2>
Bill</h2>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://3.bp.blogspot.com/-drQ4yX2T49Q/WKV4UP9gGVI/AAAAAAAAAZM/0j3UakGDAGgjOaVxhJOzA9-uDTkPNUYAgCLcB/s1600/bill.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://3.bp.blogspot.com/-drQ4yX2T49Q/WKV4UP9gGVI/AAAAAAAAAZM/0j3UakGDAGgjOaVxhJOzA9-uDTkPNUYAgCLcB/s320/bill.jpg" width="320" /></a></div>
<div>
O Will, como queráis. Como ya he dicho algo más arriba, de todos los perdedores es el Tartaja Denbrough quien más trabajo necesita en este libreto. Y teniendo en cuenta que, de todos ellos, Bill es el cabecilla, semejante defecto o contratiempo es un pelín grave. No es tartamudo, su personalidad apenas está bien perfilada y parece que la atención se puso más sobre su relación con Bev que otra cosa. Protagoniza, sí, una de las mejores y más escalofriantes escenas del guión (y que, por lo que sé, también estará presente en la versión de Muschietti) pero más allá de eso es bastante plano; los únicos momento en que verdaderamente destaca son aquellos en que conversa o directamente choca con sus padres, explicitando la desazón que lo corroe por dentro desde la muerte de su hermano. </div>
<br />
<br />
<h2>
El enfrentamiento final</h2>
<div>
Hay que reconocer que el camino que recorren los Perdedores hacia la guarida de Eso está bien construido, con una sensación de progresión lograda y con alguna que otra escena memorable, como podréis leer en el siguiente apartado. Sin embargo, la lucha contra Pennywise no está demasiado bien resuelta: los niños se lanzan a por él atacándolo con herramientas de todo tipo, como motosierras, martillos, bates de béisbol, etcétera. Al final, acaba chamuscado mediante fogonazos mientras se retuerce de dolor bajo el aspecto de Georgie. No es que sea una escena desacertada, y sin duda mejora lo visto en 1990, pero en comparación con la novela sigue perdiendo por goleada. El enfrentamiento contra la araña, el rito del Chüd, la sensación de que todo puede terminar para mal en cualquier momento. Esto es algo que la película debería lograr recrear con acierto, dar a entender las verdaderas dimensiones de Eso, su naturaleza cósmica, ancestral, milenaria. </div>
<div>
<br /></div>
<div>
Y por cierto, si necesitan ideas para la "versión arácnida" de Eso, más allá de decantarse por algo genérico, deberían tomar nota del bestiario de <i>Bloodborne</i>. Desde que vi y sufrí a <a href="http://i.imgur.com/jt0nxS4.png" target="_blank">Amygdala</a> que no puedo imaginarla de otra forma.</div>
<div>
<br /></div>
<div>
<br /></div>
<h2>
<i>Esa</i> escena y el fuego de Beverly Marsh</h2>
<table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em; text-align: left;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://1.bp.blogspot.com/-_2WJKhToK3w/WKV7yPVBAfI/AAAAAAAAAZY/cBeODHUEwL4wI2cfYGS3Avls5ZBruwmggCLcB/s1600/beverly%2Bmarsh%2BNeonFatal.png" imageanchor="1" style="clear: left; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="193" src="https://1.bp.blogspot.com/-_2WJKhToK3w/WKV7yPVBAfI/AAAAAAAAAZY/cBeODHUEwL4wI2cfYGS3Avls5ZBruwmggCLcB/s320/beverly%2Bmarsh%2BNeonFatal.png" width="320" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Ilustración de NeonFatal (deviantart).</td></tr>
</tbody></table>
<div>
Ya sabréis a qué me refiero, por supuesto. Es curioso que en un libro repleto de escenas duras, verdaderamente cruentas, con desmembramientos de niños, asesinatos, situaciones de acoso y sangre por doquier, la más controvertida e innombrable sea la especie de orgía entre los protagonistas cuando están a punto de perderse en las alcantarillas tras haber derrotado (o eso creen algunos de ellos, claro) a Eso. Sí, qué duda cabe, la escena choca, sorprende, es dura, pero en ningún momento cae en lo grosero ni en lo chabacano; es un ritual simbólico, nada más, que se ha sobredimensionado en exceso. Que cuando comentes la novela con alguien aún haya quien haga referencia a ella con la boca pequeña, como quien no quiere la cosa, es un poco ridículo.</div>
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En este guión, como puede imaginarse, esta escena tampoco está presente. Tampoco lo estará en la versión de Muschietti, y no me extraña. Es una escena que necesita reinterpretarse, de esas que una traslación literal puede ser bastante desafortunada, y falta ver si lo logran o acaba saliendo un sinsentido como el del libreto de Fukunaga. Básicamente, Beverly les toca la cara y con eso basta para que recuperen el rumbo. La idea de la niña siendo su guía y su musa, citando textualmente a Fukunaga, no está mal planteada, pero debería haber algo más, no necesariamente un encuentro sexual si es lo que quiere evitarse, pero sí una suerte de conexión de los muchachos con Beverly que dé a entender y simbolice su unión.</div>
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Sí es interesante, como creo haber comentado algo más arriba, el retrato de Bev. Es distinta a la del libro, quizá más algo más descarada, gallarda y desinhibida, y el cambio le sienta como un guante. Sin embargo, no se acaba traduciendo en la llama que acaba siendo tras la semi-derrota de Eso, ese fuego que logra que todos salgan con vida de ese laberinto de tuberías y canales putrefactos que es el corazón de Derry. </div>
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3. Escenas destacadas</h2>
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Miedo y asco en la sinagoga</h2>
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Stanley Uris se encuentra en la sinagoga junto al rabino. Están repasando la Torá de cara a la <i>bar mitzvah </i>del muchacho, pero éste se muestra ausente, a duras penas logra prestar atención. Hace unos días que el hijo del rabino, Dorsey, ha desaparecido, y el hombre acaba colapsando; ante sus lágrimas, Stan le pide permiso para ir al baño y acaba perdiéndose escaleras abajo. La situación, ya se nos ha descrito antes en otra escena, es preocupante en Derry a esas alturas y los lectores conocerán ya a Stan y su continua necesidad de negar todo cuanto sucede.</div>
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El muchacho no encuentra el baño, definitivamente, pero sí se topa con una <i>mikve </i>(una especie de piscina o contenedor de agua, cuadrada y con escalones en el interior). Dicha <i>mikve</i> se encuentra en una sala pequeña, apenas iluminada; en otras palabras, a Stan no le parece mala idea aliviar ahí la bufeta. Sin embargo, algo lo echa atrás. Algo se mueve bajo el agua. Es una mujer, que emerge desnuda de la <i>mikve </i>de cintura para arriba, sin inmutarse ni alarmarse por la presencia del niño. Lo mira, y le pregunta si le gusta su cuerpo, que ya es casi un hombre, pronto lo será, y que ella no le dirá nada a nadie. Intenta seducirlo, con miradas y gestos lascivos, y entonces comienza a salir, la cámara se sitúa a sus espaldas y vemos como su espalda y sus muslos están llenos de ampollas y heridas sangrantes, la carne podrida y las piernas nada más que huesos y cartílagos. Stan logra huir, pero está claro que aquella imagen jamás se le borrará de la cabeza; por lo menos, hasta la llamada de Mike.</div>
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Como puede apreciarse, esta escena no está sacada del libro. En éste, el encuentro de Stan con Eso tiene lugar en la torre depósito de Derry, y su manifestación tiene la forma de los niños que murieron ahogados ahí mismo, descendiendo las escaleras con un sonido húmedo y pegajoso. Personalmente, el cambio me parece acertado no, lo siguiente. No porque la escena del libro sea de menor nivel, porque en realidad los tiempos están muy bien medidos y uno comprende que su solo recuerdo, décadas después, lleve a Stan a quitarse la vida antes que sufrir de nuevo aquellos tormentos. Si me parece acertada es porque no solo puede llegar a dar muy mal rollo sino porque es una referencia directa a la película de <i>El resplandor</i>, y tiene sentido por la nueva ambientación, pues la versión de Kubrick se estrenó en 1980 y puede formar parte perfectamente de los terrores de infancia de un niño de la edad de Stan. Por otro lado, a mí la escena de la mujer de la bañera me persiguió durante mucho tiempo (tanto la de la película como la de la novela) y precisamente esto es lo que se busca con la nueva cronología, que los de las últimas décadas sintamos lo mismo que quien, nacido a mediados de siglo, revivía sus temores con el hombre lobo o la momia leyendo el libro. </div>
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Encuentro en el sótano</h2>
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Una gota de agua se estrella en la frente de Bill, que a pesar de eso sigue durmiendo. Ha pasado la tarde jugando en los Barrens, oyendo confesiones y rumores acerca de los asesinatos y las desapariciones; por si fuera poco, ha tenido un encontronazo con sus padres. Uno más. Le cae otra gota, y otra. Finalmente el chico despierta, va en busca de un balde y al regresar ve que la puerta de la habitación de George está abierta. Entra, ve sus juguetes, lo recuerda aún ahí, y no puede contener el llanto, y sigue llorando hasta que ve una sombra pasar por el pasillo; al salir, la visión de unas huellas mojadas sobre la moqueta hace que su corazón se acelere, pero no desiste. Entonces se entrevé al Bill líder, que sigue las huellas hasta llegar al sótano que, para su sorpresa, se encuentra inundado. Y ahí, en un rincón, está Georgie, con su chubasquero amarillo, hecho un ovillo, llorando. "¿Por qué me hiciste marchar, Billy?", le dice, sollozando. Hasta que, al final, al llanto le sigue la temida frase: "Flotarás". El niño empieza a vomitar agua y basura y a moverse hacia su hermano; en realidad, quien está detrás es Pennywise, que lo ha empleado como a un vulgar un muñeco de ventrílocuo, y se lanza a por Bill como un animal salvaje, como la bestia primitiva y ancestral que es en realidad. </div>
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Otra escena de propia cosecha, otra escena sobresaliente. Esta sustituye a la del álbum de fotos, que si bien en la novela es bastante resultona por lo bien narrada que está, dudo mucho de que una traslación literal tenga el mismo efecto (ya se vio en la miniserie). </div>
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La muerte de Patrick Hockstetter</h2>
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Patrick Hockstetter probablemente sea uno de los personajes más desagradables, perversos y retorcidos de <i>It</i> y quizá el único que deseamos ver devorado por Eso. El susodicho es un perturbado que disfruta maltratando animales y que mató a su hermano pequeño cuando éste no era más que un bebé, y sin apenas inmutarse; tanto esta escena como la de la nevera son duras de leer, ciertamente. Stephen King lo mató de una manera bastante vistosa e interesante, atacado por una especie de mosquitos-sanguijuela que lo dejan hecho unos zorros, siendo luego arrastrado por Pennywise a través de la espesura hasta su guarida.</div>
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En el guión de Fukunaga Hockstetter muere pronto, en una escena que entremezcla precisamente su muerte y la incursión de Mike en los restos de la fundición Kitchener. Bowers, Belch y Huggins dejan a Patrick a su suerte cuando éste les invita a seguir investigando las ruinas. En realidad, hace rato que algo lo atrae, sin darse cuenta, hacia el corazón de aquel desastre que acabó con la vida de tantísimos niños en los años veinte. Ayudado únicamente de un bote de<i> spray</i> y de un mechero, Hockstetter avanza superando el miedo. Es un perturbado, sí, pero algo lo está llevando de la mano hacia su muerte sin saberlo. Es precisamente gracias al truco de los fogonazos que vemos tan solo por unos segundos a Pennywise a sus espaldas, esperando el momento justo para atacar. Y al fin, tras un último fogonazo, el payaso le echa las garras encima, llevándoselo a través de un agujero en el techo.</div>
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No solo es una escena bien construida, con buen ritmo y capaz de asustar pese a lo manido que está el recurso del mechero, sino que además ventila con rapidez la trama de Hockstetter. Esto es bueno y malo la vez. Bueno porque, evidentemente, la película no puede abordar al detalle todas y cada una de las partes de la novela y hay algunas que deben finiquitarse rápido y, a poder ser, de una manera inteligente. Malo porque el guión desperdicia totalmente al personaje, que no pasa de ser un matón más. </div>
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La cueva de las arañas y el adiós a Victor Criss</h2>
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En pleno avance hacia el corazón de Derry, los Perdedores se topan con un lugar extraño y que empieza a poner de manifiesto la verdadera naturaleza de Pennywise. Se trata de una cueva con una membrana transparente, bajo la que una cantidad ingente de arañas se concentra en todos aquellos puntos por donde pisan los muchachos, que sin embargo logran llegar al otro lado. Victor Criss no correrá la misma suerte. Para empezar, hace ya un buen rato que quiere desligarse de Bowers, pero éste no atiende a razón alguna; no le queda otra, pues, que lanzarse a perseguir a Bill y compañía a través de aquella caverna membranosa, más carne que roca, a sabiendas de las extrañas formas de vida que viven en el líquido bajo aquel fino velo de color carne. </div>
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En realidad, Criss preferiría irse con los Perdedores, y les pide que lo lleven, porque Bowers ha perdido la cabeza, porque él no quería estar ahí. Es entonces cuando cae en que, sin querer, ha rasgado parte de la membrana con su navaja. Las arañas, que se cuentan por miles, empiezan a salir por la brecha directamente hacia él, que en su lucha por librarse de ellas no hace más que agrandar aquel agujero en que acaba precipitándose, devorado, con los arácnidos entrándole por la boca y oyendo a Bowers reír como un loco ante ese cruento espectáculo.</div>
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Quienes hemos leído el libro ya sabemos cómo muere Victor Criss, y su final dista enormemente de lo inventado por Fukunaga y Palmer. De morir decapitado por el monstruo Frankenstein a acabar devorado por miles de arañas hay un buen trecho, pero la idea es bastante inteligente. Veamos. Para empezar, la inclusión del célebre Frankenstein encarnado por Boris Karloff tiene mucho sentido en el contexto de la novela, no tanto en unos años 80 en que, por decirlo de alguna manera, ha sido "superado" por otros engendros. Por otro lado, dado que Pennywise no aparece en su forma "verdadera", esas arañas apuntan a aquello que, muy probablemente, se acabase viendo en la segunda entrega, donde probablemente Eso se mostrase en su forma de araña gigante.</div>
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4. Conclusión</h2>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://3.bp.blogspot.com/-baTi_uB5lwc/WKWDu5ZkfsI/AAAAAAAAAaA/B0-07cYOm5sD0EdI4SfXIDTbCXEl-s2eACLcB/s1600/pennywisesewer.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="222" src="https://3.bp.blogspot.com/-baTi_uB5lwc/WKWDu5ZkfsI/AAAAAAAAAaA/B0-07cYOm5sD0EdI4SfXIDTbCXEl-s2eACLcB/s400/pennywisesewer.jpg" width="400" /></a></div>
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<br /></div>
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No creo que la narrativa literaria y la cinematográfica sean compatibles o intercambiables, y lo diré hasta el hastío. En otras palabras, no creo ni confío en las adaptaciones literales ni las entiendo. Soy de quienes piensan que, si ya podemos disfrutar de la historia que nos cuenta un libro, que siempre será más rica, ¿por qué exigir que su adaptación a otro medio sea exactamente igual?</div>
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<br /></div>
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Por lo normal, estas traslaciones acaban decepcionando. Porque las imágenes que uno forma y conserva en la mente son únicas e inimitables, y es de ingenuos esperar que ese director o ese guionista recreen el libro (o el relato o el videojuego) tal y como tú, uno entre tantos millones, lo imaginaste. Además, siendo el cine un medio extremadamente limitado en materia de estándares de duración y demás convencionalismos, es inevitable considerar que un libro debe readaptarse, buscar una narrativa propia que concentre su esencia sin necesidad de recrear escena por escena lo descrito en él. En muchas adaptaciones cinematográficas de éxitos literarios se comete el error de querer mostrarlo todo, aunque el resultado acabe siendo una sucesión de escenas resumidas y apresuradas que rompen el ritmo, la cadencia y los valores narrativos del cine. ¿El resultado? Películas vacías, de nulo desarrollo de personajes, de clímax mal construidos e inocuos. Me vienen a la cabeza ejemplos como <i>El Hobbit </i>o algunas entregas de <i>Harry Potter</i>.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Una película de <i>It</i> no puede ni debería mostrarlo todo. Como toda buena adaptación debe capturar la esencia, más allá de alteraciones y limitaciones meramente estéticas como el contexto, los rasgos físicos de un personaje (siempre y cuando no comprometan la narrativa); extraer, en definitiva, el corazón de la novela y dotarlo de un cuerpo nuevo.</div>
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¿Lograron esto Fukunaga y Palmer? La respuesta es sí, pero a medias. Por supuesto, un guión se revisa constantemente y se le da muchas vueltas antes de presentar la versión final, así que algunos de los puntos flacos aquí expuestos podrían haberse corregido. Jamás lo sabremos. Aun así, los protagonistas aparecen bien retratados (algunos más, otros menos) y hay muchas escenas que, pese a no tener nada que ver con el libro, sí conservan el malestar que uno siente cuando lo lee. Curiosamente, cuanto más se aleja el guión de lo descrito en el libro es cuando más brilla y más convence. Su legado está por ver, pero ojalá sus aciertos estén tan presentes como ausentes los defectos en la película que verá la luz en septiembre.</div>
David A.http://www.blogger.com/profile/17012896445858273776noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-9189419771153671823.post-14230955309754292712017-02-13T09:00:00.000+01:002017-02-13T09:00:10.023+01:00El Infierno de Dante y el género de terror (I): Abriendo las puertas del averno<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://2.bp.blogspot.com/-MEBNud7jvYg/WJRXXt5ZN3I/AAAAAAAAAUE/AmJ8mcYMDi8CAL2aBhcs3qnZKucW1tcXgCLcB/s1600/%25281883%2529%2BMartin%252C%2BHenri%2B-%2BFrancesca%2Bda%2BRimini%2Be%2BPaolo%2Ball%25E2%2580%2599inferno%2Bcon%2BDante%2Be%2BVirgilio%2B%25281883%2529.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="400" src="https://2.bp.blogspot.com/-MEBNud7jvYg/WJRXXt5ZN3I/AAAAAAAAAUE/AmJ8mcYMDi8CAL2aBhcs3qnZKucW1tcXgCLcB/s400/%25281883%2529%2BMartin%252C%2BHenri%2B-%2BFrancesca%2Bda%2BRimini%2Be%2BPaolo%2Ball%25E2%2580%2599inferno%2Bcon%2BDante%2Be%2BVirgilio%2B%25281883%2529.jpg" width="322" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><i>Paolo Malatesta y Francesca de Rimini en los infiernos</i>, <br />
Henri Martin, 1883, Museo de BB.AA. de Carcassone.</td></tr>
</tbody></table>
<br />
<div style="text-align: justify;">
Imaginaos al borde del abismo. Vuestras piernas tiemblan, y el ánimo flaquea. Miráis abajo y, en lo más profundo, veis (y oléis) un río de sangre hirviendo, borboteando, escaldando a hombres y mujeres que gritan y lloran de la desesperación y el dolor. Imaginad que miráis a un lado y veis a personas con la cabeza girada hacia atrás. Literalmente. Hombres asediados por monstruos, seres de dimensiones colosales, almas en desgracia que apenas pueden sostenerse en pie, con las entrañas rozando el suelo y un corte abierto desde el mentón hasta el vientre. Y ese desdichado, sollozando, se arrastra como puede, tambaleándose, dejando un rastro de sangre a su paso.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Como algunos habréis advertido, esto no lo escribió ni Lovecraft, ni Poe, ni Huysmans. El párrafo anterior no es más que una brevísima síntesis, de mi puño y letra, de algunos de los horrores con que Dante Alighieri se topa en su recorrido por el infierno y que constituye el primer libro de la <i>Divina Comedia</i>.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
En efecto, y antes de que salten chispas, la <i>Comedia</i> no es ni una novela ni es de terror. Decir esto ante cualquier filólogo o literato sería un sacrilegio de difícil perdón, y es comprensible, pues por un lado supondría banalizar en exceso el contenido del poema. Pero por el otro sí es cierto, e innegable, que se trata de un libro que admite numerosas lecturas. Que no debe entenderse únicamente como un poema escrito en tercetos hijo de su tiempo sino como una huella que, desde cada momento, desde cada sensibilidad, las maneras de acercarse a ella pueden variar significativamente y ofrecer perspectivas tan interesantes como variopintas.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
También es cierto que estamos hablando de una de las obras maestras de la literatura universal, así como de uno de los pilares de la cultura europea y, como tal, uno debe andarse con pies de plomo al hablar sobre el tema. No porque sea intocable ni una obra elitista, todo lo contrario, sino porque a estas alturas de la vida sobre la <i>Comedia </i>se ha escrito mucho y es fácil caer en superficialidades e interpretaciones cuestionables.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Con este artículo pretendo mostraros el <i>Infierno</i> de otra manera; introduciros el libro más célebre de la <i>Divina Comedia</i> relacionándolo con un género al que difícilmente adscribirían en un contexto académico pero que, en realidad, encuentra muchos paralelismos con lo expuesto hace más de setecientos años por ese prócer literario que fue Dante.</div>
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<br /></div>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://4.bp.blogspot.com/-rb86aSGri8Y/WJRbZouS-4I/AAAAAAAAAUQ/kqcN5lNdacQ4NgGJckLFW6-K5G6Dmb8WwCLcB/s1600/%25281440%2527s%2529%2BPaolo%2Bdi%252C%2BGiovanni%2B-%2BDante%2Be%2BCaronte%2B%2528s.XV%2529.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="216" src="https://4.bp.blogspot.com/-rb86aSGri8Y/WJRbZouS-4I/AAAAAAAAAUQ/kqcN5lNdacQ4NgGJckLFW6-K5G6Dmb8WwCLcB/s400/%25281440%2527s%2529%2BPaolo%2Bdi%252C%2BGiovanni%2B-%2BDante%2Be%2BCaronte%2B%2528s.XV%2529.jpg" width="400" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><i>Caronte</i>, Priamo della Quercia, 1440-52, códice Yates Thompson 36,<br />
(Biblioteca Británica) </td></tr>
</tbody></table>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Para quien no esté puesto en situación, el <i>Infierno</i> se divide en 34 cantos. En cada uno de ellos Dante y Virgilio descienden un poco más hacia el final y, a su paso, se topan con multitud de personajes tanto reales como ficticios con quienes dialogan, encuentros que conducen a posteriores reflexiones por parte de ambos poetas. En general, el <i>Infierno</i> es un viaje que nos muestra la fortuna de las almas, arrepentidas o no, y al mismo tiempo permite conocer entre líneas el contexto histórico de Dante. Es, qué duda cabe, un infierno de pasiones. Los condenados expresan a Dante su dolor y el recuerdo de la vida, algunos de ellos reconocen cuán errados estuvieron al renegar de la palabra divina. Está presente, faltaría más, un componente moralizador. Los castigos son ejemplares, y el mismo Dante actúa como juez al ubicar a ese o al otro aquí o allá, en función de sus pecados.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Se trata, además, de un texto escrito en lengua vernácula, dejando a un lado el latín y abriéndolo a un mayor público, indistintamente de su condición. Pero más allá de lo poético, hay algo más. Dante, tal y como dice Joan Francesc Mira en el prólogo de su traducción, escribió en verso porque era así como se escribía, pero su manera de exponer y desarrollar el texto es más propia de una novela. Las descripciones, los diálogos, las situaciones, todo, son más propias de un novelado que de unas rimas por lo que, sin ambages, podemos considerarla una especie de sucesora espiritual de la <i>Odisea</i>. De hecho, uno de los problemas que percibo en algunas de sus traducciones es que se cargan ese carácter narrativo en pos de una poética artificial que vuelve el texto farragoso y, por eso mismo, en algo a las antípodas de lo que fue el original.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
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Pero dejémonos de rodeos y sigamos, porque el <i>Infierno</i> está ya a solo un par de pasos.<br />
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<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<br />
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://2.bp.blogspot.com/-DjEmCxAcHCk/WKCppKDZ4VI/AAAAAAAAAXU/bjwnjAcpH340xt_ZvRNdXBbWcS5FzIIJQCLcB/s1600/Mirra.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="400" src="https://2.bp.blogspot.com/-DjEmCxAcHCk/WKCppKDZ4VI/AAAAAAAAAXU/bjwnjAcpH340xt_ZvRNdXBbWcS5FzIIJQCLcB/s400/Mirra.jpg" width="325" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><i>Dante y Virgilio ante Mirra</i>, Gustave Doré (1861)</td></tr>
</tbody></table>
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Dante nos describe un lugar geográficamente muy definido: riscos escarpados, precipicios, ríos de sangre o bosques repletos de pinchos conforman el paisaje de ese averno que, hasta entonces, jamás se había concretado con semejante detalle. Y Dante incide en ello, pues deja claro que aquel recorrido no es un paseo sino que, de no contar con Virgilio, cualquiera podría encontrar la muerte en cualquier paso en falso. La suerte de fascinación que experimenta Dante ante semejante panorama, que a veces se quiebra en desesperación, es equivalente a ese sublime que siglos después actualizarían y teorizarían pensadores como Kant o Schopenhauer, convirtiéndose en una de las bases de la estética del Romanticismo.<br />
<br />
El mismo Schopenhauer, en <i>El mundo como voluntad y representación</i>, resume y explica la atracción que despertaba el <i>Infierno</i> en la gente de su época de la siguiente manera, y poco más podemos decir salvo que la clava:<br />
<blockquote class="tr_bq">
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
“Y Dante, ¿de dónde ha sacado la inspiración para su <i>Infierno</i>, si no de nuestro mundo real? Y, sin embargo, le salió un infierno perfecto. En cambio, cuando tuvo que describir el paraíso y sus maravillas, se encontró ante una dificultad insuperable, dado que nuestro mundo no ofrece material alguno para la descripción de algo así. No le quedó otra, pues, que referirse, en lugar de las maravillas del Paraíso, a las lecciones que le fueron impartidas ahí por su antepasado [Virgilio], por su Beatriz y por varios santos. De esto resulta bastante claro de qué pasta está hecho el mundo.”</div>
</blockquote>
</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Hasta qué punto contribuyó Dante a configurar el imaginario de lo oscuro y lo monstruoso es difícil de concretar. A lo largo de nuestra historia el monstruo y el miedo han estado ahí, y el poeta no inventó la rueda pero sí la engrasó de tal modo que aún hoy sigue debiéndole mucho al toscano, que incluso quinientos años después de escribir su obra maestra aún había quienes observaban algunas de sus escenas desde el más absoluto recelo. Gustave Doré, que ha pasado a la historia como el ilustrador más célebre del poema, fue gravemente acusado por la crítica de representar escenas excesivamente grotescas e "inadecuadas". En efecto, es imposible no establecer un símil con las polémicas provocadas por algunas películas cuyo grado de violencia o de crueldad excede los límites de lo tolerable o de lo convenido.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Partiendo de todo esto, la intención principal de esta serie de artículos es presentar distintos casos, centrados en personajes, en que Dante perfila con mucho acierto rasgos que posteriormente se establecerían en el discurso de lo terrorífico, lo siniestro, y que mucho peso tendrían en la literatura gótica del siglo XIX, que podemos considerar el precedente más inmediato del género. Para eso, confluirán representaciones artísticas y fragmentos de literatura de todas las épocas, con el objetivo de definir lo mejor posible qué significó este <i>Infierno</i> y qué sigue significando a día de hoy.<br />
<br />
Esto no ha sido más que una introducción, que he considerado necesaria en caso de que quienes lean esta entrada no estén familiarizados con el poema; en las siguientes semanas, correrá la sangre, proliferarán los llantos y surgirán los monstruos. Si cuando todo este termine sentís el gusanillo de ir a por él y os acaba fascinando, aunque sólo sea un poco, no podré sentirme más satisfecho.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
David A.http://www.blogger.com/profile/17012896445858273776noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-9189419771153671823.post-56912227818509408062017-02-11T09:00:00.000+01:002017-02-11T09:00:05.073+01:00Más obras de Junji Ito y otros mangas de terror (III)<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://1.bp.blogspot.com/-kIkAoJqqYPA/WJngGbQ4E1I/AAAAAAAAAVY/fbbMEtYEanMLz9WrU_ZLZ5Y1VcgZHGPZQCLcB/s1600/JunjiIto3.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="150" src="https://1.bp.blogspot.com/-kIkAoJqqYPA/WJngGbQ4E1I/AAAAAAAAAVY/fbbMEtYEanMLz9WrU_ZLZ5Y1VcgZHGPZQCLcB/s400/JunjiIto3.png" width="400" /></a></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
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Y aquí estamos otra vez, después de mucho tiempo. La verdad es que desde la última entrada sobre Junji Ito han pasado nada más y nada menos que dos años (¡ni yo me lo creo!), y afortunadamente la cantidad de traducciones o <i>scanlations</i> ha aumentado considerablemente, hasta el punto de prácticamente doblar el número de relatos que había hasta el momento. Por lo tanto, veo bastante adecuado retomar un poco la senda y recomendar unos cuantas historias cortas más que he podido disfrutar a lo largo de estos años. Así que preparaos para una montaña rusa que os llevará a conocer una chica con un grave problema con las babosas, la extraña y surrealista historia de un vinilo maldito o una posada que oculta un secreto terrible y ancestral, entre otras cosas a cada cual más desagradable. </div>
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<b>Hallucinations</b></div>
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<a href="https://3.bp.blogspot.com/-N8mJGOPRopU/WJngXJrGH-I/AAAAAAAAAVc/6S3cwBnEclMrIOvN7wTfNwFqqM_3Vn_4ACLcB/s1600/hall.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="265" src="https://3.bp.blogspot.com/-N8mJGOPRopU/WJngXJrGH-I/AAAAAAAAAVc/6S3cwBnEclMrIOvN7wTfNwFqqM_3Vn_4ACLcB/s400/hall.jpg" width="400" /></a></div>
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Todos hemos sentido envidia alguna vez. Algunos se apresuran a pegarle la coletilla de “sana”, quizá porque desde tiempos inmemoriales la envidia ha sido un sentimiento defenestrado por la mayoría (qué más puedo decir, si está etiquetado como uno de los siete pecados capitales), pero al mismo tiempo todo el mundo ha sentido en alguna ocasión ese resquemor hacia algo que alguien tiene y nosotros no. En ocasiones, esta envidia puede derivar en una actitud más competitiva que puede ayudarnos a lograr eso que deseamos, siendo algo que a fin de cuentas nos hace un bien. No así para Oshikiri. </div>
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La envidia hacia su mejor amigo de la infancia acabó desembocando en un odio tan profundo que le condujo a hacer algo escalofriante: lo mató con sus propias manos y lo enterró en el jardín de su casa. Es entonces, a partir de ese momento, que unas extrañas alucinaciones carcomen la mente de este chaval, que pronto se encontrará sumido en una espiral de locura que deberéis descubrir si queréis saber si consigue salir de ella ileso. </div>
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Interesante cuanto menos, <i>Hallucinations</i> muestra a un Junji Ito con un estilo de dibujo aún similar al de <i>Tomie</i>, aunque con la capacidad intacta de recrear escenas surrealistas a la par que desagradables. Probablemente no sea una sus mejores obras, pero sí mantiene lo suficiente en tensión como para leerla de un tirón, algo que no se puede decir de algunos de sus trabajos, especialmente aquellos en los que se muestra demasiado reiterativo. </div>
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Si queréis acompañar al “pobre” Oshikiri en su particular descenso a la locura, haced click <a href="http://slug-chicks.blogspot.com.es/p/hallucinations-by-junji-ito.html">aquí</a>.</div>
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<b>Slug Girl</b></div>
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<a href="https://4.bp.blogspot.com/-kIkAoJqqYPA/WJngGbQ4E1I/AAAAAAAAAVY/oZeroFGocCsdcYbyyl54-ZrMcKpHEp9yQCEw/s1600/JunjiIto3.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="150" src="https://4.bp.blogspot.com/-kIkAoJqqYPA/WJngGbQ4E1I/AAAAAAAAAVY/oZeroFGocCsdcYbyyl54-ZrMcKpHEp9yQCEw/s400/JunjiIto3.png" width="400" /></a></div>
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Las babosas, esas criaturitas tan húmedas, que se retuercen sobre sí mismas y que dejan un rastro de baba pegajosa a medida que se arrastran lentamente por el suelo… No, no fingiré que me dejan indiferente, y mucho menos que me gustan. Sin llegar a repugnarme, me parecen unos animales desagradables y mucho más cuando son convertidos en las principales amenazas de relatos como este. Transformados en seres peligrosos y amenazadores, algo tan “soso” como una babosa se puede convertir en algo que parece sacado de una pesadilla. Vamos, que después de hacérnoslo pasar mal con los caracoles humanos de <i>Uzumaki</i>, el señor Ito nos vuelve a meter el asco en el cuerpo. </div>
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Sin ser uno de los relatos más elaborados del autor, no puedo evitar mencionarlo por lo desagradables que resultan algunas de sus escenas, con un final marca de la casa del que, si has leído mucho a Ito, no te sorprenderá lo absurdo y asqueroso que resulta. Interesante para pasar el rato, aunque poco recomendable si has acabado de comer (y menos si te has zampado un plato de caracoles). <a href="http://slug-chicks.blogspot.com.es/p/slug-girl-by-junji-ito.html">Aquí</a> lo tenéis.</div>
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<b>Gravetown</b></div>
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<a href="https://2.bp.blogspot.com/-o1rCoNmAWWQ/WJngoASUEtI/AAAAAAAAAVg/tTRXUmVS5JESKCecQL8gCQR8WKHCVOZJQCLcB/s1600/gravetown.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="253" src="https://2.bp.blogspot.com/-o1rCoNmAWWQ/WJngoASUEtI/AAAAAAAAAVg/tTRXUmVS5JESKCecQL8gCQR8WKHCVOZJQCLcB/s400/gravetown.png" width="400" /></a></div>
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Que cada pueblo tiene sus propias costumbres as algo que todos sabemos. Y cuanto más oculto se encuentre en las profundidades del país, más probabilidades existen de que esas costumbres rocen lo surrealista; en el caso del pueblo al que nos invita Junji Ito en este relato, cómo no, la cosa se pasa de surrealista y se convierte en algo que acaba rozando lo grotesco. </div>
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En esta ocasión, la paranoia arranca de la misma manera que la mayoría de películas de terror que podemos ver a día de hoy: una pareja conduce en dirección a X lugar y, por una tonta distracción, acaban atropellando a alguien. ¿Y qué pasa con ese alguien? Pues que su muerte revelará a la joven pareja protagonista la grotesca realidad de lo que parece ser tan solo una singular costumbre del pueblo al que se desplazan: las calles están repletas de estelas funerarias. Sea en la calzada, dentro de las casas o en los parques, cientos de estelas “adornan” una misteriosa aldea que no tardará en descubrirse ante los protagonistas como el escenario de una verdadera pesadilla. </div>
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Posiblemente uno de los mejores relatos que menciono en esta entrada, a <i>Gravetown</i> no le pesa contar con varios tópicos del género (atropellamiento inicial, monstruo saliendo de un pozo, etcétera), sino que se sirve de ellos para ofrecer una experiencia bastante interesante, con una curva de intensidad muy bien delimitada y con un final que (¡aleluya!) esta vez no decepciona. <a href="http://slug-chicks.blogspot.com.es/p/gravetown-by-junji-ito.html">Leedla</a>, porque si os gustan las (buenas) idas de olla de Junji Ito dudo que os arrepintáis.</div>
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<b>Ryokan</b></div>
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<a href="https://3.bp.blogspot.com/-v8sEd5FMVGI/WJng0PnAvHI/AAAAAAAAAVo/nSwlulk63WM0cRMBbFMNhtcqAo5bEQrtACLcB/s1600/ryokan.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="400" src="https://3.bp.blogspot.com/-v8sEd5FMVGI/WJng0PnAvHI/AAAAAAAAAVo/nSwlulk63WM0cRMBbFMNhtcqAo5bEQrtACLcB/s400/ryokan.jpg" width="250" /></a></div>
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Un padre de familia enloquecido empuñando un hacha, una extraña fuerza demoníaca apoderándose de un hostal… No sé yo si a Junji Ito la inspiración le vino con <i>El resplandor</i>, pero no sería de extrañar viendo el planteamiento de esta historia que, pese a ser bastante corta, considero de las más efectivas de toda su obra.</div>
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Dividida en dos partes bastante diferenciadas, con un salto temporal considerable entre ambas, la segunda es la que contiene la mayor parte de la imaginería característica de Ito, con más de una escena protagonizada por personajes realmente grotescos y desagradables. En parte, y tras haber leído tantos trabajos de Ito, tampoco aporta nada especial que la ponga por encima de sus obras más destacadas. Afortunadamente, y pese a ser una paranoia bastante grande y sin pies ni cabeza, mantiene el tipo hasta el final y ha sido una de las historias cortas que más he disfrutado últimamente de este señor. </div>
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Para los valientes, <a href="http://slug-chicks.blogspot.com.es/p/ryokan-by-junji-ito.html">aquí</a> el billete de entrada a la Hell’s Bathhouse.</div>
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<b>Second-hand Record</b></div>
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<a href="https://3.bp.blogspot.com/-Mzl3S0qVVDQ/WJnhPDXmJ2I/AAAAAAAAAVw/iv_IguKfyoMvBEOw1HhJ4Quiwv2fY66FgCLcB/s1600/secondhan.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://3.bp.blogspot.com/-Mzl3S0qVVDQ/WJnhPDXmJ2I/AAAAAAAAAVw/iv_IguKfyoMvBEOw1HhJ4Quiwv2fY66FgCLcB/s1600/secondhan.jpg" /></a></div>
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Que la música despierta pasiones no creo que nadie lo dude. Aunque en ocasiones lo musical no tenga nada que ver con el asunto (¿de verdad son necesarios los ejemplos?), hay veces en las que no estamos ante algo tan superficial como el mojabraguismo que despierta el tupé de un crío que apenas sabe lo que canta. Pero bueno, todos los fanatismos son preferiblemente evitables, y esto no es una excepción. Y si no, que se lo digan a Nakayama, la protagonista de este relato en el que Junji Ito se desmarca notablemente de sus recursos habituales para ofrecer una trama, si bien no revolucionaria, más trabajada y conseguida en comparación al resto. </div>
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En Nakayama, la chica en cuestión, se desatará una obsesión enfermiza hacia un misterioso vinilo que contiene una sola canción, hipnótica y cautivadora, que cambia a todos aquellos que entran en contacto con sus notas. Esto la llevará a perder la cabeza, y por supuesto a poner en peligro su vida, tan solo por la necesidad de mantener a su lado esa extraña grabación. </div>
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<i>Second-hand Record</i> ha sido uno de los relatos de Junji Ito que, sin duda alguna, más me han sorprendido últimamente. Y es que debo reconocer que a medida que he ido descubriendo los diversos trabajo de este autor, he notado en ellos cierta reiteración, y en ocasiones un gusto demasiado descarado por el simple impacto más allá de la tensión y el misterio de una trama bien construida. Así que, en cierto modo, este breve relato sí ha conseguido hacerme sentir de nuevo una tensión parecida a la que nos invade cuando recorremos las calles de Kurozu-Cho. Salvando las distancias, claro está. </div>
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<a href="http://www.batoto.net/read/_/183050/itou-junji-kyoufu-manga-collection_v10_ch4_by_slug-chicks">Aquí</a> lo tenéis, totalmente recomendable.</div>
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<b>Kurosagi: servicio de entrega de cadáveres</b></div>
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<a href="https://2.bp.blogspot.com/-wMdYDGTC1fk/WJnip14-RNI/AAAAAAAAAWA/mqD8WKyLH14N7LswZfRIjiDaD15q4nQZACLcB/s1600/kurosagi.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="400" src="https://2.bp.blogspot.com/-wMdYDGTC1fk/WJnip14-RNI/AAAAAAAAAWA/mqD8WKyLH14N7LswZfRIjiDaD15q4nQZACLcB/s400/kurosagi.jpg" width="281" /></a></div>
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Y como ya fue habitual en las otras entradas, finiquito esta serie de recomendaciones con otra que nada tiene que ver con Junji Ito, más allá de englobarse también en el género de terror. Aunque en este caso no estamos ante algo tan simple. <i>Kurosagi: Servicio de entrega de cadáveres</i> es un manga que seguí durante mucho tiempo hasta que su soporífero ritmo de publicación en España me hizo olvidarme prácticamente de su existencia. Pese a eso, es sin duda una de las publicaciones más interesantes que recuerdo haber leído, y probablemente los números a los que no conseguí echar un vistazo no hayan perdido un ápice de calidad respecto a la brillantez de los primeros, los que me enamoraron de las idas y venidas de este grupo de personajes tan particulares. </div>
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El planteamiento gira alrededor de seis jóvenes con habilidades especiales (desde algo normal como el hackeo hasta otras que rozan lo sobrenatural como la capacidad de hablar con los muertos) que se dedican a cumplir el último deseo de los difuntos que encuentran, normalmente en situaciones de lo más variopintas. De esta manera, tienen lugar situaciones extremas y desconcertantes que tocan todas y cada una de las opciones que ofrece el género. Desde el gore más visceral hasta situaciones de asco como la que protagonizan unos caracoles exóticos (que nadie se extrañe de que me den tanto asco estos bichos) en el cuarto tomo, pasando por momentos más sobrios con la guerra de Irak de trasfondo. </div>
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Muy intensa, con un amplio abanico de posibilidades y con una curva argumental que cada vez resulta más y más interesante, <i>Kurosagi</i> es sin duda alguna una recomendación excelente para todos aquellos que, pese a gustarles el género del horror, creen que hay que ir algo más allá de unas simples imágenes asquerosas y/o impactantes. Con <i>Kurosagi </i>disfruté de una serie adulta, que muestra todo tipo de imágenes y tramas controvertidas sin tapujos y que, pese a que probablemente no goce de la misma repercusión que otras publicaciones eternas y sosas hasta más no poder, es de lo que más vale la pena en el género a día de hoy. Y con una buena dosis de humor negro, que estos casos nunca viene mal. </div>
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<a href="http://manga.animea.net/kurosagi-corpse-delivery-service.html">¡Disfrutadla!</a> (por ahora, en inglés; intentaré dar con algún enlace en castellano, pero de no ser así siempre os recomiendo acercaros a alguna tienda, a ver si tenéis suerte. Dudo que os arrepintáis.)</div>
David A.http://www.blogger.com/profile/17012896445858273776noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-9189419771153671823.post-21701578369394364392017-02-09T17:41:00.002+01:002017-02-09T17:44:57.705+01:00Ring, de Koji Suzuki<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://2.bp.blogspot.com/-nLjDsxByaMY/WJyXipAAdFI/AAAAAAAAAWg/kaT4-rWcNGI0szKlaQIoAMYUGvfmUJTqACLcB/s1600/BASADA-EN-LA-OBRA-DE-KOJI-SUZUKI-VUELVE-THE-RING-3-2.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="400" src="https://2.bp.blogspot.com/-nLjDsxByaMY/WJyXipAAdFI/AAAAAAAAAWg/kaT4-rWcNGI0szKlaQIoAMYUGvfmUJTqACLcB/s400/BASADA-EN-LA-OBRA-DE-KOJI-SUZUKI-VUELVE-THE-RING-3-2.jpg" width="261" /></a></div>
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<i>"Le temblaban las manos. Tenía la sensación de que había algo detrás de ella. Algo, desde luego no una persona. Un hedor amargo a carne podrida se percibía en el aire alrededor de ella, rodeándola. No podía ser nada corpóreo"</i></div>
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El horror ignoto, el escalofrío, la bruma impenetrable. Olvidado el monstruo, inutilizado el tacto, pormenorizado el miedo. En mi aventura a través del mundo del terror, reconozco que le debo mucho a Japón. Hubo una época en que los fantasmas nipones revolucionaron el género y también se hicieron hueco en mi manera de enfocarlo en relatos e historietas. Quizá hoy esa fiebre<i> </i>haya menguado, pero ahí está <i>Rings </i>para demostrar que, tras cerca de veinte años, sigue habiendo a quien le interesa ese acercamiento tan particular al miedo, aunque ya algo desdibujado a estas alturas.</div>
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El inminente estreno de la película me ha motivado a revisar el texto con que empezó todo, una novela sin pretensiones, personal, me atrevería a decir que poco interesada por el gran público. Probablemente Koji Suzuki escribió <i>Ring</i> sin llegar a imaginar la repercusión que aquella historia tendría en el imaginario occidental del terror. Era 1991, y pese al éxito que tuvo en su país natal, la novela aún tardaría en darse a conocer en tierras occidentales. Y, por supuesto, lo hizo a través de la película. Y si no, de la versión americana de Gore Verbinski. </div>
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Por mi parte, intentaré dejar a un lado las películas. Porque, de hecho, este libro guarda más bien poca relación con ellas salvando la historia de fondo y los elementos básicos. Si algo me sorprendió de <i>Ring</i> al leerlo hace ya unos años y sin haber visto ni las adaptaciones de 1998 y 2002, fue que toda la parafernalia de la niña del pozo era más bien algo secundario y en algunos aspectos incluso inexistente. Curioso, puesto que desde la primera película prácticamente toda la mercadotecnia apuntó a la niña maldita, al bichejo arrastrándose desde el pozo, a esa mata de pelo largo con patas saliendo de la tele. El enemigo no es tanto un fantasma como una maldición oscura e inmaterial, pero entiendo el interés en dar forma a un villano capaz de pasar a la historia del género, y Sadako (o Samara en la versión americana) desde luego lo ha sido. </div>
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La novela nos pone en la piel de Kazuyuki Asakawa, un periodista que ve cómo su sobrino muere de forma extraña y el interés por sacar algo en claro lo lleva a descubrir la famosa cinta de vídeo. Ahí comienza una carrera a contrarreloj no solo para salvar la vida sino también para descubrir qué esconde esa maldición y su razón de ser. A decir verdad, el argumento no es de gran complejidad, como sí lo es el trato de los personajes, el dominio de los tiempos y el ritmo narrativo. Tampoco los diálogos brillan, pero sí lo hace la manera en que Suzuki refleja el miedo de los protagonistas (los últimos momentos de vida de cierto personaje están narrados con tal maestría que probablemente os queden grabados a fuego en la memoria por un buen tiempo).</div>
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La atmósfera es fría, fea, oscura; infinitos bloques de edificios grises, apartamentos cochambrosos y entornos irrespirables son los escenarios en que Asakawa y Ryuji Takayama, su compañero de viaje, intentarán descubrir la verdad, verdad que se resiste y que jamás, salvo en las últimas páginas, acaba por desvelarse. Por supuesto, si uno conoce la historia de antemano no habrá demasiado lugar para sorpresas, pero creo que <i>Ring</i> puede aportar bastante al visionado. Aquí Sadako tiene un trasfondo mucho más interesante y complejo, y la amenaza de la cinta de vídeo se presenta en tantos momentos como algo indescifrable e inevitable que, sumado a la manera en que Suzuki nos hace partícipes de la angustia, la experiencia acaba siendo mucho más gratificante que estar montados en un tren de la bruja de sobresaltos constantes.</div>
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Desconozco qué destino le espera a esta ¿franquicia? Probablemente la industria del cine la siga exprimiendo (y quizá con resultados más malos que buenos), pero probablemente lo más interesante sea el legado que deje en la literatura, que aún habrá que esperar un tiempo a reconocer. En realidad, tengo la impresión de que lo verdaderamente bueno de esta novela aún no ha sido aprovechado como debería; no es más que una idea, una sensación con poco fundamento, pero ese terror indefinido, esa amenaza reptante, ese pánico visceral los veo capaces de seguir dando forma a muchas más pesadillas.</div>
David A.http://www.blogger.com/profile/17012896445858273776noreply@blogger.com2